Simbología celta:
fuentes:-http://esoterismos.com/simbolos-sagrados-celta-el-triskel/
-http://brujis.mforos.com/1071068/5803407-simbolos-celtas/
-http://www.taringa.net/posts/info/1952318/Simbolos-Celtas.html
-http://www.elespejo.com/cgi-bin/wp.dll?noticia&id=409ND
La simbología es común en todas las culturas del mundo, ya que desde la antigüedad y hasta la actualidad, se consideran más que representativos, dotados de un poder o carga energética especial, de aquí que formen parte de la llamada Geometría Sagrada.
stos son distintivos representando los orígenes de los pueblos, en el caso de los Celtas, cultura muy antigua de Europa, los símbolos eran sagrados, por ser capaces de generar energía purificadora del espíritu, brindar luz para neutralizar la oscuridad de la mente y el alma de los hombres, como protegerlos de todo tipo de enemigos, tanto visibles como invisibles.
Vinculados a la magia de los elementos naturales, para este pueblo místico, conformaron el posterior origen de la heráldica o emblemas tanto de la nobleza como de las religiones posteriores.
LA ESPIRAL:
Simbolizaba la creacion y la gira constante de las estrellas en el cielo de la noche. Las estaciones cambiaban y retornaban cada año como puntos de una rueda gigante, y las estrellas de los cielos parecian rodar arriba, girando en un eje que era el de la Estrella del Norte. En efecto, los celtas creian que la Estrella del Norte era la localizacion del cielo, y el movimiento, evidente, de las estrellas alrededor de este eje, formaba una trayectoria espiral, o escalera, en la cual las almas ascendian hacia su vida futura.
El continuo y expandente movimiento del espiral tambien simbolizaba la siempre expandible naturaleza de la sabiduria y el conocimiento
AWEN:
En lenguaje celta significa inspiracion o esencia, y simboliza la iluminacion espiritual. El simbolo Awen, representa la harmonia entre los opuestos. Los rayos de la izquierda y de la derecha simbolizan al hombre y a la mujer, y el rayo central representa la harmonia entre ellos.
EL ARBOL CELTA DE LA VIDA (Crann bethadh):
Para los celtas el arbol es una fuente de sostenimiento: abastecedor de alimento, abrigo y combustible. Tambien estaban asociados al mundo sobrenatural, ya que hacian de conexion con el mundo de los espiritus y los ancestros.
CLADDAGH:
Los anillos de Claddagh son un simbolo tradicional de la lealtad y amistad asi como amor romantico. Le deben su nombre a la ciudad irlandesa de Claddagh.
Las manos en el diseño representan amistad, el corazon, el amor, y la corona, lealtad.
Tradicionalmente es llevado en la mano derecha con el corazon girado hacia afuera para mostrar que uno es libre. En la mano derecha con el corazon girado hacia adentro para mostrar que estas comprometido. Si uno esta casado,el anillo se lleva en la mano izquierda, con el corazon girado hacia adentro.
ELVEN O SEPTAGRAMA:
Importante en el kabbalah occidental, donde simboliza la esfera de Netzach, de los siete planetas, de los siete metales de alquimia y de los siete días de la semana. Es un simbolo sagrado de los Wiccans que siguen la tradicion de "Faery", donde se llama el Elven o la estrella de hadas.
SIGIL:
El sigil es el simbolo que identifica de una de las organizaciones mas tempranas de la reconstruccion del druida. Simbolo moderno, no teniendo ninguna raiz en Druida historico
CRUZ SOLAR:
Es probablemente el simbolo espiritual mas antiguo del mundo. Integrado por una cruz armada dentro de un circulo, representa el calendario solar, los movimientos del sol, marcados por los solsticios. Tambien es conocida como cruz de Odin
TARANIS:
Es otra forma de representar la cruz solar
CRUZ CELTA:
Simbolo de la iglesia cristiana celtica. Se construye a partir de la cruz solar
LA TRIQUETA:
Probablemente hayais visto este simbolo en la serie Embrujadas (Charmed), donde simboliza el poder de tres. Comunmente se trata de un simbolo para representar a la Santa Trinidad (Padre, Hijo y Espiritu Santo).
En la creencia de Wiccan la triqueta simboliza a los tres aspectos de la diosa. Tambien se considera que representa a la mente, el cuerpo y el alma y a los dominios de la tierra, mar y cielo.
TRISKELE O TRISKEL:
Es el simbolo utilizado por excelencia en Bretaña (Francia). Simboliza el ciclo de la vida o las tres esferas de influencia en el mundo material. Las tres esferas representan a la tierra, el mar y el cielo. Cada aspecto fluye hacia afuera y vuelve siempre al punto donde empezo.
LA ESTELA CANTABRA:
La Estela de Barros: La estela es una piedra monolitica de forma discoidal que recuerda a los difuntos. La de Barros constituye un vestigio gigante; esta decorada en bajorrelieve con anillos concentricos, motivos geometricos y una esvastica en el centro. La estela es identificada como elemento y seña de cantabricidad. El simbolo central es de origen celta (uno identico aparece en la bandera del pueblo de Kilkenny, Eire). Conocida como «La rueda de Santa Catalina» o «De la Virgen», aparecio muy cerca de la ermita, en un prado denominado «Los Lombos de la Rueda», en el pueblo de Barros, perteneciente al Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, y data de 400 años antes de Cristo. Otros simbolos similares han sido encontrados desde entonces en otras partes. El simbolo es conocido como la Estela de Barros y se cree que los antiguos cantabros la usaron como bandera en sus guerras contra Roma. La estela original ( 170 centímetros de diametro y 32 centimetros de espesor de piedra arenisca) se encuentra en el Parque de las Estelas, junto a la ermita de "Nuestra Señora de la Rueda" (Barros). Su figura aparece en la parte baja del escudo de la comunidad autonoma de Cantabria.
LOS TORQUES:
fueron una especie de aros que los guerreros y nobles celtas llevaban en el cuello. Algunos, como este torque de oro de Waldalgesheim, en Rhineland, son un aro simple con florones decorados. Existen variedades más robustas, realizadas con dos o más trenzas de metal retorcido, con florones anillados, o de un único conducto de metal hueco. Realizados en bronce y oro, los torques representaban un nivel social alto y tuvieron valor en sí mismos. La mayoría de ellos han sido encontrados en enterramientos.
El ornamento personal más apreciado, sin embargo, fue el torque o collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro, y generalmente rematado por una especie de anillo. El torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres. Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos princesas, en Reinheim cerca de Sarrebruck y en Waldalgesheim (ambas de mediados del siglo IV a.C.). Los torques ofrecen un espacio amplio donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas se deleitaron con la representación de cabezas humanas y de animales en los extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los llevara.
Los torques fueron un símbolo de las clases altas, y quizás tuvieron también un significado religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.
El ornamento personal más apreciado, sin embargo, fue el torque o collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro, y generalmente rematado por una especie de anillo. El torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres. Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos princesas, en Reinheim cerca de Sarrebruck y en Waldalgesheim (ambas de mediados del siglo IV a.C.). Los torques ofrecen un espacio amplio donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas se deleitaron con la representación de cabezas humanas y de animales en los extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los llevara.
Los torques fueron un símbolo de las clases altas, y quizás tuvieron también un significado religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.
http://www.elespejo.com/cgi-bin/wp.dll?noticia&id=409ND
La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita, sin embargo, hay una gran variedad de símbolos que vamos a ir viendo a continuación.
Muchos de esos símbolos están relacionados con los cinco primeros números, que les confieren un significado mágico. También hay símbolos relacionados con el mundo vegetal, los árboles, tan importantes para los celtas, y por supuesto los símbolos representando animales
EL NUMERO UNO:
Es el origen de la creación, el núcleo de donde vinieron todas las cosas.
Círculo
Es el símbolo más simple. Representa la trayectoria del sol en el cielo y simboliza la eternidad.
Espiral
La espiral simple es uno de los símbolos más antiguos. Representa al sol.
Hacia la derecha es el sol de invierno que se encoge. Hacia la izquierda es el sol creciente de verano.
EL NUMERO DOS:
Marca el equilibrio entre fuerzas opuestas: el bien y el mal, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad.
Espiral doble
Es la representación de la dualidad de las cosas. Representa también el crecimiento en relación con el movimiento del cosmos. Símbolo de vida eterna.
EL NÚMERO 3:
Era sagrado, el más im portante de la cultura celta. Para ellos, las cosas importantes formaban grupos de tres, como por ejemplo la divinidad que formaban algunos de sus dioses; el ciclo de la vida, formado por el nacimiento, la muerte y la reencarnación: los tres elementos fundamentales del universo celta: la tierra, el agua y el aire.
TRISKEL
Son tres brazos unidos por un punto central. Los brazos suponen la unión de los tres elementos fundamentales del mundo celta: la tierra, el agua el aire.
ESPIRAL DE LA VIDA
Es una espiral triple. Representa la creencia de que la vida se movía en ciclos eternos. La Espiral Triple daría origen al tan conocido Triskel.
SÍMBOLO DE LA CALDERA
Es una espiral triple metida en un círculo. Representa la transformación hacia el conocimiento, la pócima que la diosa Ceridwen elaboró en su caldero para transformar en sabio a su hijo.
EL NÚMERO 4:
Representa las cuatro esquinas de la Tierra. Las cuatro direcciones del mundo físico.
TETRASKEL
Es una espiral de cuatro brazos unidas por un punto central. Representa los cuatro puntos cardinales. Representa las cuatro direcciones de la tierra.
RUEDA DEL SER
Son los cuatro círculos representando las cuatro direcciones de la tierra, unidas por un quinto círculo como núcleo común, que es Eter.
EL NÚMERO 5:
Representa los cinco elementos del Universo: tierra, agua, aire, fuego y espíritu. También las cinco etapas de la vida: nacimiento, juventud, edad adulta, vejez y muerte.
PENTAGRAMA
Los pentagramas son símbolos esotéricos que tienen que ver con el movimiento de Venus y sus ciclos estelares. Es una estrella de cinco puntas que marcan los cinco elementos del universo, y el círculo que la bordea simboliza la continuidad y la conexión entre esos elementos.
NUDOS
El nudo es el hilo de la vida. Simboliza el proceso de la evolución espiritual de la humanidad. Para los celtas, el alma es un fragmento divino que acabará volviendo a su origen. Las sucesivas reencarnaciones tras la muerte, hacen que el alma se vaya depurando hasta alcanzar la evolución.
NUDO DE TRIQUETA
Es el nudo de triángulo, llamado también el nudo de la eternidad, aunque cualquier otro nudo que tenga una trayectoria cruzada como este, es símbolo de eternidad.Simboliza el ciclo cerrado que forma la vida, la muerte y la reencarnación.
NUDO DE TUIM
Símbolo de las cuatro estaciones del año. También representa los cuatro elementos naturales: la tierra, el aire, el fuego y el agua.
CRUZ CELTA
Mas antigua que la cruz cristiana, simboliza los caminos que conducen a los cuatro extremos del mundo, y su reunión en un punto central que es el centro del mundo. Cuando Bran "el bendito" reinó en gales, se enfrentó contra los irlandeses. Herido de muerte, pidió que le cortaran la cabeza y la enterraran en un lugar desde donde pudiera vigilar si eran invadidos.
Aquella cabeza pudo hablar y comer durante el viaje de regreso. El caso es que desde entonces dos líneas cruzadas eran el símbolo de Bran, representando el centro desde donde vigilaba los cuatro caminos que conducían al mundo. Con la llegada del cristianismo este simbolo pagano se unió con el de la cruz católica, que siempre está adornada con motivos celtas.
Árbol de la Vida y la Rueda Celta del Año:
La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita. Esto ha hecho que los únicos documentos escritos de los antiguos celtas sean los de los historiadores romanos, con la consecuente interpretación y pérdida de conocimiento. Todo esto ha hecho que no sepamos exactamente cómo era la cultura celta en su apogeo, y que los libros sobre el tema no digan lo mismo sobre quiénes eran sus dioses o lo que significaban los símbolos, por ejemplo. Depende de la fuente, variaran las fechas de los árboles o a qué protegía cada dios, pero la esencia es la misma.
arbol de la vida:
No cabe duda de que los árboles tienen una gran importancia en la cultura celta. La vida de los hombres está íntimamente relacionada con los bosques. Éstos les proporcionan protección, cobijo, la leña que alimenta las hogueras y en ellos se abastecen de caza y frutos necesarios para su alimentación. Algunos árboles como el roble, son elementos sagrados a los que los celtas guardaban un profundo respeto. Los druidas utilizaban los bosques como aulas donde impartían sus enseñanzas y conocían profundamente los secretos de las plantas, de las cuales extraían los ingredientes principales de sus remedios medicinales y sus pócimas. Por lo tanto, dentro del estudio de los símbolos, es acertado empezar hablando de los árboles, esencia de la vida.
El árbol establece la comunicación entre los tres niveles del cosmos: el subterráneo, por sus raíces; la superficie de la tierra, por el tronco; y el cielo, por la copa y sus ramas. Es por tanto el eje del mundo que establece la relación entre la tierra y el cielo. El árbol de la vida surge de un recipiente, una vasija que simboliza a la madre tierra, de la que nace toda la vida.
Significado de los árboles
Abedul: el principio de las cosas. Se utilizaba para purificar.
Serbal: protección. Aleja las influencias malignas.
Fresno: el árbol de la vida. Tiene poderes mágicos.
Aliso: la fuerza emocional y la perseverancia.
Sauce: el equilibrio emocional y la regeneración.
Roble: árbol sagrado. Señor del bosque. El poder y la fuerza.
Acebo: símbolo de lucha y protección. [Para eso es el acebo que se pone en las puertas en Navidad, para proteger.]
Avellano: símbolo de sabiduría y conocimiento. [¿Por eso las varas de los antiguos maestros que pegaban a los alumnos solían ser de avellano?]
Saúco: árbol mágico relacionado con las hadas. Sus flores combaten los hechizos.
Tejo: renacimiento. Árbol sagrado asociado a la muerte y la otra vida.
Manzano: el amor, el poder y la juventud. El árbol del más allá.
Haya: símbolo de poder. Homólogo femenino del roble. Reina de los bosques.
Olmo: la victoria y la consecución de nuevas cimas.
Pino: fertilidad y protección.
Nogal: sabiduría y ciencia.
Higuera: abundancia y fertilidad.
La Rueda Celta del Año:
Fueron los druidas los que desarrollaron una escritura secreta basada en el alfabeto Oghámico y aplicada a las hojas de las plantas. En ella cada muesca o grupo de incisiones estaba relacionado a un árbol, cuyo nombre en gaélico irlandés lo relacionaba con una letra. Así recolectaban toda clase de hojas, que utilizaban para enviar mensajes que sólo podían leer personas iniciadas en druidismo, consistentes en intercalar las hojas a lo largo de un hilo, según su correspondencia alfabética.
Este alfabeto tiene relación con el calendario druídico, en el que las trece primeras consonantes correspondían a cada uno de los trece meses lunares y cada uno de ellos a su vez está relacionado con un árbol. En la rueda celta del año están marcados los meses y su correspondencia con cada árbol, así como las fiestas siguientes:
Samhain: 31 de octubre, última noche del año druídico. Festividad para honrar a los muertos.
Beltayne: 1 de mayo. Agradecimiento a los dioses familiares por proteger los fuegos del hogar.
Ymbolc: 1 de febrero. Festividad de la purificación y de recogimiento invernal en espera de la primavera.
Lugnasad: 1 de agosto. Celebración de la cosecha y agradecimiento a la tierra por su generosidad.
Ostara: 21 de marzo. Celebra la llegada de la primavera.
Litha: 23 de junio. Celebra la abundancia y la belleza de la tierra.
Yule: 23 de diciembre. Celebra el nacimiento del Dios Sol.
Mabon: 23 de septiembre. Celebra el fin del verano.
-http://brujis.mforos.com/1071068/5803407-simbolos-celtas/
-http://www.taringa.net/posts/info/1952318/Simbolos-Celtas.html
-http://www.elespejo.com/cgi-bin/wp.dll?noticia&id=409ND
La simbología es común en todas las culturas del mundo, ya que desde la antigüedad y hasta la actualidad, se consideran más que representativos, dotados de un poder o carga energética especial, de aquí que formen parte de la llamada Geometría Sagrada.
stos son distintivos representando los orígenes de los pueblos, en el caso de los Celtas, cultura muy antigua de Europa, los símbolos eran sagrados, por ser capaces de generar energía purificadora del espíritu, brindar luz para neutralizar la oscuridad de la mente y el alma de los hombres, como protegerlos de todo tipo de enemigos, tanto visibles como invisibles.
Vinculados a la magia de los elementos naturales, para este pueblo místico, conformaron el posterior origen de la heráldica o emblemas tanto de la nobleza como de las religiones posteriores.
LA ESPIRAL:
Simbolizaba la creacion y la gira constante de las estrellas en el cielo de la noche. Las estaciones cambiaban y retornaban cada año como puntos de una rueda gigante, y las estrellas de los cielos parecian rodar arriba, girando en un eje que era el de la Estrella del Norte. En efecto, los celtas creian que la Estrella del Norte era la localizacion del cielo, y el movimiento, evidente, de las estrellas alrededor de este eje, formaba una trayectoria espiral, o escalera, en la cual las almas ascendian hacia su vida futura.
El continuo y expandente movimiento del espiral tambien simbolizaba la siempre expandible naturaleza de la sabiduria y el conocimiento
AWEN:
En lenguaje celta significa inspiracion o esencia, y simboliza la iluminacion espiritual. El simbolo Awen, representa la harmonia entre los opuestos. Los rayos de la izquierda y de la derecha simbolizan al hombre y a la mujer, y el rayo central representa la harmonia entre ellos.
EL ARBOL CELTA DE LA VIDA (Crann bethadh):
Para los celtas el arbol es una fuente de sostenimiento: abastecedor de alimento, abrigo y combustible. Tambien estaban asociados al mundo sobrenatural, ya que hacian de conexion con el mundo de los espiritus y los ancestros.
CLADDAGH:
Los anillos de Claddagh son un simbolo tradicional de la lealtad y amistad asi como amor romantico. Le deben su nombre a la ciudad irlandesa de Claddagh.
Las manos en el diseño representan amistad, el corazon, el amor, y la corona, lealtad.
Tradicionalmente es llevado en la mano derecha con el corazon girado hacia afuera para mostrar que uno es libre. En la mano derecha con el corazon girado hacia adentro para mostrar que estas comprometido. Si uno esta casado,el anillo se lleva en la mano izquierda, con el corazon girado hacia adentro.
ELVEN O SEPTAGRAMA:
Importante en el kabbalah occidental, donde simboliza la esfera de Netzach, de los siete planetas, de los siete metales de alquimia y de los siete días de la semana. Es un simbolo sagrado de los Wiccans que siguen la tradicion de "Faery", donde se llama el Elven o la estrella de hadas.
SIGIL:
El sigil es el simbolo que identifica de una de las organizaciones mas tempranas de la reconstruccion del druida. Simbolo moderno, no teniendo ninguna raiz en Druida historico
CRUZ SOLAR:
Es probablemente el simbolo espiritual mas antiguo del mundo. Integrado por una cruz armada dentro de un circulo, representa el calendario solar, los movimientos del sol, marcados por los solsticios. Tambien es conocida como cruz de Odin
TARANIS:
Es otra forma de representar la cruz solar
CRUZ CELTA:
Simbolo de la iglesia cristiana celtica. Se construye a partir de la cruz solar
LA TRIQUETA:
Probablemente hayais visto este simbolo en la serie Embrujadas (Charmed), donde simboliza el poder de tres. Comunmente se trata de un simbolo para representar a la Santa Trinidad (Padre, Hijo y Espiritu Santo).
En la creencia de Wiccan la triqueta simboliza a los tres aspectos de la diosa. Tambien se considera que representa a la mente, el cuerpo y el alma y a los dominios de la tierra, mar y cielo.
TRISKELE O TRISKEL:
Es el simbolo utilizado por excelencia en Bretaña (Francia). Simboliza el ciclo de la vida o las tres esferas de influencia en el mundo material. Las tres esferas representan a la tierra, el mar y el cielo. Cada aspecto fluye hacia afuera y vuelve siempre al punto donde empezo.
LA ESTELA CANTABRA:
La Estela de Barros: La estela es una piedra monolitica de forma discoidal que recuerda a los difuntos. La de Barros constituye un vestigio gigante; esta decorada en bajorrelieve con anillos concentricos, motivos geometricos y una esvastica en el centro. La estela es identificada como elemento y seña de cantabricidad. El simbolo central es de origen celta (uno identico aparece en la bandera del pueblo de Kilkenny, Eire). Conocida como «La rueda de Santa Catalina» o «De la Virgen», aparecio muy cerca de la ermita, en un prado denominado «Los Lombos de la Rueda», en el pueblo de Barros, perteneciente al Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, y data de 400 años antes de Cristo. Otros simbolos similares han sido encontrados desde entonces en otras partes. El simbolo es conocido como la Estela de Barros y se cree que los antiguos cantabros la usaron como bandera en sus guerras contra Roma. La estela original ( 170 centímetros de diametro y 32 centimetros de espesor de piedra arenisca) se encuentra en el Parque de las Estelas, junto a la ermita de "Nuestra Señora de la Rueda" (Barros). Su figura aparece en la parte baja del escudo de la comunidad autonoma de Cantabria.
LOS TORQUES:
fueron una especie de aros que los guerreros y nobles celtas llevaban en el cuello. Algunos, como este torque de oro de Waldalgesheim, en Rhineland, son un aro simple con florones decorados. Existen variedades más robustas, realizadas con dos o más trenzas de metal retorcido, con florones anillados, o de un único conducto de metal hueco. Realizados en bronce y oro, los torques representaban un nivel social alto y tuvieron valor en sí mismos. La mayoría de ellos han sido encontrados en enterramientos.
El ornamento personal más apreciado, sin embargo, fue el torque o collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro, y generalmente rematado por una especie de anillo. El torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres. Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos princesas, en Reinheim cerca de Sarrebruck y en Waldalgesheim (ambas de mediados del siglo IV a.C.). Los torques ofrecen un espacio amplio donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas se deleitaron con la representación de cabezas humanas y de animales en los extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los llevara.
Los torques fueron un símbolo de las clases altas, y quizás tuvieron también un significado religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.
El ornamento personal más apreciado, sin embargo, fue el torque o collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro, y generalmente rematado por una especie de anillo. El torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres. Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos princesas, en Reinheim cerca de Sarrebruck y en Waldalgesheim (ambas de mediados del siglo IV a.C.). Los torques ofrecen un espacio amplio donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas se deleitaron con la representación de cabezas humanas y de animales en los extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los llevara.
Los torques fueron un símbolo de las clases altas, y quizás tuvieron también un significado religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.
http://www.elespejo.com/cgi-bin/wp.dll?noticia&id=409ND
La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita, sin embargo, hay una gran variedad de símbolos que vamos a ir viendo a continuación.
Muchos de esos símbolos están relacionados con los cinco primeros números, que les confieren un significado mágico. También hay símbolos relacionados con el mundo vegetal, los árboles, tan importantes para los celtas, y por supuesto los símbolos representando animales
EL NUMERO UNO:
Es el origen de la creación, el núcleo de donde vinieron todas las cosas.
Círculo
Es el símbolo más simple. Representa la trayectoria del sol en el cielo y simboliza la eternidad.
Espiral
La espiral simple es uno de los símbolos más antiguos. Representa al sol.
Hacia la derecha es el sol de invierno que se encoge. Hacia la izquierda es el sol creciente de verano.
EL NUMERO DOS:
Marca el equilibrio entre fuerzas opuestas: el bien y el mal, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad.
Espiral doble
Es la representación de la dualidad de las cosas. Representa también el crecimiento en relación con el movimiento del cosmos. Símbolo de vida eterna.
EL NÚMERO 3:
Era sagrado, el más im portante de la cultura celta. Para ellos, las cosas importantes formaban grupos de tres, como por ejemplo la divinidad que formaban algunos de sus dioses; el ciclo de la vida, formado por el nacimiento, la muerte y la reencarnación: los tres elementos fundamentales del universo celta: la tierra, el agua y el aire.
TRISKEL
Son tres brazos unidos por un punto central. Los brazos suponen la unión de los tres elementos fundamentales del mundo celta: la tierra, el agua el aire.
ESPIRAL DE LA VIDA
Es una espiral triple. Representa la creencia de que la vida se movía en ciclos eternos. La Espiral Triple daría origen al tan conocido Triskel.
SÍMBOLO DE LA CALDERA
Es una espiral triple metida en un círculo. Representa la transformación hacia el conocimiento, la pócima que la diosa Ceridwen elaboró en su caldero para transformar en sabio a su hijo.
EL NÚMERO 4:
Representa las cuatro esquinas de la Tierra. Las cuatro direcciones del mundo físico.
TETRASKEL
Es una espiral de cuatro brazos unidas por un punto central. Representa los cuatro puntos cardinales. Representa las cuatro direcciones de la tierra.
RUEDA DEL SER
Son los cuatro círculos representando las cuatro direcciones de la tierra, unidas por un quinto círculo como núcleo común, que es Eter.
EL NÚMERO 5:
Representa los cinco elementos del Universo: tierra, agua, aire, fuego y espíritu. También las cinco etapas de la vida: nacimiento, juventud, edad adulta, vejez y muerte.
PENTAGRAMA
Los pentagramas son símbolos esotéricos que tienen que ver con el movimiento de Venus y sus ciclos estelares. Es una estrella de cinco puntas que marcan los cinco elementos del universo, y el círculo que la bordea simboliza la continuidad y la conexión entre esos elementos.
NUDOS
El nudo es el hilo de la vida. Simboliza el proceso de la evolución espiritual de la humanidad. Para los celtas, el alma es un fragmento divino que acabará volviendo a su origen. Las sucesivas reencarnaciones tras la muerte, hacen que el alma se vaya depurando hasta alcanzar la evolución.
NUDO DE TRIQUETA
Es el nudo de triángulo, llamado también el nudo de la eternidad, aunque cualquier otro nudo que tenga una trayectoria cruzada como este, es símbolo de eternidad.Simboliza el ciclo cerrado que forma la vida, la muerte y la reencarnación.
NUDO DE TUIM
Símbolo de las cuatro estaciones del año. También representa los cuatro elementos naturales: la tierra, el aire, el fuego y el agua.
CRUZ CELTA
Mas antigua que la cruz cristiana, simboliza los caminos que conducen a los cuatro extremos del mundo, y su reunión en un punto central que es el centro del mundo. Cuando Bran "el bendito" reinó en gales, se enfrentó contra los irlandeses. Herido de muerte, pidió que le cortaran la cabeza y la enterraran en un lugar desde donde pudiera vigilar si eran invadidos.
Aquella cabeza pudo hablar y comer durante el viaje de regreso. El caso es que desde entonces dos líneas cruzadas eran el símbolo de Bran, representando el centro desde donde vigilaba los cuatro caminos que conducían al mundo. Con la llegada del cristianismo este simbolo pagano se unió con el de la cruz católica, que siempre está adornada con motivos celtas.
Árbol de la Vida y la Rueda Celta del Año:
La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita. Esto ha hecho que los únicos documentos escritos de los antiguos celtas sean los de los historiadores romanos, con la consecuente interpretación y pérdida de conocimiento. Todo esto ha hecho que no sepamos exactamente cómo era la cultura celta en su apogeo, y que los libros sobre el tema no digan lo mismo sobre quiénes eran sus dioses o lo que significaban los símbolos, por ejemplo. Depende de la fuente, variaran las fechas de los árboles o a qué protegía cada dios, pero la esencia es la misma.
arbol de la vida:
No cabe duda de que los árboles tienen una gran importancia en la cultura celta. La vida de los hombres está íntimamente relacionada con los bosques. Éstos les proporcionan protección, cobijo, la leña que alimenta las hogueras y en ellos se abastecen de caza y frutos necesarios para su alimentación. Algunos árboles como el roble, son elementos sagrados a los que los celtas guardaban un profundo respeto. Los druidas utilizaban los bosques como aulas donde impartían sus enseñanzas y conocían profundamente los secretos de las plantas, de las cuales extraían los ingredientes principales de sus remedios medicinales y sus pócimas. Por lo tanto, dentro del estudio de los símbolos, es acertado empezar hablando de los árboles, esencia de la vida.
El árbol establece la comunicación entre los tres niveles del cosmos: el subterráneo, por sus raíces; la superficie de la tierra, por el tronco; y el cielo, por la copa y sus ramas. Es por tanto el eje del mundo que establece la relación entre la tierra y el cielo. El árbol de la vida surge de un recipiente, una vasija que simboliza a la madre tierra, de la que nace toda la vida.
Significado de los árboles
Abedul: el principio de las cosas. Se utilizaba para purificar.
Serbal: protección. Aleja las influencias malignas.
Fresno: el árbol de la vida. Tiene poderes mágicos.
Aliso: la fuerza emocional y la perseverancia.
Sauce: el equilibrio emocional y la regeneración.
Roble: árbol sagrado. Señor del bosque. El poder y la fuerza.
Acebo: símbolo de lucha y protección. [Para eso es el acebo que se pone en las puertas en Navidad, para proteger.]
Avellano: símbolo de sabiduría y conocimiento. [¿Por eso las varas de los antiguos maestros que pegaban a los alumnos solían ser de avellano?]
Saúco: árbol mágico relacionado con las hadas. Sus flores combaten los hechizos.
Tejo: renacimiento. Árbol sagrado asociado a la muerte y la otra vida.
Manzano: el amor, el poder y la juventud. El árbol del más allá.
Haya: símbolo de poder. Homólogo femenino del roble. Reina de los bosques.
Olmo: la victoria y la consecución de nuevas cimas.
Pino: fertilidad y protección.
Nogal: sabiduría y ciencia.
Higuera: abundancia y fertilidad.
La Rueda Celta del Año:
Fueron los druidas los que desarrollaron una escritura secreta basada en el alfabeto Oghámico y aplicada a las hojas de las plantas. En ella cada muesca o grupo de incisiones estaba relacionado a un árbol, cuyo nombre en gaélico irlandés lo relacionaba con una letra. Así recolectaban toda clase de hojas, que utilizaban para enviar mensajes que sólo podían leer personas iniciadas en druidismo, consistentes en intercalar las hojas a lo largo de un hilo, según su correspondencia alfabética.
Este alfabeto tiene relación con el calendario druídico, en el que las trece primeras consonantes correspondían a cada uno de los trece meses lunares y cada uno de ellos a su vez está relacionado con un árbol. En la rueda celta del año están marcados los meses y su correspondencia con cada árbol, así como las fiestas siguientes:
Samhain: 31 de octubre, última noche del año druídico. Festividad para honrar a los muertos.
Beltayne: 1 de mayo. Agradecimiento a los dioses familiares por proteger los fuegos del hogar.
Ymbolc: 1 de febrero. Festividad de la purificación y de recogimiento invernal en espera de la primavera.
Lugnasad: 1 de agosto. Celebración de la cosecha y agradecimiento a la tierra por su generosidad.
Ostara: 21 de marzo. Celebra la llegada de la primavera.
Litha: 23 de junio. Celebra la abundancia y la belleza de la tierra.
Yule: 23 de diciembre. Celebra el nacimiento del Dios Sol.
Mabon: 23 de septiembre. Celebra el fin del verano.
fuente:http://www.almargen.com.ar/sitio/sec...rb2/index.html
El Alfabeto Celta Arbóreo.
Para los celtas, los árboles siempre han sido elementos sagrados y preciosos, integrados plenamente dentro de su propia concepción del mundo. Ya los druidas habían estudiado sus campos energéticos, virtudes madereras y medicinales. Hoy día resulta de provecho aprender más acerca del simbolismo de los árboles y su relación con nuestra espiritualidad. Como un acercamiento al tema, presentamos la segunda parte de una saga de 4 artículos. En el primero se efectúo una introducción y el análisis del cifrado ógmico, una de las cuatro principales fuentes sobre el tema.
Los árboles cumplen variados roles en la tradición céltica, por ello se realizará el análisis sobre dos funciones básicas similares a las ya desarrolladas por J. A. Johnston (Editor en los 80 de la célebre publicación escocesa Inner Keltia, y mentor de la Fundación Caer Eiddyn para la reforestación), siendo el alfabeto arbóreo antes analizado y emparentado con el ógmico, el encargado de comprenderlos a todos.
a) Las cualidades materiales, botánicas, y atributos del los árboles en 'este Mundo'.
b) Los canales abiertos por los árboles sagrados entre 'este y el Otro Mundo'.
Los veinticinco árboles del Alfabeto Arbóreo, más el Gean (Cerezo Silvestre), el Tilo, Mora, Retama, Enebro, y Helecho, participan como los más importantes en el Saber Arbóreo Celta. Seguidamente analizaremos los más representativos. Es de notar que la mayoría de los árboles son de bosque y nativos de las Islas Británicas, de la familia de las betuláceas y rosáceas; excepto la vid. Según Robert Graves, este alfabeto habría sido traído en tiempos muy primitivos desde zonas boscosas donde la vid se daba en estado silvestre, y supone que haya sido desde la costa meridional del Mar Negro.
Abedul (Birch)
Es el primero en el alfabeto ógmico, y es utilizado como símbolo de un nuevo despertar, crecimiento fértil, y ganancias. Por ello en Pembrokeshire, Reino Unido, una joven entrega a su amado ya sea una pieza de abedul como símbolo de envalentonamiento diciendo "Ahora puedes comenzar", o una pieza de Almendro "Sé sabio y desiste".
También para la fiesta de Beltaine, varas de abedul son utilizadas para avivar el fuego. En un plano simbólico durante el Solsticio de Invierno (21 de Diciembre), Robin Petirojo, en el rol de Espíritu del Año Nuevo, parte con una rama de abedul a matar a su predecesor, El Abadejo (Reyezuelo) de Cresta Dorada -El Espíritu del Año Viejo- a quien encuentra escondido en una Hiedra (o Arbusto Sagrado). Ello concuerda con la leyenda irlandesa que la primer inscripción ogham fue realizada en una varilla de Abedul.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las Betuláceas de los bosques montanos o de las zonas frías de Europa; tronco con corteza blanca, lisa, que se agrieta al envejecer; hojas romboidales, glabras, dentadas con pecíolo largo; copa oval y poco densa; flores unisexuales en amentos; frutos en aquenio pequeño con dos alas. Hojas usadas como diurético. Madera blanca, compacta, utilizadas para labores de torno. Corteza utilizada para el curtido de las pieles, la savia fermentada, da una bebida espumosa, llamada cerveza de abedul, que se consume en las regiones nórdicas.
Fresno Montano (Rowan)
El Fresno Montano, o mountain ash, es un árbol muy popular, y como 'La Dama de la Montaña', uno de los más bellos. Es utilizado para ser plantado a ambos lados de los frentes de las casas para mantener alejadas a las brujas y cualquier otra influencia maligna. El látigo de fresno es el único que puede controlar a los caballos endiablados. En los Highlands se lo considera el Árbol de la Vida, ya que su fruto perenne de bayas rojas aplaca el deseo de comida por mucho tiempo.
Fresno (Ash)
Las fuertes y rectas ramas del Fresno, eran utilizadas para fabricar lanzas, remos, postes de cercas, mangos de armas y herramientas, muebles, y parte de embarcaciones. Tiene connotaciones religiosas como vara druídica (se han encontrado en Anglesey ejemplares con decoraciones espiraladas)
Ficha Técnica: Árbol de las familia de las Oleáceas, crece en los bosques montanos asociado a encinas, arces, y hayas, y también se cultiva para jardines; tronco de hasta más de 30 de altura, con corteza lisa, de color verde ceniciento, luego oscuro, con madera blanco amarillenta, pesada, usada para hacer instrumentos deportivos, herramientas agrícolas, contraplacado y para obtener carbón de madera; hojas imparipinnadas utilizadas como forraje, flores pequeñas, monoicas, aclamídeas, en racimos, frutos en sámara oblongos, péndulos.
Aliso (Alder)
Según estudios científicos, era ya un árbol común durante el 8000-5000 A.C. Por su resistencia al agua era utilizado para la fabricación de ruedas de molino, compuertas de canales fluviales, y cubos de ordeñe. Una variedad de tinturas eran obtenidas de este arbol: rojo de la corteza, verde de sus flores, marrón de sus vástagos. En el glosario de Cormac es llamado 'ro-eim', 'aquél que enrojece el rostro'. Existen asociaciones interesantes con la deidad Bran, y por ende con cuervo / batalla/ muerte/ y porqué no con el Otro Mundo. El personaje de Bran conserva la cualidad y significación de la 'Fuerza'. Encontramos tres veces referencias a Bran en los mitos y leyendas celtas: Bran, el famoso mastín de Finn Mc Cumhaill; Bran, Hijo de Febal, el héroe irlandés tentado por Mannanan, hijo de Lir, a visitar la Isla de las Mujeres; y el britónico Bran 'El Elegido', hermano de Mannawyddan e hijo de Llyr, de tamaño tal que ninguna casa podía albergarlo, pero era bondadoso y poseía tesoros mágicos, entre los más importantes se encontraba el Caldero Curativo, su pasar es relatado en el ciclo galés de los Mabinogi.
En el alfabeto de los árboles considerado de origen druídico, la letra 'F' relacionada con Bran mantiene el cuarto lugar, siendo su referente el Aliso. Considerado sagrado por la creencia en su 'sangrado' al ser talado, la madera de este árbol fue utilizada por Bran 'El Elegido' para los pilares de un puente que construyó desde Gales hasta Irlanda con motivo del rescate de su hermana Branwen. Debido a su durabilidad bajo el agua fue utilizado para desarrollos tan prácticos como cubos para recolección de agua o leche, en la construcción de ruedas para molinos o compuertas de acequias.
En el calendario originado de este 'alfabeto oracular' el Aliso esta relacionado al mes lunar que va del l8 de Marzo al 14 de Abril, periodo en que el sol de Primavera evapora las inundaciones de Invierno; al respecto debemos destacar que algunas viviendas célticas eran construidas sobre pilares de aliso para impedir el ingreso del agua.
El aliso era respetado debido a la variedad de tinturas vegetales que produce: roja de su corteza; verde de sus flores; y marrón de sus tallos. En las Tríadas Galesas, se cita a 'héroes carmesí' quienes se suponen utilizaban tinturas de aliso, también referidos como 'ro-eim' que significa 'aquellos que enrojecen su rostro'. En el poema 'Canción de los Árboles del Bosque' atribuida a Osian -aparece como 'el más fogoso en la batalla'-, debemos asociar al aliso a la figura del 'árbol de fuego', debido al poder del fuego de evaporar la humedad de la tierra. La rama de aliso está relacionada con la figura de Bran en el poema galés 'Cad Godew' -La Batalla de los Árboles- incluido en el Libro de Taliesin, como una señal de resurrección debido a que sus brotes al crecer tienen forma de espiral.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las. Betuláceas, llamado también humero, de Europa centromeridional. Frecuente a lo largo de ríos y canales, corteza rica en taninos, madera ligera, ocráceo rojiza, resistente al agua; hojas ovales con borde dentado; flores masculina en amentos; infrutescencias glutinosas, en estróbilo cilíndrico.
Sauce (Willow)
Es utilizado para la fabricación de cestos, soporte de tejados de paja u hojas, y empalizadas. Antaño su tronco era socavado para la construcción de la caja del arpa gaélica. Se dice que las brujas navegaban en cestos de sauce durante los ritos lunares.
Ficha Técnica: Género de plantas leñosas de la familia de las Salicáceas, frecuentes en los lugares húmedos, en las regiones templadas y frías boreales; de diversas dimensiones según la altura y especies, hojas alargadas u ovales, estipuladas; flores dioicas en amentos; fruto en cápsula. Se destacan el Sauce Blanco que proporciona madera blanca, tierna, laborable; Sauce Cabruno frecuente en los bosques montanos. El Sauce Colorado: proporciona ramas que sirven para labores de tejido (mimbres) y su corteza es rica en tanino. Existen también especies de alta montaña.
Espino (Hawthorn)
Común ya en el 7000-6000 AC este árbol era particularmente sagrado para los seres feéricos. Durante la fiesta de Beltaine, arbustos ardientes o cepas eran retirados del fuego ritual para esparcirlos por los campos asegurando su fertilidad futura, alternando con ramas de Hawthorn. Solían plantarse alrededor de las tumbas de personas importantes. Existe la creencia de que algunos deseos pueden ser realidad si una pieza de tela es colgada de sus ramas.
Ficha Técnica: Se destacan el Espino Blanco (albar) Arbusto espinoso de la familia de las Rosáceas, común en los bosquecillos europeos desde el plano basal al montano; hojas lobadodentadas, brillantes por la haz, flores blancas, pequeñas de cinco pétaleos, dorosas, en corimbos; frutos globosos, rojos en la madurez con dos o tres semillas y pulpa comestibles. Las flores tienen propiedades sedantes. El Espino Amarillo (Falso): arbusto espinoso de la familia de las Eleagnáceas, frecuente en las zonas montañosas a lo largo de arenales, hojas linear lanceoladas, flores pequeñas verduscas, frutos del tamaño de guisantes, amarillo - anaranjados; madera dura y resistente.
Roble (Oak)
Rey de todos los Árboles, merece gran respeto para los celtas. Junto con el Tejo (Yew), es considerado como el más longevo. Para los druidas era el árbol sagrado, Sus hojas, bayas, y ramas eran utilizadas en forma ritual. Es sagrado para varios de los más importantes dioses masculinos, Dagda, Lugh, y en especial como Señor del Bosque estaba íntimamente ligado a la figura del dios Cernunos, ya que en el roble crece el muérdago, planta de propiedades curativas venerada por los Druidas quienes durante ceremonias especiales recolectaban con hoz de oro el sagrado muérdago y su fruto, cuyas bayas eran consideradas gotas de semen de Cernunos, Señor del Bosque, la Fertilidad, y todas las criaturas) Durante la época de Lammas (Lughnasadh) el roble produce prominentes brotes jóvenes, conocidos como los brotes de Lammas. Los viejos robles eran utilizados también como lugar de encuentro con los seres feéricos Siendo este uno de los árboles de mayor connotación religiosa para los celtas, no es de extrañar que muchos monasterios (e.g. San Kentigern, San Colum Cille, Santa Brígida) hallan sido edificados en lugares ocupados por robles sagrados.
Ficha Técnica: Es una planta arbórea de la familia de las Fagáceas, hojas con contorno oboval, grandes con lóbulos profundos, redondeados, frutos erectos, sésiles. Crece en Europa y Asia, en España se encuentra en las regiones del Norte, Este, y Centrales. Su madera dura, resistente a la humedad, se usa para labores de carpintería, fabricación de toneles, y como combustible. Se lo denomina también Roble Albar aunque éste último posee una madera rica en taninos, y sus hojas son levemente pecioladas de limbo lobado. Sus frutos son en nuez con cúpula escamosa, también se le llama Roble Carballo. La encina y el alcornoque son del mismo género (Quercus) proporcionan maderas de escaso valor, pero sin embargo y por contrapartida, productos secundarios de gran interés (corcho, tanino, bellotas)
Acebo (Holly)
En alguno bosques, los acebos protegían y flanqueaban a los jóvenes Beech y Robles, favoreciendo así su crecimiento. Etimológicamente existe una ligazón más fuerte ya que el gaélico por Holly 'tinne' parece estar ligado al córnico 'glas-tann' (Árbol Sagrado Verde) que en córnico está referido al siempre verde holm-roble. El vocablo 'tann' ha sido adoptado por lo ingleses para denominar el bark que se extrae.
Ficha Técnica: Arbusto perenne de la familia de las Aquifoliáceas, espontáneo en los bosques de las regiones templadas y cultivado como ornamental y por su madera durísima y blanca, usada en ebanistería. Tiene las hojas coriáceas, brillantes, lobadoespinosas en los bordes, flores pequeñas, blancas, frutos rojos en haya que maduran en invierno, dotados de acción emética y purgante. Las ramas con frutos constituyen un clásico adorno navideño. Existen variedades de hojas cultivadas.
Avellano (Hazel)
Ha estado siempre asociado a la Sabiduría, Conocimiento Secreto, Inspiración y Adivinación. Así en la antigua canción escocesa "La canción de Angus el errante" podemos apreciar : "Me interné en el bosque de Avellanos, porque tenía fuego en mi cabeza". Varas de avellano eran utilizados en la búsqueda de metales, y napas de agua.. Los cetros utilizados por los druidas ( como así también los utilizados más tarde por los obispos católicos) eran de madera de almendro. Los avellanos están asociados a los ritos de Samhain En los Highlands según la manera en que las bayas se queman y saltan chisporroteando pueden inferirse respuestas a fórmulas adivinatorias.
Ficha Técnica: Modesto árbol de la familia de las Betuláceas. Espontáneo en los bosques montanos de Europa y Asia, hojas ovales con borde aserrado, flores unisexuales, estaminíferas en amento cilíndricos preciosísimos y pisitliferas en grupos gemmiformes de los que salen estilos púrpuras frunto en aquenio leñoso avellana rodeado de una cúpula verde recortada, semillas oleosas, alimenticias.
Manzano (Apple)
El manzano ha gozado de importancia religiosa desde tiempos remotos, demostrado por el hecho que su nombre es similar en la mayoría de las lenguas Indoeuropeas. Un ritual invernal de fertilidad esta vinculado con el Wassailing Manzanos, en la tradición de Cornualles.
Ficha Técnica: Árbol frutal de la familia de las Rosáceas, originario de Europa y de Asia, extensamente cultivado, tronco de madera rojiza clara, dura, tenaz, empleada para labores de torno. Hojas ovales, agudas, aflechadas, flotes con cinco pétalos, blancas por el interior, rojizas por el exterior, reunidas en corimbos, que aparecen con las hojas, falso fruto (pomo)- la manzana, globoso, deprimido o un poco alargado, umbilicado por los dos extremos, de forma, dimensiones, color y sabor diversos según las variedades. La subespecie silvestre, espinosa, crece espontánea en los bosques de las zonas montanas. Los frutos maduran en verano, otoño e invierno y sirven además de para el consumo directo, para mermeladas, gelatinas y jarabes. El jugo fermentado da una bebido de modesta gradación alcohólica (sidra) o bien vinagre.
Endrino (Blackthorn)
Este árbol era utilizado en la construcción de cudgels, los míticos shelailighs o garrotes y bastones de andar. También las brujas utilizaban un cetro de blackthorn el cual inspiraba temor y respeto. Para los Bretones, el blackthorn en flor es considerado como "La Madre del Bosque". Su floración posee una fragancia fuerte y potente, a la vez que musty y vagamente erótica. Los frutos (sloes o slaes) cuando están maduros se vuelven tolerables al gusto, y producen un destilado muy fuerte conocido como 'sloe gin'.
Ficha Técnica: Arbusto espinoso de la familia de las Rosáceasm, común en los setos y bosques, llamados también endrinera, espino negro, bruñeiro, bruñera y arañón, con pequeñas flores blancas, numerosas, que aparecen antes que las hojas, y frutos en drupa, negros, ásperos (endrino o bruños).
Saúco (Elder)
El elder tiene asociaciones tanto positivas como negativas en la tradición celta. Las negativas pueden estar parcialmente relacionadas con el hecho de que cuando al Conocimiento se lo asocia con algo reverenciado el mismo se pierde, el pueblo pronto se vuelve hacia el temor y la superstición. Esto fue compuesto cuando la ortodoxia cristiana condenó toda practica religiosa temprana y tradiciones prácticas folclóricas asociadas a la rotulada "brujería" y por ende al mal. Pero aun tomando en cuenta estas cosas el Elder puede tener una naturaleza bivalente, por el aroma, el desagradable polvo verde que recubre sus ramas, no resulta bienvenido, pero asociado a esta protección subyace un árbol feérico cercano al hombre. Las flores y bark del elder siempre han sido famosas por sus propiedades terapéuticas.
El árbol de elder que crecía al costado de muchas casas de campo irlandesas era concebido como protección para las casas contra rayos. Elder fue siempre concebido en la Isla de Man como un árbol feérico -y nunca debe cortarse un árbol ya que ello trae pesar a las hadas...- los viejos elders en Ballakoig fueron cortados y las hadas aparecían todas las noches llorando y lamentando. Es costumbre cruzar ramas de Elder y Rowan en forma de cruz crosh cuirn y situadas en los soportales y escondidas en las crines de la cola del ganado para protegerlos de todo daño. Las flores amarillas en primavera son las más potentes para combatir hechizos de magia negra, y preservarse de las influencias del mal de ojo. Primroses, la más comunes de todas eran usualmente recolectadas el 1ro de Mayo y colocadas alrededor de las puertas. En el Nordeste de Inglaterra el juego del -Eller Tree- participaban hombres y mujeres quienes saltando alrededor del Elder gritando "un manojo de arapos" ofrendas. El nombre -elle- conlleva el vocablo -elf-, por ende -arbol elfico-. En Lincolnshire es considerado riesgoso cortar un elder sin solicitar "la hoja de la anciana dama". Curiosamente los daneses no cortan el elder por temor de Hyldemoer, la Madre Mayor, que habita en su tronco. En Irlanda los palos de escoba de las brujas, sus "caballos mágicos" estaban hechos de ramas de elder.
Ficha Técnica: Arbusto de la familia Caprifoliáceas de Europa y del Asia occidental, tallo y ramas ricos en medula, hojas imparapinnadas, dentadas, flores blancas, pequeñas, olorosas, en cimas umbeliformes, fruto en pequeña drupa, negro / violáceo / purpúreo. También es conocido con el nombre de canillero.
Tejo (Yew)
La madera de yew era utilizada para las varas del ogham por su prolongada durabilidad. Posee también asociaciones con la muerte y la otra vida desde un punto de vista positivo. Algunos antiguos guerreros celtas ingerían sus hojas antes de caer en manos enemigas, las mismas no solo le provocaban la muerte, sino también la rigidez de algunos músculos faciales, a causa de ellos los vencedores encontraban solo cuerpos inertes con sonrisa sardónica, como conclusión: estos celtas se reían de ellos aun después de muertos. En Bretaña se dice que las raíces de este árbol cuando crece en los cementerios llegan hasta la boca de los difuntos.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las Taxáceas de los bosques montanos, llamado también árbol de la muerte, cultivado como ornamental y por su madera, hojas persistentes, linear / puntiagudas, coriáceas, negro / verdosas, ricas en un alcaloide (taxina) flores pequeñas, diocias, falso fruto con aspecto de baya formado por una semilla negra rodeada de un arilo carnoso, dulce, rojo en la madurez, apetecido por las aves. Sólo el arilo es la parte de la planta que no es toxica.
fuente:http://www.meigaweb.com/talismanes3muerdago.htm
MUERDAGO:
Aunque casi todas las personas asocian esta planta con la costumbre navideña de besarse debajo de ella para conseguir un amor eterno o iniciar una relación amorosa, el muérdago es una de las plantas con mayor significado simbólico como protectora de las casas y los establos. Su popularidad arranca de tiempos prehistóricos y a su alrededor se han forjado cuantiosas leyendas que han llegado hasta nosotros con tanta fuerza que todavía hoy sentimos hacia ella una gran adoración hasta el punto de convertirse en un elemento casi imprescindible que adorna nuestras casas durante la Navidad.
Era sagrado para los antiguos druidas (sacerdotes celtas) quienes lo consideraban un símbolo de paz, un poderoso amuleto protector y un bien para cualquier mal físico o mágico. Además de emplearlo con fines terapéuticos su uso era muy común en los ritos de fertilidad y en las festividades asociadas al final del año celta, sobre el 1 de noviembre, y al solsticio de invierno, sobre el 21 de diciembre, fechas en la que se suele recolectar. El rito de cortar el muérdago era muy ceremonioso y complicado. Se debía coger el primer día de luna nueva y no se podía cortar con ningún instrumento de hierro o acero. Los druidas utilizaban una hoz de oro para cortarlo e inmediatamente lo ponían en una prenda blanca evitando que tocara la tierra o cayera al suelo. El muérdago más valioso es el que crecía en los robles, árbol considerado sagrado para los celtas. Con él confeccionaban guirnaldas y adornaban las casas para proteger a sus moradores de espíritus maléficos y evitar visitas indeseadas. Desde entonces se consideró una defensa contra brujas y demonios y se extendió la costumbre de colocar unas ramitas en las entradas de las casas. Y como este es el lugar de intercambio de besos con las visitas que llegaban, se creó esa vinculación que existe entre el muérdago y los besos. La planta, además, protegía de una forma especial a las parejas que se besaban en ese momento de feliz encuentro.
Algunas leyendas cuentan que sus poderes mágicos provienen de que fue creado como un elemento que no es del cielo ni de la tierra pues sus raíces no tocan nunca la tierra ni se sostiene por sí mismo en el aire. Y es cierto ya que es una planta parásita que crece en manojos sobre las ramas de otros árboles, encinas, pinos robles, etc., de donde obtiene los nutrientes necesarios para desarrollarse y vivir. Esta forma de subsistir parásita procede también de otra leyenda que convierte al muérdago en símbolo de la Cruz cristiana. En ella se describe que el árbol elegido para construir la cruz donde Cristo fue sacrificado sintió tanta vergüenza por este hecho que empezó a empequeñecer hasta convertirse en esta planta menuda que ni siquiera puede vivir por sí misma, sino a costa de otros árboles.
Pequeña, delicada y poderosa, a pesar de ser perseguida en la actualidad por su parasitismo, encierra un papel simbólico tan fuerte que si alguna vez nos viésemos privados de ella nuestros hogares se quedarían desnudos en fechas tan entrañables como la Navidad.
USOS DEL MUÉRDAGO
Además del uso mágico que nos proporcionan los ramos frescos y recién cortados que compramos en Navidad, podemos utilizar esta planta también como amuleto. Cuando se ha secado podemos introducirla en bolsitas o tarros de cristal y gozar de protección durante todo el año.
PODERES MÁGICOS
Protección del hogar.
Protección de personas.
Defensa contra espíritus maléficos.
Proporciona suerte y amor eterno.
Favorece la fertilidad.
Cuando hoy adquirimos un ramillete de muérdago para nuestras casas nos llevamos también un símbolo de regeneración y restauración de la familia y del hogar, nos llevamos un poderoso protector contra males indeseables, y una garantía de amor eterno. No pasemos de largo por los puestecillos navideños donde el muérdago hace acto de presencia. Volvamos la vista hacia él y hagámosle partícipe de nuestra Navidad invitándole a entrar en nuestras casas porque él silenciosamente nos protegerá.
El Alfabeto Celta Arbóreo.
Para los celtas, los árboles siempre han sido elementos sagrados y preciosos, integrados plenamente dentro de su propia concepción del mundo. Ya los druidas habían estudiado sus campos energéticos, virtudes madereras y medicinales. Hoy día resulta de provecho aprender más acerca del simbolismo de los árboles y su relación con nuestra espiritualidad. Como un acercamiento al tema, presentamos la segunda parte de una saga de 4 artículos. En el primero se efectúo una introducción y el análisis del cifrado ógmico, una de las cuatro principales fuentes sobre el tema.
Los árboles cumplen variados roles en la tradición céltica, por ello se realizará el análisis sobre dos funciones básicas similares a las ya desarrolladas por J. A. Johnston (Editor en los 80 de la célebre publicación escocesa Inner Keltia, y mentor de la Fundación Caer Eiddyn para la reforestación), siendo el alfabeto arbóreo antes analizado y emparentado con el ógmico, el encargado de comprenderlos a todos.
a) Las cualidades materiales, botánicas, y atributos del los árboles en 'este Mundo'.
b) Los canales abiertos por los árboles sagrados entre 'este y el Otro Mundo'.
Los veinticinco árboles del Alfabeto Arbóreo, más el Gean (Cerezo Silvestre), el Tilo, Mora, Retama, Enebro, y Helecho, participan como los más importantes en el Saber Arbóreo Celta. Seguidamente analizaremos los más representativos. Es de notar que la mayoría de los árboles son de bosque y nativos de las Islas Británicas, de la familia de las betuláceas y rosáceas; excepto la vid. Según Robert Graves, este alfabeto habría sido traído en tiempos muy primitivos desde zonas boscosas donde la vid se daba en estado silvestre, y supone que haya sido desde la costa meridional del Mar Negro.
Abedul (Birch)
Es el primero en el alfabeto ógmico, y es utilizado como símbolo de un nuevo despertar, crecimiento fértil, y ganancias. Por ello en Pembrokeshire, Reino Unido, una joven entrega a su amado ya sea una pieza de abedul como símbolo de envalentonamiento diciendo "Ahora puedes comenzar", o una pieza de Almendro "Sé sabio y desiste".
También para la fiesta de Beltaine, varas de abedul son utilizadas para avivar el fuego. En un plano simbólico durante el Solsticio de Invierno (21 de Diciembre), Robin Petirojo, en el rol de Espíritu del Año Nuevo, parte con una rama de abedul a matar a su predecesor, El Abadejo (Reyezuelo) de Cresta Dorada -El Espíritu del Año Viejo- a quien encuentra escondido en una Hiedra (o Arbusto Sagrado). Ello concuerda con la leyenda irlandesa que la primer inscripción ogham fue realizada en una varilla de Abedul.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las Betuláceas de los bosques montanos o de las zonas frías de Europa; tronco con corteza blanca, lisa, que se agrieta al envejecer; hojas romboidales, glabras, dentadas con pecíolo largo; copa oval y poco densa; flores unisexuales en amentos; frutos en aquenio pequeño con dos alas. Hojas usadas como diurético. Madera blanca, compacta, utilizadas para labores de torno. Corteza utilizada para el curtido de las pieles, la savia fermentada, da una bebida espumosa, llamada cerveza de abedul, que se consume en las regiones nórdicas.
Fresno Montano (Rowan)
El Fresno Montano, o mountain ash, es un árbol muy popular, y como 'La Dama de la Montaña', uno de los más bellos. Es utilizado para ser plantado a ambos lados de los frentes de las casas para mantener alejadas a las brujas y cualquier otra influencia maligna. El látigo de fresno es el único que puede controlar a los caballos endiablados. En los Highlands se lo considera el Árbol de la Vida, ya que su fruto perenne de bayas rojas aplaca el deseo de comida por mucho tiempo.
Fresno (Ash)
Las fuertes y rectas ramas del Fresno, eran utilizadas para fabricar lanzas, remos, postes de cercas, mangos de armas y herramientas, muebles, y parte de embarcaciones. Tiene connotaciones religiosas como vara druídica (se han encontrado en Anglesey ejemplares con decoraciones espiraladas)
Ficha Técnica: Árbol de las familia de las Oleáceas, crece en los bosques montanos asociado a encinas, arces, y hayas, y también se cultiva para jardines; tronco de hasta más de 30 de altura, con corteza lisa, de color verde ceniciento, luego oscuro, con madera blanco amarillenta, pesada, usada para hacer instrumentos deportivos, herramientas agrícolas, contraplacado y para obtener carbón de madera; hojas imparipinnadas utilizadas como forraje, flores pequeñas, monoicas, aclamídeas, en racimos, frutos en sámara oblongos, péndulos.
Aliso (Alder)
Según estudios científicos, era ya un árbol común durante el 8000-5000 A.C. Por su resistencia al agua era utilizado para la fabricación de ruedas de molino, compuertas de canales fluviales, y cubos de ordeñe. Una variedad de tinturas eran obtenidas de este arbol: rojo de la corteza, verde de sus flores, marrón de sus vástagos. En el glosario de Cormac es llamado 'ro-eim', 'aquél que enrojece el rostro'. Existen asociaciones interesantes con la deidad Bran, y por ende con cuervo / batalla/ muerte/ y porqué no con el Otro Mundo. El personaje de Bran conserva la cualidad y significación de la 'Fuerza'. Encontramos tres veces referencias a Bran en los mitos y leyendas celtas: Bran, el famoso mastín de Finn Mc Cumhaill; Bran, Hijo de Febal, el héroe irlandés tentado por Mannanan, hijo de Lir, a visitar la Isla de las Mujeres; y el britónico Bran 'El Elegido', hermano de Mannawyddan e hijo de Llyr, de tamaño tal que ninguna casa podía albergarlo, pero era bondadoso y poseía tesoros mágicos, entre los más importantes se encontraba el Caldero Curativo, su pasar es relatado en el ciclo galés de los Mabinogi.
En el alfabeto de los árboles considerado de origen druídico, la letra 'F' relacionada con Bran mantiene el cuarto lugar, siendo su referente el Aliso. Considerado sagrado por la creencia en su 'sangrado' al ser talado, la madera de este árbol fue utilizada por Bran 'El Elegido' para los pilares de un puente que construyó desde Gales hasta Irlanda con motivo del rescate de su hermana Branwen. Debido a su durabilidad bajo el agua fue utilizado para desarrollos tan prácticos como cubos para recolección de agua o leche, en la construcción de ruedas para molinos o compuertas de acequias.
En el calendario originado de este 'alfabeto oracular' el Aliso esta relacionado al mes lunar que va del l8 de Marzo al 14 de Abril, periodo en que el sol de Primavera evapora las inundaciones de Invierno; al respecto debemos destacar que algunas viviendas célticas eran construidas sobre pilares de aliso para impedir el ingreso del agua.
El aliso era respetado debido a la variedad de tinturas vegetales que produce: roja de su corteza; verde de sus flores; y marrón de sus tallos. En las Tríadas Galesas, se cita a 'héroes carmesí' quienes se suponen utilizaban tinturas de aliso, también referidos como 'ro-eim' que significa 'aquellos que enrojecen su rostro'. En el poema 'Canción de los Árboles del Bosque' atribuida a Osian -aparece como 'el más fogoso en la batalla'-, debemos asociar al aliso a la figura del 'árbol de fuego', debido al poder del fuego de evaporar la humedad de la tierra. La rama de aliso está relacionada con la figura de Bran en el poema galés 'Cad Godew' -La Batalla de los Árboles- incluido en el Libro de Taliesin, como una señal de resurrección debido a que sus brotes al crecer tienen forma de espiral.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las. Betuláceas, llamado también humero, de Europa centromeridional. Frecuente a lo largo de ríos y canales, corteza rica en taninos, madera ligera, ocráceo rojiza, resistente al agua; hojas ovales con borde dentado; flores masculina en amentos; infrutescencias glutinosas, en estróbilo cilíndrico.
Sauce (Willow)
Es utilizado para la fabricación de cestos, soporte de tejados de paja u hojas, y empalizadas. Antaño su tronco era socavado para la construcción de la caja del arpa gaélica. Se dice que las brujas navegaban en cestos de sauce durante los ritos lunares.
Ficha Técnica: Género de plantas leñosas de la familia de las Salicáceas, frecuentes en los lugares húmedos, en las regiones templadas y frías boreales; de diversas dimensiones según la altura y especies, hojas alargadas u ovales, estipuladas; flores dioicas en amentos; fruto en cápsula. Se destacan el Sauce Blanco que proporciona madera blanca, tierna, laborable; Sauce Cabruno frecuente en los bosques montanos. El Sauce Colorado: proporciona ramas que sirven para labores de tejido (mimbres) y su corteza es rica en tanino. Existen también especies de alta montaña.
Espino (Hawthorn)
Común ya en el 7000-6000 AC este árbol era particularmente sagrado para los seres feéricos. Durante la fiesta de Beltaine, arbustos ardientes o cepas eran retirados del fuego ritual para esparcirlos por los campos asegurando su fertilidad futura, alternando con ramas de Hawthorn. Solían plantarse alrededor de las tumbas de personas importantes. Existe la creencia de que algunos deseos pueden ser realidad si una pieza de tela es colgada de sus ramas.
Ficha Técnica: Se destacan el Espino Blanco (albar) Arbusto espinoso de la familia de las Rosáceas, común en los bosquecillos europeos desde el plano basal al montano; hojas lobadodentadas, brillantes por la haz, flores blancas, pequeñas de cinco pétaleos, dorosas, en corimbos; frutos globosos, rojos en la madurez con dos o tres semillas y pulpa comestibles. Las flores tienen propiedades sedantes. El Espino Amarillo (Falso): arbusto espinoso de la familia de las Eleagnáceas, frecuente en las zonas montañosas a lo largo de arenales, hojas linear lanceoladas, flores pequeñas verduscas, frutos del tamaño de guisantes, amarillo - anaranjados; madera dura y resistente.
Roble (Oak)
Rey de todos los Árboles, merece gran respeto para los celtas. Junto con el Tejo (Yew), es considerado como el más longevo. Para los druidas era el árbol sagrado, Sus hojas, bayas, y ramas eran utilizadas en forma ritual. Es sagrado para varios de los más importantes dioses masculinos, Dagda, Lugh, y en especial como Señor del Bosque estaba íntimamente ligado a la figura del dios Cernunos, ya que en el roble crece el muérdago, planta de propiedades curativas venerada por los Druidas quienes durante ceremonias especiales recolectaban con hoz de oro el sagrado muérdago y su fruto, cuyas bayas eran consideradas gotas de semen de Cernunos, Señor del Bosque, la Fertilidad, y todas las criaturas) Durante la época de Lammas (Lughnasadh) el roble produce prominentes brotes jóvenes, conocidos como los brotes de Lammas. Los viejos robles eran utilizados también como lugar de encuentro con los seres feéricos Siendo este uno de los árboles de mayor connotación religiosa para los celtas, no es de extrañar que muchos monasterios (e.g. San Kentigern, San Colum Cille, Santa Brígida) hallan sido edificados en lugares ocupados por robles sagrados.
Ficha Técnica: Es una planta arbórea de la familia de las Fagáceas, hojas con contorno oboval, grandes con lóbulos profundos, redondeados, frutos erectos, sésiles. Crece en Europa y Asia, en España se encuentra en las regiones del Norte, Este, y Centrales. Su madera dura, resistente a la humedad, se usa para labores de carpintería, fabricación de toneles, y como combustible. Se lo denomina también Roble Albar aunque éste último posee una madera rica en taninos, y sus hojas son levemente pecioladas de limbo lobado. Sus frutos son en nuez con cúpula escamosa, también se le llama Roble Carballo. La encina y el alcornoque son del mismo género (Quercus) proporcionan maderas de escaso valor, pero sin embargo y por contrapartida, productos secundarios de gran interés (corcho, tanino, bellotas)
Acebo (Holly)
En alguno bosques, los acebos protegían y flanqueaban a los jóvenes Beech y Robles, favoreciendo así su crecimiento. Etimológicamente existe una ligazón más fuerte ya que el gaélico por Holly 'tinne' parece estar ligado al córnico 'glas-tann' (Árbol Sagrado Verde) que en córnico está referido al siempre verde holm-roble. El vocablo 'tann' ha sido adoptado por lo ingleses para denominar el bark que se extrae.
Ficha Técnica: Arbusto perenne de la familia de las Aquifoliáceas, espontáneo en los bosques de las regiones templadas y cultivado como ornamental y por su madera durísima y blanca, usada en ebanistería. Tiene las hojas coriáceas, brillantes, lobadoespinosas en los bordes, flores pequeñas, blancas, frutos rojos en haya que maduran en invierno, dotados de acción emética y purgante. Las ramas con frutos constituyen un clásico adorno navideño. Existen variedades de hojas cultivadas.
Avellano (Hazel)
Ha estado siempre asociado a la Sabiduría, Conocimiento Secreto, Inspiración y Adivinación. Así en la antigua canción escocesa "La canción de Angus el errante" podemos apreciar : "Me interné en el bosque de Avellanos, porque tenía fuego en mi cabeza". Varas de avellano eran utilizados en la búsqueda de metales, y napas de agua.. Los cetros utilizados por los druidas ( como así también los utilizados más tarde por los obispos católicos) eran de madera de almendro. Los avellanos están asociados a los ritos de Samhain En los Highlands según la manera en que las bayas se queman y saltan chisporroteando pueden inferirse respuestas a fórmulas adivinatorias.
Ficha Técnica: Modesto árbol de la familia de las Betuláceas. Espontáneo en los bosques montanos de Europa y Asia, hojas ovales con borde aserrado, flores unisexuales, estaminíferas en amento cilíndricos preciosísimos y pisitliferas en grupos gemmiformes de los que salen estilos púrpuras frunto en aquenio leñoso avellana rodeado de una cúpula verde recortada, semillas oleosas, alimenticias.
Manzano (Apple)
El manzano ha gozado de importancia religiosa desde tiempos remotos, demostrado por el hecho que su nombre es similar en la mayoría de las lenguas Indoeuropeas. Un ritual invernal de fertilidad esta vinculado con el Wassailing Manzanos, en la tradición de Cornualles.
Ficha Técnica: Árbol frutal de la familia de las Rosáceas, originario de Europa y de Asia, extensamente cultivado, tronco de madera rojiza clara, dura, tenaz, empleada para labores de torno. Hojas ovales, agudas, aflechadas, flotes con cinco pétalos, blancas por el interior, rojizas por el exterior, reunidas en corimbos, que aparecen con las hojas, falso fruto (pomo)- la manzana, globoso, deprimido o un poco alargado, umbilicado por los dos extremos, de forma, dimensiones, color y sabor diversos según las variedades. La subespecie silvestre, espinosa, crece espontánea en los bosques de las zonas montanas. Los frutos maduran en verano, otoño e invierno y sirven además de para el consumo directo, para mermeladas, gelatinas y jarabes. El jugo fermentado da una bebido de modesta gradación alcohólica (sidra) o bien vinagre.
Endrino (Blackthorn)
Este árbol era utilizado en la construcción de cudgels, los míticos shelailighs o garrotes y bastones de andar. También las brujas utilizaban un cetro de blackthorn el cual inspiraba temor y respeto. Para los Bretones, el blackthorn en flor es considerado como "La Madre del Bosque". Su floración posee una fragancia fuerte y potente, a la vez que musty y vagamente erótica. Los frutos (sloes o slaes) cuando están maduros se vuelven tolerables al gusto, y producen un destilado muy fuerte conocido como 'sloe gin'.
Ficha Técnica: Arbusto espinoso de la familia de las Rosáceasm, común en los setos y bosques, llamados también endrinera, espino negro, bruñeiro, bruñera y arañón, con pequeñas flores blancas, numerosas, que aparecen antes que las hojas, y frutos en drupa, negros, ásperos (endrino o bruños).
Saúco (Elder)
El elder tiene asociaciones tanto positivas como negativas en la tradición celta. Las negativas pueden estar parcialmente relacionadas con el hecho de que cuando al Conocimiento se lo asocia con algo reverenciado el mismo se pierde, el pueblo pronto se vuelve hacia el temor y la superstición. Esto fue compuesto cuando la ortodoxia cristiana condenó toda practica religiosa temprana y tradiciones prácticas folclóricas asociadas a la rotulada "brujería" y por ende al mal. Pero aun tomando en cuenta estas cosas el Elder puede tener una naturaleza bivalente, por el aroma, el desagradable polvo verde que recubre sus ramas, no resulta bienvenido, pero asociado a esta protección subyace un árbol feérico cercano al hombre. Las flores y bark del elder siempre han sido famosas por sus propiedades terapéuticas.
El árbol de elder que crecía al costado de muchas casas de campo irlandesas era concebido como protección para las casas contra rayos. Elder fue siempre concebido en la Isla de Man como un árbol feérico -y nunca debe cortarse un árbol ya que ello trae pesar a las hadas...- los viejos elders en Ballakoig fueron cortados y las hadas aparecían todas las noches llorando y lamentando. Es costumbre cruzar ramas de Elder y Rowan en forma de cruz crosh cuirn y situadas en los soportales y escondidas en las crines de la cola del ganado para protegerlos de todo daño. Las flores amarillas en primavera son las más potentes para combatir hechizos de magia negra, y preservarse de las influencias del mal de ojo. Primroses, la más comunes de todas eran usualmente recolectadas el 1ro de Mayo y colocadas alrededor de las puertas. En el Nordeste de Inglaterra el juego del -Eller Tree- participaban hombres y mujeres quienes saltando alrededor del Elder gritando "un manojo de arapos" ofrendas. El nombre -elle- conlleva el vocablo -elf-, por ende -arbol elfico-. En Lincolnshire es considerado riesgoso cortar un elder sin solicitar "la hoja de la anciana dama". Curiosamente los daneses no cortan el elder por temor de Hyldemoer, la Madre Mayor, que habita en su tronco. En Irlanda los palos de escoba de las brujas, sus "caballos mágicos" estaban hechos de ramas de elder.
Ficha Técnica: Arbusto de la familia Caprifoliáceas de Europa y del Asia occidental, tallo y ramas ricos en medula, hojas imparapinnadas, dentadas, flores blancas, pequeñas, olorosas, en cimas umbeliformes, fruto en pequeña drupa, negro / violáceo / purpúreo. También es conocido con el nombre de canillero.
Tejo (Yew)
La madera de yew era utilizada para las varas del ogham por su prolongada durabilidad. Posee también asociaciones con la muerte y la otra vida desde un punto de vista positivo. Algunos antiguos guerreros celtas ingerían sus hojas antes de caer en manos enemigas, las mismas no solo le provocaban la muerte, sino también la rigidez de algunos músculos faciales, a causa de ellos los vencedores encontraban solo cuerpos inertes con sonrisa sardónica, como conclusión: estos celtas se reían de ellos aun después de muertos. En Bretaña se dice que las raíces de este árbol cuando crece en los cementerios llegan hasta la boca de los difuntos.
Ficha Técnica: Árbol de la familia de las Taxáceas de los bosques montanos, llamado también árbol de la muerte, cultivado como ornamental y por su madera, hojas persistentes, linear / puntiagudas, coriáceas, negro / verdosas, ricas en un alcaloide (taxina) flores pequeñas, diocias, falso fruto con aspecto de baya formado por una semilla negra rodeada de un arilo carnoso, dulce, rojo en la madurez, apetecido por las aves. Sólo el arilo es la parte de la planta que no es toxica.
fuente:http://www.meigaweb.com/talismanes3muerdago.htm
MUERDAGO:
Aunque casi todas las personas asocian esta planta con la costumbre navideña de besarse debajo de ella para conseguir un amor eterno o iniciar una relación amorosa, el muérdago es una de las plantas con mayor significado simbólico como protectora de las casas y los establos. Su popularidad arranca de tiempos prehistóricos y a su alrededor se han forjado cuantiosas leyendas que han llegado hasta nosotros con tanta fuerza que todavía hoy sentimos hacia ella una gran adoración hasta el punto de convertirse en un elemento casi imprescindible que adorna nuestras casas durante la Navidad.
Era sagrado para los antiguos druidas (sacerdotes celtas) quienes lo consideraban un símbolo de paz, un poderoso amuleto protector y un bien para cualquier mal físico o mágico. Además de emplearlo con fines terapéuticos su uso era muy común en los ritos de fertilidad y en las festividades asociadas al final del año celta, sobre el 1 de noviembre, y al solsticio de invierno, sobre el 21 de diciembre, fechas en la que se suele recolectar. El rito de cortar el muérdago era muy ceremonioso y complicado. Se debía coger el primer día de luna nueva y no se podía cortar con ningún instrumento de hierro o acero. Los druidas utilizaban una hoz de oro para cortarlo e inmediatamente lo ponían en una prenda blanca evitando que tocara la tierra o cayera al suelo. El muérdago más valioso es el que crecía en los robles, árbol considerado sagrado para los celtas. Con él confeccionaban guirnaldas y adornaban las casas para proteger a sus moradores de espíritus maléficos y evitar visitas indeseadas. Desde entonces se consideró una defensa contra brujas y demonios y se extendió la costumbre de colocar unas ramitas en las entradas de las casas. Y como este es el lugar de intercambio de besos con las visitas que llegaban, se creó esa vinculación que existe entre el muérdago y los besos. La planta, además, protegía de una forma especial a las parejas que se besaban en ese momento de feliz encuentro.
Algunas leyendas cuentan que sus poderes mágicos provienen de que fue creado como un elemento que no es del cielo ni de la tierra pues sus raíces no tocan nunca la tierra ni se sostiene por sí mismo en el aire. Y es cierto ya que es una planta parásita que crece en manojos sobre las ramas de otros árboles, encinas, pinos robles, etc., de donde obtiene los nutrientes necesarios para desarrollarse y vivir. Esta forma de subsistir parásita procede también de otra leyenda que convierte al muérdago en símbolo de la Cruz cristiana. En ella se describe que el árbol elegido para construir la cruz donde Cristo fue sacrificado sintió tanta vergüenza por este hecho que empezó a empequeñecer hasta convertirse en esta planta menuda que ni siquiera puede vivir por sí misma, sino a costa de otros árboles.
Pequeña, delicada y poderosa, a pesar de ser perseguida en la actualidad por su parasitismo, encierra un papel simbólico tan fuerte que si alguna vez nos viésemos privados de ella nuestros hogares se quedarían desnudos en fechas tan entrañables como la Navidad.
USOS DEL MUÉRDAGO
Además del uso mágico que nos proporcionan los ramos frescos y recién cortados que compramos en Navidad, podemos utilizar esta planta también como amuleto. Cuando se ha secado podemos introducirla en bolsitas o tarros de cristal y gozar de protección durante todo el año.
PODERES MÁGICOS
Protección del hogar.
Protección de personas.
Defensa contra espíritus maléficos.
Proporciona suerte y amor eterno.
Favorece la fertilidad.
Cuando hoy adquirimos un ramillete de muérdago para nuestras casas nos llevamos también un símbolo de regeneración y restauración de la familia y del hogar, nos llevamos un poderoso protector contra males indeseables, y una garantía de amor eterno. No pasemos de largo por los puestecillos navideños donde el muérdago hace acto de presencia. Volvamos la vista hacia él y hagámosle partícipe de nuestra Navidad invitándole a entrar en nuestras casas porque él silenciosamente nos protegerá.
fuente:http://html.rincondelvago.com/civilizacion-celta.html
TRIBU CELTAS
La evidencia arqueológica más cercana asociada con los celtas se sitúa en lo que ahora es Francia y el oeste de Alemania a fines de la Edad de Bronce, alrededor del año 1200 a.C. a principios de la Edad de Hierro se asociaban con la cultura Halstatt (siglo VII - VI a.C.), llamado así por un lugar arqueológico en el norte de Austria. Probablemente comenzaron a asentarse e las Islas Británicas durante ese período. Entre el siglo V y I a.C. sus influencias se extendieron desde la actual España hasta las costas del Mar Negro. Esta fase final de la Edad de Hierro es llamada La Téne, por un lugar situado en Suiza.
Con el tiempo los celtas significaron un grupo étnico o subraza poseedor de una lengua distintiva.
CULTURA
Además del enorme territorio que ocuparon en el pasado, los celtas se constituyeron en las raíces de los pueblos de Escocia, Irlanda, Gales, la isla de Man, Cornualles, Bretaña, Galicia y parte del norte de Italia. Su cultura dejó una notoria y silenciosa influencia en Occidente; esta profunda huella esta caracterizada principalmente por la relación que existe entre el celtismo y la galleguidad (tema abordado por Manuel Castro).
Se trata de una familia de gentes que se movieron constantemente a lo largo de su historia adaptándose constantemente a parámetros nuevos. Esto deja asentado el gran poder de adaptación que tenían a las distintas culturas; debido a su rápido movimiento y gran expansión geográfica; sin dejar de lado la gran disparidad que existía entre los mismos celtas a través del tiempo y de los distintos lugares físicos.
En la cultura celta podemos detectar una casta de hombres representante del estrato superior de la sociedad, dicha casta constaba de cuatro categorías: estudiantes (aspirantes a druidas), los adivinos, los vates, los bardos y finalmente los verdaderos druidas, los únicos que vestían las famosas túnicas blancas.
Los celtas contaban con una cultura en la que se practicaban rituales de gran importancia y gran sentido simbólico, a través de los cuales se lograba la internalización de la cultura celta, en donde los mitos desempeñaban un papel fundamental.
CARÁCTER Y COSTUMBRES
Su carácter era sumamente guerrero y aunque en un principio formaban un pueblo de pastores que conducían en sus emigraciones, después al hacerse sedentarios tuvieron que luchar tanto por la conquista como por la defensa de los territorios ya conquistados, de los cultivos y de sus rebaños.
Combate:
Eran impetuosos en el combate, pero su exaltación les impedía ser previsores y proceder en la guerra con arreglo a un plan. Preferían la muerte a la pérdida de la libertad y llevaban el orgullo del valor hasta desafiar la muerte desnudándose en pleno combate o agrandándose las heridas recibidas, y si veían en peligro la vida de sus hijos o esposas les daban muerte.
Características:
En la vida ordinaria eran sencillos y leales. Tenían afición al vino y eran arrogantes, pendencieros y crédulos. Solían rasurarse la barba dejándose el bigote y la cabellera larga como los germanos. Su vestimenta en un principio estaba hecha de pieles, pero después comenzaron a usar una especie de túnica, una capa de lana con capucha y bragas; se adornaban con joyas de oro, plata, bronce, brazaletes, cadenas y otros adornos.
IDIOMAS
Hablar de los idiomas celtas es conocer la expansión geográfica de estos pueblos, manera en que expresaban sus idas y sentimientos, cuales eran los modismos de su idioma, su entonación y fonética, su estructura y sus reglas gramaticales, y todo aquello que revele como era la concepción intelectual y espiritual de los celtas.
La disparidad existente entre los mismos celtas también se veía reflejada en su idioma; por ejemplo, no fue semejante el idioma de los celtas en Irlanda en el siglo VII al idioma en el mismo lugar trescientos años antes de Cristo; al igual que no era idéntica la forma del castellano en la Castilla del Cantar del Mio Cid del siglo XII, al que se habla, en esa misma zona en la actualidad.
También hay que considerar que nunca existió una unidad lingüística ni siquiera en un mismo período de tiempo, había una innumerable cantidad de dialectos que diferenciaban a los clanes celtas que habitaban el centro de Europa, el norte de la península Ibérica, la Galia (constituida por el norte de Italia, Francia, los Países Bajos y la zona alemana al oeste del Rhein), las Islas Británicas y parte de los Balcanes.
La ausencia de una tradición escrita existió hasta que las historias, leyendas, mitos y leyes celtas fueron transcriptas, en el siglo VII, por los monjes celtas de Irlanda.
La ausencia de una tradición escrita:
La tradición oral de la cultura celta no se debe al desconocimiento de signos gráficos utilizados para expresar significados, no es cierto que existiera una ignorancia de la escritura, sino que pasa por el misterio de la esencia de los “druidas”. Los druidas constituían el estrato superior de la sociedad celta, que eran sacerdotes, filósofos, sabios y poetas ala vez, quienes conocían la escritura y además sabían leer en griego y en latín. Así lo demuestra la existencia de un alfabeto druídico secreto, del cual se hará referencia más adelante.
La cuestión de la transmisión de valores, pautas y conocimientos esta ligada, en los celtas, al carácter iniciático del druísmo.
El carácter oral en esta cultura se acompañaba de un complejo sistema ritual y simbólico. Se apuntaba a una incorporación de los valores y los conocimientos con una particular disciplina que remitía a un estado vivencial de las enseñanzas. El iniciado al ingresar al múltiple lenguaje de signos, internalizaba la cultura celta, en donde los mitos desempeñaban un papel fundamental.
Una correlación se puede establecer con otras culturas, como aún se observa en el Islam, el Corán se aprende oralmente: el imán cantan y sus discipulos lo recitan. La transmisión poética, de la cultura y el conocimiento, en los celtas, igualmente fue análoga a la visión que poseían los griegos. El "mito", como era entendido en la antigüedad, era una explicación de ciertos elementos no racionales que se ubicaban en otra dimensión humana, como el destino, el sentido de la vida, o la creación. El mito aparece como la creación de la especie. Esta analogía no culmina con la incorporación de la escritura como valoración cultural en el mundo griego, sino con la fe en la transmigración del alma, de la eternidad, y el carácter iniciático y secreto de los pitagóricos, parecido también a los sacerdotes egipcios.
Un legado lingüístico:
Para referirse al legado lingüístico de esta cultura se debe tener en cuenta que los celtas ocuparon la parte central de Europa durante 800 años, entre 700 a.C. y el año 100 d.C., y se extendieron desde Irlanda hasta las costas del Mar Negro. A lo largo de su historia y como consecuencia de las guerras, hizo que fueran acotándose sus territorios y que tuvieran que correrse a regiones ubicadas al oeste de Europa, sobre el océano Atlántico, como la Bretaña, Asturias, Galicia, norte de Portugal y las Islas Británicas. Otra consecuencia de estas luchas fue la modificación de parte de sus costumbres, que en varios casos alcanzó a la pérdida total de la lengua. Estos casos se dieron en el norte de las penínsulas Ibérica e Itálica, centro de Europa, la mayor parte de la Galia, parte de los Balcanes y el Asia Menor, donde sólo sobrevive la presencia lingüística en algunos nombres y palabras, y en mayor abundancia en la toponimia.
En Italia ha dejado, como uno de sus legados, el nombre de la ciudad de Venecia, el río Reno, y del valle donde se encuentra el Véneto, cuyo origen esta en el nombre de la tribu celta de los Vénetos.
El legado lingüístico de los celtas alcanza gran importancia cuando se toma en consideración que ha dado el nombre al país de Bélgica, propio de un clan celta de esa región conquistado por Julio César.
En Galicia, la ciudad de Lugo proviene de "Lug o Lugus", un dios céltico, al igual que Lugdunum, antiguo nombre de la ciudad francesa de Lyon.
A la suma de todos esos dialectos perdidos se los denominó como idioma "galo", para los celtas occidentales; e idioma keltoi para los celtas orientales.
El alfabeto secreto
Este alfabeto secreto es conocido solo por druidas, es conocido como el "alfabeto Ogham" (atribuido a Ogmios, un dios galo).
Aparte de verificar que los druidas conocían la escritura, este fragmento permite también entender el carácter iniciático del druidismo. Para Julio César esa desconfianza sobre la escritura se debía a dos razones: 1) porque no querían que su sistema de entrenamiento se divulgara entre la gente común, y 2) porque el estudiante podía confiarse en la palabra escrita y olvidarse del ejercicio de la memoria.
Este alfabeto fue usado siempre por los druidas en forma secreta, hasta el siglo VIII, luego que una encarnizada persecución, por parte de los monjes Irlandeses, finalmente logró erradicarlo en las islas Feroë.
La huella que dejaron aún persiste en el idioma, pese a que la conquista vikinga (aproximadamente en el año 1000) propició el nacimiento de un nuevo idioma; y aunque esta estrechamente relacionado con el noruego medieval y con el islandés, ha conservado palabras y formas celtas heredadas de los primeros habitantes.
Los idiomas celtas sobrevivientes
En la actualidad las lenguas celtas que sobrevivieron son seis, y están divididas en dos grandes grupos conocidos como la "q-céltica" y la "p-céltica". La descripción de estos idiomas fue realizada según la ubicación geográfica, dividiéndolos en "insulares" (la q-céltica) y en continentales (la p-céltica).
*La q-céltica : también recibe el nombre de gaélico o simplemente "irlandés", integrado a su vez por el irsh gaël, el scott gaël y el manx.
Irish gaël: Así se llamó a la lengua hablada en Irlanda, y esta caracterizada por las variantes producidas en sus cuatro períodos históricos.
Inscripciones Oghámicas, entre los 300 y 500 d. C.
Irlandés arcaico, entre el 600 y 900 d. C.
Irlandés medio, del 900 al 1200 d. C.
Irlandés moderno desde el 1200 a nuestros días.
Cuando se cristianiza Irlanda sucede un acontecimiento fundamental: nada menos que el registro escrito de la tradición oral en alfabeto latino, realizada por los monjes celtas irlandeses.
Scott gaël: lengua hablada en Escocia, aprincipios de siglo se registraron 230.000 personas que hablaban el scott gaël; actualmente se registran aproximadamente 80.000 personas. Esta lengua desciende del irlandés antiguo y obtuvo, entre otras cosas, tiempos verbales futuros, aspectos que el irish arcaico no poseía.
Manx: idioma propio de la Isla de Man. En 1909 había 4.419 personas que lo hablaban, todos bilingües, por lo que se consideró extinguido al no existir quienes lo utilicen como su único lenguaje.
*La p-céltica: También llamado brython o sencillamente "británico", esta compuesto por el cornish, el welsh y rl bretón que es el único lenguaje celta continental, los otros pertenecen a los pueblos de las islas Británicas.
El sistema de vocales perdió numerosas vocales intermedias, y como consecuencia de la adopción, por los celtas, del alfabeto latino para escribir en su idioma también se produjo la desaparición de los sustantivos declinativos, aunque mantuvo todo el sistema inflexivo de verbos, y la pérdida de algunas sílabas terminales y vocales intermedias y finales.
Welsh: lengua hablada en Gales; en el siglo VIII, época en que se estima que fue su separación del tronco celta arcaico. Es hablado por 650.000 personas en Gales y otros 50.000 en las colonias galesas en el extranjero. Se lo divide en tres períodos antiguo, medio y moderno welsh).
Bretón : Fue originado en las costas de Bretaña por la combinación del cornish y las primeras etapas del francés. Actualmente es utilizado por 45.000 personas
TRIBU CELTAS
La evidencia arqueológica más cercana asociada con los celtas se sitúa en lo que ahora es Francia y el oeste de Alemania a fines de la Edad de Bronce, alrededor del año 1200 a.C. a principios de la Edad de Hierro se asociaban con la cultura Halstatt (siglo VII - VI a.C.), llamado así por un lugar arqueológico en el norte de Austria. Probablemente comenzaron a asentarse e las Islas Británicas durante ese período. Entre el siglo V y I a.C. sus influencias se extendieron desde la actual España hasta las costas del Mar Negro. Esta fase final de la Edad de Hierro es llamada La Téne, por un lugar situado en Suiza.
Con el tiempo los celtas significaron un grupo étnico o subraza poseedor de una lengua distintiva.
CULTURA
Además del enorme territorio que ocuparon en el pasado, los celtas se constituyeron en las raíces de los pueblos de Escocia, Irlanda, Gales, la isla de Man, Cornualles, Bretaña, Galicia y parte del norte de Italia. Su cultura dejó una notoria y silenciosa influencia en Occidente; esta profunda huella esta caracterizada principalmente por la relación que existe entre el celtismo y la galleguidad (tema abordado por Manuel Castro).
Se trata de una familia de gentes que se movieron constantemente a lo largo de su historia adaptándose constantemente a parámetros nuevos. Esto deja asentado el gran poder de adaptación que tenían a las distintas culturas; debido a su rápido movimiento y gran expansión geográfica; sin dejar de lado la gran disparidad que existía entre los mismos celtas a través del tiempo y de los distintos lugares físicos.
En la cultura celta podemos detectar una casta de hombres representante del estrato superior de la sociedad, dicha casta constaba de cuatro categorías: estudiantes (aspirantes a druidas), los adivinos, los vates, los bardos y finalmente los verdaderos druidas, los únicos que vestían las famosas túnicas blancas.
Los celtas contaban con una cultura en la que se practicaban rituales de gran importancia y gran sentido simbólico, a través de los cuales se lograba la internalización de la cultura celta, en donde los mitos desempeñaban un papel fundamental.
CARÁCTER Y COSTUMBRES
Su carácter era sumamente guerrero y aunque en un principio formaban un pueblo de pastores que conducían en sus emigraciones, después al hacerse sedentarios tuvieron que luchar tanto por la conquista como por la defensa de los territorios ya conquistados, de los cultivos y de sus rebaños.
Combate:
Eran impetuosos en el combate, pero su exaltación les impedía ser previsores y proceder en la guerra con arreglo a un plan. Preferían la muerte a la pérdida de la libertad y llevaban el orgullo del valor hasta desafiar la muerte desnudándose en pleno combate o agrandándose las heridas recibidas, y si veían en peligro la vida de sus hijos o esposas les daban muerte.
Características:
En la vida ordinaria eran sencillos y leales. Tenían afición al vino y eran arrogantes, pendencieros y crédulos. Solían rasurarse la barba dejándose el bigote y la cabellera larga como los germanos. Su vestimenta en un principio estaba hecha de pieles, pero después comenzaron a usar una especie de túnica, una capa de lana con capucha y bragas; se adornaban con joyas de oro, plata, bronce, brazaletes, cadenas y otros adornos.
IDIOMAS
Hablar de los idiomas celtas es conocer la expansión geográfica de estos pueblos, manera en que expresaban sus idas y sentimientos, cuales eran los modismos de su idioma, su entonación y fonética, su estructura y sus reglas gramaticales, y todo aquello que revele como era la concepción intelectual y espiritual de los celtas.
La disparidad existente entre los mismos celtas también se veía reflejada en su idioma; por ejemplo, no fue semejante el idioma de los celtas en Irlanda en el siglo VII al idioma en el mismo lugar trescientos años antes de Cristo; al igual que no era idéntica la forma del castellano en la Castilla del Cantar del Mio Cid del siglo XII, al que se habla, en esa misma zona en la actualidad.
También hay que considerar que nunca existió una unidad lingüística ni siquiera en un mismo período de tiempo, había una innumerable cantidad de dialectos que diferenciaban a los clanes celtas que habitaban el centro de Europa, el norte de la península Ibérica, la Galia (constituida por el norte de Italia, Francia, los Países Bajos y la zona alemana al oeste del Rhein), las Islas Británicas y parte de los Balcanes.
La ausencia de una tradición escrita existió hasta que las historias, leyendas, mitos y leyes celtas fueron transcriptas, en el siglo VII, por los monjes celtas de Irlanda.
La ausencia de una tradición escrita:
La tradición oral de la cultura celta no se debe al desconocimiento de signos gráficos utilizados para expresar significados, no es cierto que existiera una ignorancia de la escritura, sino que pasa por el misterio de la esencia de los “druidas”. Los druidas constituían el estrato superior de la sociedad celta, que eran sacerdotes, filósofos, sabios y poetas ala vez, quienes conocían la escritura y además sabían leer en griego y en latín. Así lo demuestra la existencia de un alfabeto druídico secreto, del cual se hará referencia más adelante.
La cuestión de la transmisión de valores, pautas y conocimientos esta ligada, en los celtas, al carácter iniciático del druísmo.
El carácter oral en esta cultura se acompañaba de un complejo sistema ritual y simbólico. Se apuntaba a una incorporación de los valores y los conocimientos con una particular disciplina que remitía a un estado vivencial de las enseñanzas. El iniciado al ingresar al múltiple lenguaje de signos, internalizaba la cultura celta, en donde los mitos desempeñaban un papel fundamental.
Una correlación se puede establecer con otras culturas, como aún se observa en el Islam, el Corán se aprende oralmente: el imán cantan y sus discipulos lo recitan. La transmisión poética, de la cultura y el conocimiento, en los celtas, igualmente fue análoga a la visión que poseían los griegos. El "mito", como era entendido en la antigüedad, era una explicación de ciertos elementos no racionales que se ubicaban en otra dimensión humana, como el destino, el sentido de la vida, o la creación. El mito aparece como la creación de la especie. Esta analogía no culmina con la incorporación de la escritura como valoración cultural en el mundo griego, sino con la fe en la transmigración del alma, de la eternidad, y el carácter iniciático y secreto de los pitagóricos, parecido también a los sacerdotes egipcios.
Un legado lingüístico:
Para referirse al legado lingüístico de esta cultura se debe tener en cuenta que los celtas ocuparon la parte central de Europa durante 800 años, entre 700 a.C. y el año 100 d.C., y se extendieron desde Irlanda hasta las costas del Mar Negro. A lo largo de su historia y como consecuencia de las guerras, hizo que fueran acotándose sus territorios y que tuvieran que correrse a regiones ubicadas al oeste de Europa, sobre el océano Atlántico, como la Bretaña, Asturias, Galicia, norte de Portugal y las Islas Británicas. Otra consecuencia de estas luchas fue la modificación de parte de sus costumbres, que en varios casos alcanzó a la pérdida total de la lengua. Estos casos se dieron en el norte de las penínsulas Ibérica e Itálica, centro de Europa, la mayor parte de la Galia, parte de los Balcanes y el Asia Menor, donde sólo sobrevive la presencia lingüística en algunos nombres y palabras, y en mayor abundancia en la toponimia.
En Italia ha dejado, como uno de sus legados, el nombre de la ciudad de Venecia, el río Reno, y del valle donde se encuentra el Véneto, cuyo origen esta en el nombre de la tribu celta de los Vénetos.
El legado lingüístico de los celtas alcanza gran importancia cuando se toma en consideración que ha dado el nombre al país de Bélgica, propio de un clan celta de esa región conquistado por Julio César.
En Galicia, la ciudad de Lugo proviene de "Lug o Lugus", un dios céltico, al igual que Lugdunum, antiguo nombre de la ciudad francesa de Lyon.
A la suma de todos esos dialectos perdidos se los denominó como idioma "galo", para los celtas occidentales; e idioma keltoi para los celtas orientales.
El alfabeto secreto
Este alfabeto secreto es conocido solo por druidas, es conocido como el "alfabeto Ogham" (atribuido a Ogmios, un dios galo).
Aparte de verificar que los druidas conocían la escritura, este fragmento permite también entender el carácter iniciático del druidismo. Para Julio César esa desconfianza sobre la escritura se debía a dos razones: 1) porque no querían que su sistema de entrenamiento se divulgara entre la gente común, y 2) porque el estudiante podía confiarse en la palabra escrita y olvidarse del ejercicio de la memoria.
Este alfabeto fue usado siempre por los druidas en forma secreta, hasta el siglo VIII, luego que una encarnizada persecución, por parte de los monjes Irlandeses, finalmente logró erradicarlo en las islas Feroë.
La huella que dejaron aún persiste en el idioma, pese a que la conquista vikinga (aproximadamente en el año 1000) propició el nacimiento de un nuevo idioma; y aunque esta estrechamente relacionado con el noruego medieval y con el islandés, ha conservado palabras y formas celtas heredadas de los primeros habitantes.
Los idiomas celtas sobrevivientes
En la actualidad las lenguas celtas que sobrevivieron son seis, y están divididas en dos grandes grupos conocidos como la "q-céltica" y la "p-céltica". La descripción de estos idiomas fue realizada según la ubicación geográfica, dividiéndolos en "insulares" (la q-céltica) y en continentales (la p-céltica).
*La q-céltica : también recibe el nombre de gaélico o simplemente "irlandés", integrado a su vez por el irsh gaël, el scott gaël y el manx.
Irish gaël: Así se llamó a la lengua hablada en Irlanda, y esta caracterizada por las variantes producidas en sus cuatro períodos históricos.
Inscripciones Oghámicas, entre los 300 y 500 d. C.
Irlandés arcaico, entre el 600 y 900 d. C.
Irlandés medio, del 900 al 1200 d. C.
Irlandés moderno desde el 1200 a nuestros días.
Cuando se cristianiza Irlanda sucede un acontecimiento fundamental: nada menos que el registro escrito de la tradición oral en alfabeto latino, realizada por los monjes celtas irlandeses.
Scott gaël: lengua hablada en Escocia, aprincipios de siglo se registraron 230.000 personas que hablaban el scott gaël; actualmente se registran aproximadamente 80.000 personas. Esta lengua desciende del irlandés antiguo y obtuvo, entre otras cosas, tiempos verbales futuros, aspectos que el irish arcaico no poseía.
Manx: idioma propio de la Isla de Man. En 1909 había 4.419 personas que lo hablaban, todos bilingües, por lo que se consideró extinguido al no existir quienes lo utilicen como su único lenguaje.
*La p-céltica: También llamado brython o sencillamente "británico", esta compuesto por el cornish, el welsh y rl bretón que es el único lenguaje celta continental, los otros pertenecen a los pueblos de las islas Británicas.
El sistema de vocales perdió numerosas vocales intermedias, y como consecuencia de la adopción, por los celtas, del alfabeto latino para escribir en su idioma también se produjo la desaparición de los sustantivos declinativos, aunque mantuvo todo el sistema inflexivo de verbos, y la pérdida de algunas sílabas terminales y vocales intermedias y finales.
Welsh: lengua hablada en Gales; en el siglo VIII, época en que se estima que fue su separación del tronco celta arcaico. Es hablado por 650.000 personas en Gales y otros 50.000 en las colonias galesas en el extranjero. Se lo divide en tres períodos antiguo, medio y moderno welsh).
Bretón : Fue originado en las costas de Bretaña por la combinación del cornish y las primeras etapas del francés. Actualmente es utilizado por 45.000 personas
mitologia:
La mitología celta es una serie de relatos de la aparente religión de los celtas durante la edad de hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos, esta mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Los nombres de cientos de dioses son conocidos, pero la mayoría parecen ser deidades locales. Durante el período romano, muchas deidades celtas fueron identificados con dioses romanos.
Uno de los más importantes llamado Lugh en Irlanda, fue identificado como Mercurio .
A él se le atribuye la invención de todas las artes, guía de los caminos y viajes, y virtud para las ganancias del dinero y comercio.
Luego están: Apolo, cura enfermedades; Júpiter, gobierna el cielo y Marte preside la guerra. A éste le ofrecen los despojos del enemigo al entrar en batalla. Dicen los galos que son todos hijos de Plutón.
El ciclo mitológico celta puede ser dividido en cuatro grandes divisiones.
La primera es el ciclo histórico-mitológico.:
Dos textos importantes son parte de este ciclo: The Lebhar Gahbla (libro de invasiones), una historia mitológica de Irlanda; y The Dinnshenchas (Historia de Lugares), una geografía mitológica de Irlanda.
El principal tema en el ciclo Histórico-mitológico concierne a la gente de Irlanda y las fortunas de The Tuatha De Danann (Gente de la divinidad Danann), quienes fueron los ancestros mitológicos de los irlandeses.
La segunda división es el cielo de Ulster.
Estos mitos son historias de los guerreros del Rey Conchobar.
Los temas se basan en el honor y prestigio que envuelven las muertes heroicas y el héroe Cuchulain (o Cuchulainn).
La tercera división es el ciclo Fenian que cuenta las hazañas de Finn Mac Cumbail y sus compañeros.
La última división se refiere a la institución y fundación de los grandes y menores reyes de Irlanda. Existen otras dos divisiones referentes a cuentos folklóricos.
Claves para comprender el mito celta:
Los Celtas somos, con diferencia, unos de los hombres más religiosos de la antigüedad conocida, si exceptuamos a los egipcios de las primeras dinastías.
Lejos de nuestra imagen de guerreros palurdos, belicosos, saqueadores y siempre ebrios que nos han transmitido los romanos, nuestra vida estaba orientada casi constantemente hacia el mundo mágico y el espiritual por el sistema semiteocrático impuesto desde el druidismo, esa prodigiosa organización religiosa que supo dotar a la civilización en la cual se desarrolló de una comprensión mitológica de la existencia.
El mito en sí no deja de ser, en su origen, un tipo de historia sagrada; es decir, pertenece no sólo al ser humano sino a las entidades por encima de él, a las divinidades. Es una tradición sacra, lo que se conoce como la revelación primordial.
En torno a nosotros, los celtas, todo era prodigioso y devenía de algún tipo de encantamiento: desde nuestros propios e inciertos orígenes hasta los bosques o los animales con los que convivíamos, desde los combates con el enemigo o las expediciones al confín del mundo hasta nuestro calendario de fiestas.
Los dioses se manifestaban en todo momento y, si no eran ellos, lo hacían entidades de otros planos, como las del mundo feérico: las hadas, los elfos o cualquier otro.
La vida no podía considerarse otra cosa que una mera transición más o menos entretenida hasta el momento de la muerte, que se aceptaba sin complejos ni culpas ya que ella no constituía más que un paso previo a la existencia en el Otro Mundo.
En algunos textos se sugiere la creencia en la reencarnación aunque no está muy claro si los celtas la entendíamos tal y como hoy lo hacemos, tras su reciente re-importación durante el decenio de los años sesenta.
De todas formas, se trata de un concepto de origen indoario igual que nosotros, así que resulta muy factible que la trajeramos con nosotros cuando llegamos a Europa o incluso que existiera entre algunos pueblos aquí asentados con anterioridad.
Sabemos que estuvo muy enraizada en amplias zonas del Viejo Continente, hasta el punto de que el Concilio de Nicea -en el año 325 d. de C.- tuvo que definir lo que había que entender de forma obligatoria como la sustancia divina de Cristo, en contra de las objeciones de los arrianos, al tiempo que condenaba la idea reencarnacionista de forma explícita por enfrentarse al dogma cristiano.
Para nosotros, los celtas, la vida significaba movimiento y dinamismo y por ello no había alternativa posible: descartada la opción de quedarse quieto, so pena de ser destruido por el incesante oleaje de la existencia, lo único que quedaba por hacer era cabalgar sobre éste.
Es otro puente a través del espacio y del tiempo con la filosofía oriental, según la cual el cambio es lo único que nunca cambia en el mundo.
De aquí arranca nuestro desapego hacia lo material y nuestra comprensión de cuanto de pasajero tiene esta vida, expresado en la ausencia de grandes asentamientos permanentes, de impresionantes templos físicos de piedra o de la simple necesidad de dejar constancia de la propia existencia tras la muerte de uno más allá del recuerdo familiar.
Las Tríadas:
Nuestro número mágico por excelencia, la cifra que expresaba nuestra visión del mundo, es el tres.
Lo encontramos repetido hasta la saciedad en nuestros mitos.
Se le representa gráficamente como un triskel, símbolo solar de tres brazos derivado de la rueda y, como tal, emparentado con la también antigua y venerable swastika -la cual, a pesar de su bondad y universalidad, sigue arrastrando una imagen negativa, en especial en Europa, EE.UU. e Israel por su mal uso durante la Segunda Guerra Mundial-.
En el triskel aparece la doble espiral involutiva/evolutiva de su famoso equivalente oriental del Yin-Yang, pero conteniendo además una tercera espiral que supone la genuina aportación céltica a la diferencia entre la espiritualidad de Oriente y la de Occidente.
En el Este, los hombres se someten a la acción de las dos grandes fuerzas que se alternan para mantener viva la estructura del universo: el Bien y el Mal, representados por el día y la noche, el blanco y el negro, el hombre y la mujer, la vida y la muerte...
En el Yin-Yang, un punto blanco aparece en medio del negro y un punto negro en medio del blanco, mostrando de este modo la imposibilidad de que alguna vez pueda ganar uno de los dos principios; su lucha ha de ser por fuerza eterna porque la Vida nace de la fricción entre ambos, y si cualquiera de los dos llegara a triunfar por completo sobre el otro, el mundo quedaría destruido automáticamente: no podría seguir existiendo al perder su misma razón de ser.
Por eso el camino espiritual oriental hace referencia al reconocimiento de esta colosal e interminable lucha, y propone como preceptos fundamentales su aceptación y la humillación humana ante ella.
El oriental debe renunciar a todo, abandonar la ilusión de las cosas materiales el maya que nada importa y a nada conduce, y disolverse en la nada primigenia.
En el Oeste, surge un camino diferente representado por ese triskel que incluye una tercera espiral, la cual no es otra cosa sino el símbolo del hombre que se ha trascendido a sí mismo hasta liberarse de las dos fuerzas poderosas y, equiparándose a ellas, convertirse o, mejor, integrarse en Dios. Es algo sencillo y complejo a la vez.
No se trata de acumular poder y ejercerlo como un tirano, arbitrariamente, sino de someterse a la Naturaleza, reconocerse como obrero de ella y, de acuerdo con sus leyes, acumular Voluntad -representada en la espada que utilizan todos los grandes héroes- y progresar en lo espiritual hasta alcanzar la cumbre.
Así, para los celtas entre el Bien y el Mal está la Indecisión, momento supremo en el que el hombre puede escoger su destino, orientándose hacia un lado o hacia el otro; entre el día y la noche existe "la hora indeterminada", al alba o en el crepúsculo, cuando es más fácil entablar contacto con los seres sobrenaturales, entre el blanco y el negro hay muchos matices de gris; entre el hombre y la mujer está el hijo, la obra que los une y a la vez los separa y trasciende..., y entre la vida y la muerte, entre el ciclo de vidas y de muertes, está el Otro Mundo, el lugar donde el alma repose y hace balance antes de seguir adelante con su gran y eterna aventura.
Todo ello contrasta sólo en apariencia con el afán oriental de disolverse en el Pozo del que salió la creación entera, a fin de reunirse con la divinidad porque, en realidad, si el occidental prefiere crecer hasta el Cielo es para conseguir el mismo objetivo.
De esta forma, el enano y el gigante siguen diferentes caminos aunque ambos marchan hacia idéntico fin, pues saben que Dios está en todas partes, al principio y al final, y que los extremos se tocan, por extrañas que puedan ser las paradojas aparentes del mundo.
Este camino espiritual occidental tampoco es exclusivo de los celtas: sólo que es más fácil reconocerlo en nuestros mitos que en los de otras culturas semejantes.
Nos limitamos, en el fondo, a seguir una tradición indoaria que se refleja en pueblos anteriores al nuestro y que se prolongará en otros posteriores.
Entre los celtas distinguimos tríadas como la de Tutatis, Esus y Taranis -los tres grandes dioses galos-, la de Galahad, Perceval y Boores -los únicos caballeros de Arturo que encontrarán el Grial tras espectaculares aventuras- o los innumerables grupos de tres personajes de la leyenda galesa que se recogen en los textos mitológicos conocidos como los Mabinogion.
Pero antes las hubo entre los egipcios -la más famosa de las cuales es la compuesta por Osiris, Isis y Horus-, los persas -Mitra, Ormuz y Ahrimán- o los hindúes -Rama, Visnú y Shiva-.
Y después las veremos entre los griegos -Cronos, Ceo y Océano son los tres hijos de los primitivos Urano y Gaya- o los cristianos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que van más allá de la primera dualidad entre el dios hebreo y su adversario Satanás.
Muchos dioses y guerreros celtas han de repetir tres veces la misma acción concreta antes de poder cosechar las ventajas que esperan de ella; han de enfrentarse con tres tipos de animales, seres malignos o incluso calamidades naturales diferentes, en ocasiones, han de rematar tres veces una aventura antes de darla por buena o realizar tres actos heroicos en varios lugares -distintos sólo en la forma, pues en lo profundo se trata siempre del mismo o bien repetirlos durante tres días consecutivos.
Los viajes:
Casi la totalidad de los grandes protagonistas de los mitos célticos se ve obligados a emprender algún viaje importante durante sus aventuras, en algunos casos, el viaje en sí constituye la aventura.
Siempre hay que entenderlo como un peregrinaje personal del héroe cuya meta es lo que menos importa -por lo demás, suele acabar mal..., si pensamos que la muerte es algo malo, ya que lo esencial es el conocimiento que se extrae de la excursión a otros lugares y cómo se aplica y transmite a los demás.
Puentes, ciudades sumergidas y cabezas cortadas:
Estas leyendas muestran que los seres sobrenaturales, con los que hay que relacionarse más a menudo de lo que a los propios celtas nos gustaría, viven en lugares de nombres sugerentes y de alguna forma relacionados con el agua; islas, por lo común.
La Tierra de las Promesas, la Tierra de las Mujeres, la Isla de las Dos Brumas, la Isla de las Manzanas -Avalon-, etc.
Para llegar a ellos hay que arriesgarse en la mar, esto es, en el mundo emocional, el mismo océano primordial al que pertenece el mito y del que nace la primera vida.
Pero, aunque tengamos noticia de viajes marineros, se sabe que los barcos no nos agradaban de forma especial. ¡Cuando en alguna de nuestras expediciones hemos de cruzar un curso de agua más ancho que el Tajo, la descripción del viaje adquiere proporciones épicas!
Y si se trata de atravesar un simple río, cobra especial interés todo lo relacionado con los vados y los puentes. Siempre que aparece uno de estos elementos estamos ante una frontera con el más allá.
En uno de los relatos de los Mabinogion aparecen, separados por un río dos rebaños de corderos: uno blanco y otro negro.
Cuando uno blanco balaba, uno negro atravesaba el vado y se volvía blanco. Y viceversa.
Es una ilustración poética de la doctrina druídica de la transmigración de las almas.
El puente es objeto de prohibición de paso en las leyendas medievales: luchar sobre él o sobre el vado asociado es un combate mágico; por eso muchos caballeros novatos buscaban una especie de iniciación en el camino de las armas cobrando peaje en el puente y combatiendo a quien se negara a abonarlo.
El agua aparece también en relación con la fertilidad y por tanto con la subsistencia.
No habrá cosechas si no hay lluvias en la cantidad adecuada. ¿Quién se encarga de enviar el suficiente líquido elemento? Los seres sobrenaturales, por supuesto.
El agua es también un símbolo femenino, así que no nos debe extrañar que la responsable última de su poder sea siempre una mujer.
En realidad, la inmersión significa la puesta en seguro, la ocultación de secretos o de ciertas tradiciones por parte de la mujer -o lo que es lo mismo, la sociedad matriarcal y pagana, en declive- que sufre el acoso o la violencia del hombre -la sociedad patriarcal y judeorromana, en expansión- y se ve obligada a enterar su legado bajo el agua, en un mundo abstracto, emotivo e instintivo.
También ha habido algún autor que ha sugerido la posibilidad de que esta obsesión por las ciudades sumergidas permita rastrear la huella de un cataclismo natural auténtico acaecido hacia el final de la Edad del Bronce.
Según esta teoría, el desecamiento de las costas del Báltico y del mar del Norte habría provisto de tierras nuevas en forma de marismas a los pueblos célticos, que se instalaron en ellas y que luego tuvieron que retirarse precipitadamente cuando una brusca elevación en el nivel de las aguas inundó las ciudades fundadas junto a la nueva línea de costa.
Esto podría explicar también nuestro miedo al mar, como reflejan numerosos poemas y rituales mágicos. Hay constancia de que navegabamos, porque nuestra cultura se extendió más allá del continente y porque existieron pueblos como los celtas vénetos -en el noroeste de Francia; no confundir con las gentes del mismo nombre ubicadas en el territorio donde hoy se levanta Venecia-, que el mismo César nos dice disponían de una flota de veleros. Pero no era su actividad favorita.
EL MAS ALLÁ CELTA:
Lucano dice que la creencia en la existencia de otra vida de los galos, no era de una vida en un paraíso celeste, ni siquiera en un mundo subterráneo.
Creíamos que tras la muerte ibamos a vivir alio orbi, es decir, a otro continente o país separado del mundo de los vivos, tal vez localizado fuera del disco terrestre que era la tierra según los antiguos.
Los muertos iban a habitar más allá del Océano, al sudoeste, allí donde el sol se oculta.
Era una región maravillosa cuyas alegrías y seducciones sobrepasaban con mucho a las de este mundo.
Los hombres procedían de este país maravilloso, al que en irlandés se llamó Tire Beo o "tierras de los vivos", Tir N-aill o "la otra tierra", Mag Mar o "gran llanura" y también Mag Meld "llanura agradable".
En las creencias cristianas, no había correspondencia alguna para estos nombres paganos, por lo que los cronistas cristianos de Irlanda, los sustituyeron por el nombre latino de la península ibérica: "HISPANIA".
A partir del siglo X, época en la que se escribieron las crónicas de Irlanda, ya había penetrado este nombre en Irlanda y por eso se afirmó que Partolón (jefe mítico de los primeros habitante de la isla) y sus compañeros provenían de Hispania.
Un pasaje de Procopio de Cesarea (historiador de Justiniano) dice, que había todo a lo largo de la costa norte de la Galia, pescadores ocupados únicamente en llevar las almas a la Isla de los Muertos.
Esta creencia en una isla o continente separado de los vivos, no nos hizo olvidar a los celtas nuestras primitivas creencias en un reino de los muertos situado debajo de la tierra, así como entre los germanos la idea del Walhalla celeste no sustituyó enteramente la primitiva idea de los infiernos.
Los Celtas conocíamos también un infierno, al que imaginabamos como un lugar húmedo y frío muy semejante al Helheim de los germanos.
Cultos:
El roble juega un gran papel en la mitología popular, sobre todo como árbol de virtudes medicinales. El roble sana a los enfermos sólo frotándose contra su tronco o durmiendo sobre sus ramas.
Cuando un niño, por ejemplo, padece de una hernia o de otra enfermedad, hienden el tronco de un roble de cuatro a seis años de manera que permita pasar al niño por la abertura.
El padre del niño se pone de un lado y la madrina del otro, después pasa el primero al niño desnudo y lo recoje la madrina, que una vez fajado se lo entrega a la madre.
Después se ata fuertemente el tronco del árbol y si éste cierra, es señal de que cura el niño y, en caso contrario, la enfermedad no tiene remedio alguno. La importancia que el roble tiene para nuestro pueblo gallego indica bien que fue un árbol unido a las primitivas prácticas religiosas.
Otro aspecto importante en nuestras prácticas religiosas era el culto a los antepasados.
Los celtas teníamos temor al alma de los que ya no existían. Hoy los campesinos gallegos creemos que las almas andan errantes en torno de la morada de los hombres, guardamos el religioso temor en nuestro corazón que nos causa la aparición nocturna del alma de nuestros antepasados.
El religioso temor a los antepasados es instintivo, tanto en el hombre del campo como en el de las ciudades, y nuestro respeto a los antepasados también. Sentimos dolor si hablamos de los que amabamos y han partido para siempre.
Cuando hablamos de los muertos se nota que nunca se rompe la misteriosa cadena que une el padre al hijo, ni en la vida futura, ni en la tierra, ni en el reino de las sombras, que siguen unidos, aunque son invisibles.
Mientras uno vive es evidente que conserva en sí mismo y en su propia vida psíquica algo que pertenece a los que ya no son y vienen a ser como si fueran uno mismo.
La muerte no es nunca para la gente campesina el completo aniquilamiento, ni la separación eterna: siempre creímos que la muerte era sólo un instante de suave tristeza y no más que un momento en toda la vida.
Pronto volveremos a unirnos, pronto nos hallaremos en aquellos misteriosos lugares en que deben encontrarse los que se amaron para no separarse jamás.
Otro culto importante es el del fuego.
El rasgo esencial de la antigua adoración del fuego va unido al culto universal del hogar.
En un culto se cubre el fuego todas las noches y se enciende el del día siguiente con el de la víspera.
Dejarlo morir es un sacrilegio y se paga caro. Si por descuido el fuego Ilega a apagarse, es grande el disgusto que se apodera de la familia, pues la desgracia persigue ya de cerca la casa y a los que la habitan.
Para que esto no suceda, cuidamos con notable esmero de mantenerlo vivo durante todo el año.
El fuego debe ser encendido con maderas blancas.
Símbolo de la pureza.
El fuego del hogar puede también significar la unión.
Así, si el hombre solicita ante el fuego a la joven, ésta responde: "Home, que nos ve õ lume!" Con esta frase lo personificamos y le damos una conciencia y lo miramos como ser superior al cual no debe ofenderse.
El fuego reúne las afecciones más caras al hombre, sobre todo al hombre primitivo ya que él confunde, en un mismo generoso abrazo, el respeto a los antepasados, el amor a la descendecia, la adoración al elemento que simboliza todo cuanto es grato a nuestro corazón y compendia todas nuestras predilecciones.
El hogar es la patria del hombre, los de su sangre son su pueblo, su dios el fuego que arde sobre la piedra del hogar, vivo y eterno mientras la familia dura. La función del fuego se entiende primero como protector de la familia y después como dios.
Era cosa corriente que desde el día de Navidad hasta el primero de enero ardiese en el hogar el gran leño que tenía el nombre de Tizón de Navidad.
Según la creencia popular, sus cenizas eran buenas para curar calenturas, para nosotros la enfermedad por excelencia.
En este culto se puede hoy ver una manifestación y es que con ella continuaba el culto del los antepasados y el druídico de la encina.
Es probable que el tizón se encendiera para que el fuego fuese más vivo en aquellos días de regocijo y que las almas de los padres viniesen a visitar a los suyos, tuviesen un calor más grande y un más puro.
Así tiene un doble símbolo, el de la integridad de la familia y el de la adoración de los dioses.
En el mismo sentido, se puede destacar el culto del agua, que tiene la función de ser creadora y purificadora, un símbolo de la nueva vida.
Venus, o Afrodita, sale de las espumas del mar en la mitología griega, la cual fue influida por la mitología celta.
Pero esta no es la única influencia ya que en la religión cristiana, en la Biblia, el diluvio purificó la tierra de los pecados de los hombres.
El agua de lluvia es sagrada por venir del cielo, de los dioses. Con este agua la naturaleza puede crecer. Las fuentes son sagradas porque se ven en su espejo verdades sobre uno mismo que no se pueden ver de otra manera.
Todavía hoy tenemos "fuentes" sagradas, se ve en cada iglesia católica: el agua bendita.
Todas las aguas están pobladas de genios y espíritus protectores.
En la noche de San Juan las aguas corrientes tienen una doble virtud: sanan a la gente y, en esta noche feliz, se realizan todas las maravillas y milagros cuando uno está cerca de un río.
La virtud más alta la tiene el mar, que limpia nuestro cuerpo de los gérmenes, de las enfermedades y de demás impurezas.
Pero los diversos cultos no acaban aquí sino que hay que seguir mencionando otros como el de los astros.
En la doctrina céltica la noche precede al día y así el astro nocturno toma sobre el diurno una importancia que sirve para señalar la antigüedad de todos aquellos mitos en que la luna aparece como superior al sol.
Se dice que la noche es devorada porque en realidad las eternas tinieblas del caos, la larga noche de la creación, solo pudo ser disipada por la luz todopoderosa del sol.
Todo cuanto se refiere al astro solar, le presenta como principio activo, como señor, como único, mientras que la luna es mostrada como principio pasivo, como vencida, como esposa, en una palabra como secundaria.
En un romance se describe el nacimiento y el curso diario del astro rey: el día va en su carro, aparece como una cosa inmaterial diversa del sol que le sigue.
Pueblan la noche las almas en pena a las cuales guía un ángel triste con todo su acompañamiento de trasgos y visiones.
Amanece, y otro ángel hermosísimo va disipando las sombras y con ellas huyen y se ocultan los malos espíritus apareciendo entonces en el horizonte el día, sentado en un carro resplandeciente.
Las horas personificadas en hermosas vírgenes, le acompañan en grupos de cuatro en cuatro.
Las de la mañana le preceden, van a su lado las del mediodía, y de las de la tarde tres danzan alrededor de él.
Detrás de la primera carroza aparece la que es tirada por dos enormes leones y en la cual el astro rey aparece personificado en un hermoso mancebo con barba y cabellos de un rubio dorado, de los cuales salen los rayos solares. Así permanece la imagen del astro rey, o del sol, como astro superior.
La luna está unida al principio femenino.
Cuando se trata de un culto de la luna, la mayor parte de los anatemas se refieren a actos ejecutados tan solamente por mujeres.
La luna y las estrellas son también símbolos del amor y la fortuna.
La fortuna cambiando como también cambian los astros que se creen inmutables, se compara con los astros, con lo que hay de más mudable en la tierra, con el amor y la fortuna.
La mitología celta es una serie de relatos de la aparente religión de los celtas durante la edad de hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos, esta mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Los nombres de cientos de dioses son conocidos, pero la mayoría parecen ser deidades locales. Durante el período romano, muchas deidades celtas fueron identificados con dioses romanos.
Uno de los más importantes llamado Lugh en Irlanda, fue identificado como Mercurio .
A él se le atribuye la invención de todas las artes, guía de los caminos y viajes, y virtud para las ganancias del dinero y comercio.
Luego están: Apolo, cura enfermedades; Júpiter, gobierna el cielo y Marte preside la guerra. A éste le ofrecen los despojos del enemigo al entrar en batalla. Dicen los galos que son todos hijos de Plutón.
El ciclo mitológico celta puede ser dividido en cuatro grandes divisiones.
La primera es el ciclo histórico-mitológico.:
Dos textos importantes son parte de este ciclo: The Lebhar Gahbla (libro de invasiones), una historia mitológica de Irlanda; y The Dinnshenchas (Historia de Lugares), una geografía mitológica de Irlanda.
El principal tema en el ciclo Histórico-mitológico concierne a la gente de Irlanda y las fortunas de The Tuatha De Danann (Gente de la divinidad Danann), quienes fueron los ancestros mitológicos de los irlandeses.
La segunda división es el cielo de Ulster.
Estos mitos son historias de los guerreros del Rey Conchobar.
Los temas se basan en el honor y prestigio que envuelven las muertes heroicas y el héroe Cuchulain (o Cuchulainn).
La tercera división es el ciclo Fenian que cuenta las hazañas de Finn Mac Cumbail y sus compañeros.
La última división se refiere a la institución y fundación de los grandes y menores reyes de Irlanda. Existen otras dos divisiones referentes a cuentos folklóricos.
Claves para comprender el mito celta:
Los Celtas somos, con diferencia, unos de los hombres más religiosos de la antigüedad conocida, si exceptuamos a los egipcios de las primeras dinastías.
Lejos de nuestra imagen de guerreros palurdos, belicosos, saqueadores y siempre ebrios que nos han transmitido los romanos, nuestra vida estaba orientada casi constantemente hacia el mundo mágico y el espiritual por el sistema semiteocrático impuesto desde el druidismo, esa prodigiosa organización religiosa que supo dotar a la civilización en la cual se desarrolló de una comprensión mitológica de la existencia.
El mito en sí no deja de ser, en su origen, un tipo de historia sagrada; es decir, pertenece no sólo al ser humano sino a las entidades por encima de él, a las divinidades. Es una tradición sacra, lo que se conoce como la revelación primordial.
En torno a nosotros, los celtas, todo era prodigioso y devenía de algún tipo de encantamiento: desde nuestros propios e inciertos orígenes hasta los bosques o los animales con los que convivíamos, desde los combates con el enemigo o las expediciones al confín del mundo hasta nuestro calendario de fiestas.
Los dioses se manifestaban en todo momento y, si no eran ellos, lo hacían entidades de otros planos, como las del mundo feérico: las hadas, los elfos o cualquier otro.
La vida no podía considerarse otra cosa que una mera transición más o menos entretenida hasta el momento de la muerte, que se aceptaba sin complejos ni culpas ya que ella no constituía más que un paso previo a la existencia en el Otro Mundo.
En algunos textos se sugiere la creencia en la reencarnación aunque no está muy claro si los celtas la entendíamos tal y como hoy lo hacemos, tras su reciente re-importación durante el decenio de los años sesenta.
De todas formas, se trata de un concepto de origen indoario igual que nosotros, así que resulta muy factible que la trajeramos con nosotros cuando llegamos a Europa o incluso que existiera entre algunos pueblos aquí asentados con anterioridad.
Sabemos que estuvo muy enraizada en amplias zonas del Viejo Continente, hasta el punto de que el Concilio de Nicea -en el año 325 d. de C.- tuvo que definir lo que había que entender de forma obligatoria como la sustancia divina de Cristo, en contra de las objeciones de los arrianos, al tiempo que condenaba la idea reencarnacionista de forma explícita por enfrentarse al dogma cristiano.
Para nosotros, los celtas, la vida significaba movimiento y dinamismo y por ello no había alternativa posible: descartada la opción de quedarse quieto, so pena de ser destruido por el incesante oleaje de la existencia, lo único que quedaba por hacer era cabalgar sobre éste.
Es otro puente a través del espacio y del tiempo con la filosofía oriental, según la cual el cambio es lo único que nunca cambia en el mundo.
De aquí arranca nuestro desapego hacia lo material y nuestra comprensión de cuanto de pasajero tiene esta vida, expresado en la ausencia de grandes asentamientos permanentes, de impresionantes templos físicos de piedra o de la simple necesidad de dejar constancia de la propia existencia tras la muerte de uno más allá del recuerdo familiar.
Las Tríadas:
Nuestro número mágico por excelencia, la cifra que expresaba nuestra visión del mundo, es el tres.
Lo encontramos repetido hasta la saciedad en nuestros mitos.
Se le representa gráficamente como un triskel, símbolo solar de tres brazos derivado de la rueda y, como tal, emparentado con la también antigua y venerable swastika -la cual, a pesar de su bondad y universalidad, sigue arrastrando una imagen negativa, en especial en Europa, EE.UU. e Israel por su mal uso durante la Segunda Guerra Mundial-.
En el triskel aparece la doble espiral involutiva/evolutiva de su famoso equivalente oriental del Yin-Yang, pero conteniendo además una tercera espiral que supone la genuina aportación céltica a la diferencia entre la espiritualidad de Oriente y la de Occidente.
En el Este, los hombres se someten a la acción de las dos grandes fuerzas que se alternan para mantener viva la estructura del universo: el Bien y el Mal, representados por el día y la noche, el blanco y el negro, el hombre y la mujer, la vida y la muerte...
En el Yin-Yang, un punto blanco aparece en medio del negro y un punto negro en medio del blanco, mostrando de este modo la imposibilidad de que alguna vez pueda ganar uno de los dos principios; su lucha ha de ser por fuerza eterna porque la Vida nace de la fricción entre ambos, y si cualquiera de los dos llegara a triunfar por completo sobre el otro, el mundo quedaría destruido automáticamente: no podría seguir existiendo al perder su misma razón de ser.
Por eso el camino espiritual oriental hace referencia al reconocimiento de esta colosal e interminable lucha, y propone como preceptos fundamentales su aceptación y la humillación humana ante ella.
El oriental debe renunciar a todo, abandonar la ilusión de las cosas materiales el maya que nada importa y a nada conduce, y disolverse en la nada primigenia.
En el Oeste, surge un camino diferente representado por ese triskel que incluye una tercera espiral, la cual no es otra cosa sino el símbolo del hombre que se ha trascendido a sí mismo hasta liberarse de las dos fuerzas poderosas y, equiparándose a ellas, convertirse o, mejor, integrarse en Dios. Es algo sencillo y complejo a la vez.
No se trata de acumular poder y ejercerlo como un tirano, arbitrariamente, sino de someterse a la Naturaleza, reconocerse como obrero de ella y, de acuerdo con sus leyes, acumular Voluntad -representada en la espada que utilizan todos los grandes héroes- y progresar en lo espiritual hasta alcanzar la cumbre.
Así, para los celtas entre el Bien y el Mal está la Indecisión, momento supremo en el que el hombre puede escoger su destino, orientándose hacia un lado o hacia el otro; entre el día y la noche existe "la hora indeterminada", al alba o en el crepúsculo, cuando es más fácil entablar contacto con los seres sobrenaturales, entre el blanco y el negro hay muchos matices de gris; entre el hombre y la mujer está el hijo, la obra que los une y a la vez los separa y trasciende..., y entre la vida y la muerte, entre el ciclo de vidas y de muertes, está el Otro Mundo, el lugar donde el alma repose y hace balance antes de seguir adelante con su gran y eterna aventura.
Todo ello contrasta sólo en apariencia con el afán oriental de disolverse en el Pozo del que salió la creación entera, a fin de reunirse con la divinidad porque, en realidad, si el occidental prefiere crecer hasta el Cielo es para conseguir el mismo objetivo.
De esta forma, el enano y el gigante siguen diferentes caminos aunque ambos marchan hacia idéntico fin, pues saben que Dios está en todas partes, al principio y al final, y que los extremos se tocan, por extrañas que puedan ser las paradojas aparentes del mundo.
Este camino espiritual occidental tampoco es exclusivo de los celtas: sólo que es más fácil reconocerlo en nuestros mitos que en los de otras culturas semejantes.
Nos limitamos, en el fondo, a seguir una tradición indoaria que se refleja en pueblos anteriores al nuestro y que se prolongará en otros posteriores.
Entre los celtas distinguimos tríadas como la de Tutatis, Esus y Taranis -los tres grandes dioses galos-, la de Galahad, Perceval y Boores -los únicos caballeros de Arturo que encontrarán el Grial tras espectaculares aventuras- o los innumerables grupos de tres personajes de la leyenda galesa que se recogen en los textos mitológicos conocidos como los Mabinogion.
Pero antes las hubo entre los egipcios -la más famosa de las cuales es la compuesta por Osiris, Isis y Horus-, los persas -Mitra, Ormuz y Ahrimán- o los hindúes -Rama, Visnú y Shiva-.
Y después las veremos entre los griegos -Cronos, Ceo y Océano son los tres hijos de los primitivos Urano y Gaya- o los cristianos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que van más allá de la primera dualidad entre el dios hebreo y su adversario Satanás.
Muchos dioses y guerreros celtas han de repetir tres veces la misma acción concreta antes de poder cosechar las ventajas que esperan de ella; han de enfrentarse con tres tipos de animales, seres malignos o incluso calamidades naturales diferentes, en ocasiones, han de rematar tres veces una aventura antes de darla por buena o realizar tres actos heroicos en varios lugares -distintos sólo en la forma, pues en lo profundo se trata siempre del mismo o bien repetirlos durante tres días consecutivos.
Los viajes:
Casi la totalidad de los grandes protagonistas de los mitos célticos se ve obligados a emprender algún viaje importante durante sus aventuras, en algunos casos, el viaje en sí constituye la aventura.
Siempre hay que entenderlo como un peregrinaje personal del héroe cuya meta es lo que menos importa -por lo demás, suele acabar mal..., si pensamos que la muerte es algo malo, ya que lo esencial es el conocimiento que se extrae de la excursión a otros lugares y cómo se aplica y transmite a los demás.
Puentes, ciudades sumergidas y cabezas cortadas:
Estas leyendas muestran que los seres sobrenaturales, con los que hay que relacionarse más a menudo de lo que a los propios celtas nos gustaría, viven en lugares de nombres sugerentes y de alguna forma relacionados con el agua; islas, por lo común.
La Tierra de las Promesas, la Tierra de las Mujeres, la Isla de las Dos Brumas, la Isla de las Manzanas -Avalon-, etc.
Para llegar a ellos hay que arriesgarse en la mar, esto es, en el mundo emocional, el mismo océano primordial al que pertenece el mito y del que nace la primera vida.
Pero, aunque tengamos noticia de viajes marineros, se sabe que los barcos no nos agradaban de forma especial. ¡Cuando en alguna de nuestras expediciones hemos de cruzar un curso de agua más ancho que el Tajo, la descripción del viaje adquiere proporciones épicas!
Y si se trata de atravesar un simple río, cobra especial interés todo lo relacionado con los vados y los puentes. Siempre que aparece uno de estos elementos estamos ante una frontera con el más allá.
En uno de los relatos de los Mabinogion aparecen, separados por un río dos rebaños de corderos: uno blanco y otro negro.
Cuando uno blanco balaba, uno negro atravesaba el vado y se volvía blanco. Y viceversa.
Es una ilustración poética de la doctrina druídica de la transmigración de las almas.
El puente es objeto de prohibición de paso en las leyendas medievales: luchar sobre él o sobre el vado asociado es un combate mágico; por eso muchos caballeros novatos buscaban una especie de iniciación en el camino de las armas cobrando peaje en el puente y combatiendo a quien se negara a abonarlo.
El agua aparece también en relación con la fertilidad y por tanto con la subsistencia.
No habrá cosechas si no hay lluvias en la cantidad adecuada. ¿Quién se encarga de enviar el suficiente líquido elemento? Los seres sobrenaturales, por supuesto.
El agua es también un símbolo femenino, así que no nos debe extrañar que la responsable última de su poder sea siempre una mujer.
En realidad, la inmersión significa la puesta en seguro, la ocultación de secretos o de ciertas tradiciones por parte de la mujer -o lo que es lo mismo, la sociedad matriarcal y pagana, en declive- que sufre el acoso o la violencia del hombre -la sociedad patriarcal y judeorromana, en expansión- y se ve obligada a enterar su legado bajo el agua, en un mundo abstracto, emotivo e instintivo.
También ha habido algún autor que ha sugerido la posibilidad de que esta obsesión por las ciudades sumergidas permita rastrear la huella de un cataclismo natural auténtico acaecido hacia el final de la Edad del Bronce.
Según esta teoría, el desecamiento de las costas del Báltico y del mar del Norte habría provisto de tierras nuevas en forma de marismas a los pueblos célticos, que se instalaron en ellas y que luego tuvieron que retirarse precipitadamente cuando una brusca elevación en el nivel de las aguas inundó las ciudades fundadas junto a la nueva línea de costa.
Esto podría explicar también nuestro miedo al mar, como reflejan numerosos poemas y rituales mágicos. Hay constancia de que navegabamos, porque nuestra cultura se extendió más allá del continente y porque existieron pueblos como los celtas vénetos -en el noroeste de Francia; no confundir con las gentes del mismo nombre ubicadas en el territorio donde hoy se levanta Venecia-, que el mismo César nos dice disponían de una flota de veleros. Pero no era su actividad favorita.
EL MAS ALLÁ CELTA:
Lucano dice que la creencia en la existencia de otra vida de los galos, no era de una vida en un paraíso celeste, ni siquiera en un mundo subterráneo.
Creíamos que tras la muerte ibamos a vivir alio orbi, es decir, a otro continente o país separado del mundo de los vivos, tal vez localizado fuera del disco terrestre que era la tierra según los antiguos.
Los muertos iban a habitar más allá del Océano, al sudoeste, allí donde el sol se oculta.
Era una región maravillosa cuyas alegrías y seducciones sobrepasaban con mucho a las de este mundo.
Los hombres procedían de este país maravilloso, al que en irlandés se llamó Tire Beo o "tierras de los vivos", Tir N-aill o "la otra tierra", Mag Mar o "gran llanura" y también Mag Meld "llanura agradable".
En las creencias cristianas, no había correspondencia alguna para estos nombres paganos, por lo que los cronistas cristianos de Irlanda, los sustituyeron por el nombre latino de la península ibérica: "HISPANIA".
A partir del siglo X, época en la que se escribieron las crónicas de Irlanda, ya había penetrado este nombre en Irlanda y por eso se afirmó que Partolón (jefe mítico de los primeros habitante de la isla) y sus compañeros provenían de Hispania.
Un pasaje de Procopio de Cesarea (historiador de Justiniano) dice, que había todo a lo largo de la costa norte de la Galia, pescadores ocupados únicamente en llevar las almas a la Isla de los Muertos.
Esta creencia en una isla o continente separado de los vivos, no nos hizo olvidar a los celtas nuestras primitivas creencias en un reino de los muertos situado debajo de la tierra, así como entre los germanos la idea del Walhalla celeste no sustituyó enteramente la primitiva idea de los infiernos.
Los Celtas conocíamos también un infierno, al que imaginabamos como un lugar húmedo y frío muy semejante al Helheim de los germanos.
Cultos:
El roble juega un gran papel en la mitología popular, sobre todo como árbol de virtudes medicinales. El roble sana a los enfermos sólo frotándose contra su tronco o durmiendo sobre sus ramas.
Cuando un niño, por ejemplo, padece de una hernia o de otra enfermedad, hienden el tronco de un roble de cuatro a seis años de manera que permita pasar al niño por la abertura.
El padre del niño se pone de un lado y la madrina del otro, después pasa el primero al niño desnudo y lo recoje la madrina, que una vez fajado se lo entrega a la madre.
Después se ata fuertemente el tronco del árbol y si éste cierra, es señal de que cura el niño y, en caso contrario, la enfermedad no tiene remedio alguno. La importancia que el roble tiene para nuestro pueblo gallego indica bien que fue un árbol unido a las primitivas prácticas religiosas.
Otro aspecto importante en nuestras prácticas religiosas era el culto a los antepasados.
Los celtas teníamos temor al alma de los que ya no existían. Hoy los campesinos gallegos creemos que las almas andan errantes en torno de la morada de los hombres, guardamos el religioso temor en nuestro corazón que nos causa la aparición nocturna del alma de nuestros antepasados.
El religioso temor a los antepasados es instintivo, tanto en el hombre del campo como en el de las ciudades, y nuestro respeto a los antepasados también. Sentimos dolor si hablamos de los que amabamos y han partido para siempre.
Cuando hablamos de los muertos se nota que nunca se rompe la misteriosa cadena que une el padre al hijo, ni en la vida futura, ni en la tierra, ni en el reino de las sombras, que siguen unidos, aunque son invisibles.
Mientras uno vive es evidente que conserva en sí mismo y en su propia vida psíquica algo que pertenece a los que ya no son y vienen a ser como si fueran uno mismo.
La muerte no es nunca para la gente campesina el completo aniquilamiento, ni la separación eterna: siempre creímos que la muerte era sólo un instante de suave tristeza y no más que un momento en toda la vida.
Pronto volveremos a unirnos, pronto nos hallaremos en aquellos misteriosos lugares en que deben encontrarse los que se amaron para no separarse jamás.
Otro culto importante es el del fuego.
El rasgo esencial de la antigua adoración del fuego va unido al culto universal del hogar.
En un culto se cubre el fuego todas las noches y se enciende el del día siguiente con el de la víspera.
Dejarlo morir es un sacrilegio y se paga caro. Si por descuido el fuego Ilega a apagarse, es grande el disgusto que se apodera de la familia, pues la desgracia persigue ya de cerca la casa y a los que la habitan.
Para que esto no suceda, cuidamos con notable esmero de mantenerlo vivo durante todo el año.
El fuego debe ser encendido con maderas blancas.
Símbolo de la pureza.
El fuego del hogar puede también significar la unión.
Así, si el hombre solicita ante el fuego a la joven, ésta responde: "Home, que nos ve õ lume!" Con esta frase lo personificamos y le damos una conciencia y lo miramos como ser superior al cual no debe ofenderse.
El fuego reúne las afecciones más caras al hombre, sobre todo al hombre primitivo ya que él confunde, en un mismo generoso abrazo, el respeto a los antepasados, el amor a la descendecia, la adoración al elemento que simboliza todo cuanto es grato a nuestro corazón y compendia todas nuestras predilecciones.
El hogar es la patria del hombre, los de su sangre son su pueblo, su dios el fuego que arde sobre la piedra del hogar, vivo y eterno mientras la familia dura. La función del fuego se entiende primero como protector de la familia y después como dios.
Era cosa corriente que desde el día de Navidad hasta el primero de enero ardiese en el hogar el gran leño que tenía el nombre de Tizón de Navidad.
Según la creencia popular, sus cenizas eran buenas para curar calenturas, para nosotros la enfermedad por excelencia.
En este culto se puede hoy ver una manifestación y es que con ella continuaba el culto del los antepasados y el druídico de la encina.
Es probable que el tizón se encendiera para que el fuego fuese más vivo en aquellos días de regocijo y que las almas de los padres viniesen a visitar a los suyos, tuviesen un calor más grande y un más puro.
Así tiene un doble símbolo, el de la integridad de la familia y el de la adoración de los dioses.
En el mismo sentido, se puede destacar el culto del agua, que tiene la función de ser creadora y purificadora, un símbolo de la nueva vida.
Venus, o Afrodita, sale de las espumas del mar en la mitología griega, la cual fue influida por la mitología celta.
Pero esta no es la única influencia ya que en la religión cristiana, en la Biblia, el diluvio purificó la tierra de los pecados de los hombres.
El agua de lluvia es sagrada por venir del cielo, de los dioses. Con este agua la naturaleza puede crecer. Las fuentes son sagradas porque se ven en su espejo verdades sobre uno mismo que no se pueden ver de otra manera.
Todavía hoy tenemos "fuentes" sagradas, se ve en cada iglesia católica: el agua bendita.
Todas las aguas están pobladas de genios y espíritus protectores.
En la noche de San Juan las aguas corrientes tienen una doble virtud: sanan a la gente y, en esta noche feliz, se realizan todas las maravillas y milagros cuando uno está cerca de un río.
La virtud más alta la tiene el mar, que limpia nuestro cuerpo de los gérmenes, de las enfermedades y de demás impurezas.
Pero los diversos cultos no acaban aquí sino que hay que seguir mencionando otros como el de los astros.
En la doctrina céltica la noche precede al día y así el astro nocturno toma sobre el diurno una importancia que sirve para señalar la antigüedad de todos aquellos mitos en que la luna aparece como superior al sol.
Se dice que la noche es devorada porque en realidad las eternas tinieblas del caos, la larga noche de la creación, solo pudo ser disipada por la luz todopoderosa del sol.
Todo cuanto se refiere al astro solar, le presenta como principio activo, como señor, como único, mientras que la luna es mostrada como principio pasivo, como vencida, como esposa, en una palabra como secundaria.
En un romance se describe el nacimiento y el curso diario del astro rey: el día va en su carro, aparece como una cosa inmaterial diversa del sol que le sigue.
Pueblan la noche las almas en pena a las cuales guía un ángel triste con todo su acompañamiento de trasgos y visiones.
Amanece, y otro ángel hermosísimo va disipando las sombras y con ellas huyen y se ocultan los malos espíritus apareciendo entonces en el horizonte el día, sentado en un carro resplandeciente.
Las horas personificadas en hermosas vírgenes, le acompañan en grupos de cuatro en cuatro.
Las de la mañana le preceden, van a su lado las del mediodía, y de las de la tarde tres danzan alrededor de él.
Detrás de la primera carroza aparece la que es tirada por dos enormes leones y en la cual el astro rey aparece personificado en un hermoso mancebo con barba y cabellos de un rubio dorado, de los cuales salen los rayos solares. Así permanece la imagen del astro rey, o del sol, como astro superior.
La luna está unida al principio femenino.
Cuando se trata de un culto de la luna, la mayor parte de los anatemas se refieren a actos ejecutados tan solamente por mujeres.
La luna y las estrellas son también símbolos del amor y la fortuna.
La fortuna cambiando como también cambian los astros que se creen inmutables, se compara con los astros, con lo que hay de más mudable en la tierra, con el amor y la fortuna.
los dioses:
DIOSES Y DIOSAS
El Olimpo celta, afortunadamente para sus “eternos” habitantes, es un planeta de extensión infinita para que en él puedan vivir, tanto los principales dioses y diosas celtas, como de los semidioses, heroes-dioses, mortales endiosados, druidas, magos, magas y chamanes; reyes convertidos en dioses o dioses que fueron reyes; además de ninfas, duendes y otros familiares surgidos de uniones diversas: dioses con animales; dioses con humanos; humanos con semidioses, etcétera. Todo ello viene a cuento para justificar que, en este apartado, no estén todos los que son, pero si se procurará que, en cada apartado, si sean, al menos, todos los que están.
ELLOS
DAGDA: Sobre el esposo de la diosa madre ya hay referencias al comienzo de este artículo, aunque no por ello se puede pasar de largo. Recordar que su nombre significa “Buen dios” como dios capaz y certero, no en el sentido de bondad. Es el señor del entendimiento y soberanamente fecundo. También es conocido como “Eochu Ollanthir”, que significa “padre universal”. Siendo Sucellos su equivalente galo, posee un mazo (originariamente una porra) que tiene la propiedad de matar por un extremo y resucitar por el otro. También posee un caldero de la abundancia del que “nadie se aleja sin ser saciado” y que, igualmente, tenía capacidad para resucitar a los muertos cuyos cuerpos eran sumergidos en él. Es también el dios de la concepción intelectual, el dios-druida de ciencia perfecta. Otro de sus nombres, “Ruad Rofheasach” (Rojo omniscente) es una alusión a su sitio preponderante en el panteón. Hay quien añade que, junto con la maza y el caldero, el arpa es otro de sus signos-atributos. Es un arpa de oro, es decir, solar, núcleo de toda luz; un instrumento que, al oírlo, puede producir llanto, risa gozosa o adormecimiento. Además, el arpa acude rauda a Dagda cada vez que éste reclama su presencia, tal que si fuera un pájaro, y emite su música sin que nadie la pulse.
En cuanto a los amores de este dios, muy numerosos pues tendía, inevitablemente, a la promiscuidad, se encuentra Boann, su cuñada, casada con su hermano Elcmar. Para poder yacer con ella envía a su hermano a visitar a su yerno Bres y, para gozar con la mujer, detiene el tiempo para su hermano mientras para ambos amantes pasan nueve meses cuyo fruto es Oengus, su hijo, que significa “fuerza única”. Curiosamente cuando el hermano regresa y se encuentra la criaturilla, nada pregunta. Será por si los dioses. De igual forma Dagda es considerado, entre otras paternidades, el progenitor del rey Bodb y de Cermat, padre de Mac Cuill, uno de los tres soberanos que reinaron en Irlanda. En ocasiones también aparece como padre de Brigit en su triple faz: como dama de la fecundidad, como señora de la medicina y los saberes, y como maestra de la lanza.
OGMIOS: Ogmios-Ogmé. Cubre el cuerpo con una piel de león; en la mano derecha empuña una maza y en la izquierda un arco, carcaj y flechas a la espalda, mientras que de su lengua perforada penden un montón de cadenas ensartadas, a su vez, en las orejas de una gran cantidad de personas que le siguen entusiasmadas. Es el dios de la elocuencia, para algunos estudiosos; un gran orador que llevaba a los humanos al campo de batalla y los enardecía. Era hermano de Dagda y hay quien afirma que tiene muchas similitudes con Hércules. El historiador Luciano, al contemplar su representación gala donde Ogma aparece con un corte de pelo a lo “media luna” con un rapado en la frente, de oreja a oreja, dejando largo el cabello en el cogote, lo relacionó con los druidas, de quien era su dios patrono; por otro lado este corte de pelo fue el que mantuvieron los monjes celtas hasta el siglo IX. Un aspecto importante de este dios es que creó la escritura ógmica, formada por caracteres sagrados y usado por druidas de Escocia, Irlanda y algunas partes de Gales. Los “ogams” eran trazos que se aparecían en los bordes de ciertos monumentos o en instrumentos rituales. Cada fonema se representaba con uno o varios trazos ya colocados en forma vertical, ya horizontal, o incluso en ángulo. Finalmente recordar que también, aunque menos, se le conoce como señor de la guerra que conduce a los combatientes hacia el mundo de las tinieblas.
LUG: Se cuenta de este dios que nadie podía soportar el resplandor de su rostro, una característica que lo pone en relación con el sol. De hecho su propio nombre indica “luminoso”. Es el señor de las artes, tanto en tiempo de paz como de guerra, tal es así que su lanza siempre acertaba el blanco. Su arco era el arco iris y la vía Láctea se llamaba, en Irlanda, “La cadena de Lug”, lo cual relacionan, algunos estudiosos, con el camino de Santiago. Su presencia en la Galia, Irlanda y País de Gales es muy distinta. Por ejemplo en la Galia se le recuerda poco pero sobre todo se le sigue la pista en el nombre de algunas ciudades: Lugdunum (Lyon: la fortaleza de Lug). Se cuenta que la ciudad fue fundada en la localización designada por el vuelo de unos cuervos. Las ciudades Ludun, Laon, Lugon, Lugo, son muestra de su presencia.
En Irlanda, sin embargo, Lug está presente en gran parte de su mitología. Se cuenta que, una vez que el rey Nuada volvió al trono, tras ser expulsado Bres, y en medio de una guerra de represalias entre los Tuatha Dé y los Fomore, Lug apareció en solitario ante la puerta del castillo de Nuada y el portero le preguntó qué cualidades pretendía tener para ser admitido entre los dioses. Lug dice, por el siguiente orden, que es “carpintero, herrero, soldado, arpista, poeta, brujo, médico, posadero y broncista”. Sin embargo el portero no le deja pasar pues le contesta que, dentro, ya hay dioses con todas esas capacidades, a lo que Lug matiza que él también las tiene, pero todas juntas. Entonces se le permite pasar y el rey Nuada le desafía a una partida de ajedrez, que Lug gana. Nuada le concede entonces de forma simbólica el trono y lo declara “Samhildanach”, osea, “politécnico” y le deja quedar, en pie, a su lado. A partir de aquí Lug se encarga de hacer el inventario para las batallas y organizar los combates. Lug está armado con una lanza y con una honda. Con esta última mata al gigante Balor, su abuelo materno, reventándole el ojo con una piedra, una de las principales razones por la que fue llamado Lug Lam-Fada “de larga mano”. Tras perder su última batalla, Bres se somete a los dioses irlandeses y promete, a cambio de su vida, prosperidad eterna para Irlanda. En este país se celebra, el 1 de agosto, “Lugnasad” o asamblea de Lug, que algunos eruditos definen como la boda de Lug con la Diosa-Madre. Esta fiesta siguió existiendo hasta después de la cristianización en Irlanda. Finalmente, y respecto al País de Gales, el equivalente es Lleu Llaw Gyffes “el de la mano viva”. Aparece en el Mabinogion de Math, como el hijo incestuoso de Gwydion, el Dagda galés, y de Arianrhod (“Rueda de Plata”), su hermana. Al nacer, Lleu es escondido por su padre y educado en secreto. Una vez ha crecido, su madre lo maldice más, a pesar de esta maldición que le prohibe, entre otras cosas, casarse con una mujer nacida de un hombre, se une a Blodeuwedd (“rostro de flor”), nacida de la magia de Gwydion y del rey Math. La historia no tiene un buen final pues resulta que Blodeuwedd no le es fiel y toma como amante a Gronw Pebyr quien, tratando de matar al honrado esposo, le hiere con una lanza. Lleu se salva, sana y mata a su rival con un golpe de lanza mágica. En lo que respecta a la esposa infiel, es castigada convirtiéndola en lechuza.
CERNNUNOS: Puede significar “el de la cornamenta” o “el de la cabeza de ciervo”, de modo general, pues este punto ha sido muy discutido por los estudiosos de la temática celta. Se cree que es una entidad precelta y se destaca porque el dios aparece con las piernas cruzadas en “la posición de Buda”. Así aparece en el caldero de Gudestrup y en los monumentos de Reims y de Saintes, entre otros. Lleva un torques en el cuello y, en la mano, una manzana o algo parecido a una bolsa. Rodeado de animales salvajes, se destaca una serpiente,-generalmente con cabeza de cordero-, en una de sus manos o bien alrededor de su cuello. Hay quien cree que era un dios de los cazadores mientras otros creen que era el protector de los animales dotados de cuernos. El ciervo aparece como símbolo de fuerza positiva aunque incluso alguien lo relacione con el mundo de los muertos. En el medioevo, en algunas historias, el ciervo vencía al dragón. De modo general se le entiende como rey o dios de los animales, o bien el dios de la magia de la caza o del renacimiento de la naturaleza. Sin embargo, los tres conceptos a un tiempo, resultan incompatibles. Respecto a sus representaciones, para que puedan dar alguna luz sobre su función concreta, se pueden hacer referencia a tres:
---En Reims: Cernunnos libera de una bolsa un “flujo” que parecen granos o bien mondas. Un ciervo y un toro se nutren de él y una rata, colocada sobre el gurpo, parece esperar.
---En París: el pilar de los Nautres de los Parisii lo representa sobre el “dado Cástor-Pollux-Sertrios. Vemos el busto de Cernunnos, calvo y barbudo, los candiles ornamentados con dos torques o con pulseras.
--En Gundesturp los eruditos hicieron conjeturas sobre la procedencia del famoso caldero. En esa pieza Cernunnos reina, sentado con las piernas cruzadas, la cabeza cubierta por dos inmensos cuernos, sostiene en su mano derecha un torques y en la izquierda hay una serpiente con la cabeza de Aries. Un ciervo está a su lado y animales salvajes y peces lo rodean.
Nuada: Rey de los Tuatha Dé Danann, tuvo que renunciar a su cargo tras perder un brazo en una batalla (los gobernantes insulares tenían que ser físicamente perfectos). Durante el tiempo que estuvo inhabilitado fue reemplazado por otro rey, Bress (“El hermoso”), pero al parecer y como era mitad fomoriano, lo cierto es que su reinado no fue bueno para el pueblo a causa de su tacañería y su avaricia. Tras la derrota de los Formorians por los Tuatha, Bress fue perdonado pero sólo si les aconsejaba en cuestiones agrícolas, pues eran éstos buenos guerreros y artesanos, pero del campo apenas sabían nada. Nuadu recuperó el trono después de que Dian-Cecht le fabricara un nuevo brazo, y a partir de entonces fue conocido por el nombre de Nuadu Argatlam (Nuadu el del brazo de plata), pero terminó muy desmoralizado por las continuas batallas con los Formorians y el joven Lugh se hizo cargo del trono. (*) (Este texto aparece ya en otro apartado, ahora se añade algo más). Nuada sostiene el alma que simboliza la función guerrera: la espada flamígera, su atributo canónico, que además sólo utiliza al final de la batalla de Moytirra, sacudido por un futuro guerrero muy propio de los celtas, después de pasar una apasionada noche con Bobd, diosa de los combates.
Mananman: El señor Llyr se relaciona con el océano. También se le llamó Lleadiaïth , o “ el media lengua” quizás por la dificultad de interpretar el lenguaje del mar y de sus olas. Shakespeare lo convirtió en el rey Lear. La esposa de este personaje fue Irlanda, quien con el nombre de Iwerydd, tuvo dos hijos: Bran o Bron, y Mananman o Manawyddan, el hijo del mar o, si se quiere, “el marinero”. Ambos son, a veces, dioses, y otras sencillos héroes. Mananman era el dios protector de los comerciantes que cruzaban los mares para establecer rutas comerciales. Era un buen observador del cielo y la atmósfera y a veces se le consideraba también druida. Incluso en el Mabinogi de Manawyddad le describen como zapatero. Debido a su habilidad marinera llegó hasta la Isla de los bienaventurados, de la que fue nombrado rey. Entre sus posesiones están un caldero de inagotable alimento así como un importante numero de vacas que dan leche sin parar. En el país de Gales sus rasgos fueron humanizados y su nombre quedó identificado a la isla de Man, como un lugar intermedio entre Irlanda y Gran Bretaña. Fue considerado su rey y allí aún se admira su tumba. Entre algunas de sus representaciones aparece con un casco flamígero, un escudo invencible y un manto que le hace invisible. Su espada, igualmente que otros dioses, no falla jamás y su nave, sin remos ni timón, se desplaza sola hacia sea, apaciguando las tormentas a su paso. Cabe recordar que, en alguna leyenda, este dios, con el nombre de Barrind “cabeza alta”, será el piloto misterioso que conduzca al rey Arturo hasta la isla de Avalon. Por un proceso de cristianización los monjes celtas lo convirtieron en San Barri, patrón de los pescadores irlandeses.
ESUS, TEUTATÉS Y TARANIS: El nombre de Teutatés podría significar “el dios de la tribu”. Hay historiadores con lo asimilan al dios Marte o incluso a Mercurio. Sin embargo, para liar un poco más la madeja, los estudios más recientes en mitología Teutatés se identifica con el Dagda Eochaid Ollathair “el padre de todos”; donde ya se une al galo Sucellos y al galo-romano Silvanus.
Taranis, nombre que deriva de la raiz taran, “el trueno”. Es un dios galo. A veces se le identifica vestido a la usanza romana. Según los historiadores romanos, y como en el caso de las divinidades femeninas celtas, aquí los tres quedaron en uno. Essus mereció especial veneración en el norte de Galia. Tarán, el dios del trueno, el rayo, las tormentas y las lluvias fue asimilado al júpiter romano y Teutates, el Dios de la tribu, era invocado para que se abandonase la violencia y protegiese de todo mal. En cuanto a ESSUS,era un dios misterioso e inquietante. Fue representado empuñando un hacha, bajo las ramas de un árbol, del que pendía un cuerpo humano, cabeza abajo. Su imagen aparece en el llamado “altar de París” dedicado a los “nautae”, por lo que se ha sugerido su designación cmo protector de los navegantes en ríos, pero de forma benéfica. Ha sido asociado con Taranis y con Teutates formando una tríada peligrosa pues su significado oscilaba, como pasa con un buen número de dioses celtas, entre dioses del trueno la guerra, como “padres del pueblo”, por lo tanto era ambivalente; benévolo o cruel. En alguna expresión latina referida a él puede entenderse que tiene la función de “trocear”. Al parecer, los dioses que dividen o bien son divididos aseguran fecundidad. Son creadores. Para los estudiosos el Ussos galo, su nombre, deriva de la expresión bretona “euzuz”, que significó “estremecer”. Podría tratarse de un dios leñador que exigía su tributo y los “miembros troceados” pueden entenderse en relación a la leña de los árboles, pues los celtas entendían a éstos como entidades espirituales, con vida propia y por tanto talar un árbol era poco menos que sacrificar a un dios o bien a un ser humano. En cuanto a que esté colgado, puede referirse a que está a medio camino entre el cielo y la tierra y que su función era relacionar partes que están separadas. Incluso llegó a relacionársele con el dios nórdico Odín, quien también estuvo colgado del gran árbol cósmico Ygdrassil, aunque no es lo mismo, evidentente, ser el que está colgado, a ser quien cuelga a los seres humanos cabeza abajo y luego los despedaza.
DIANCEHT: Es aquel que está en posesión de secretos curativos, a menos, claro, que “el enfermo se le haya cortado la cabeza o tenga afectado el cerebro o la médula espinal”. Cabe recordar, sobre métodos curativos, que por ejemplo la hechizada Morgana, en Avalón, curaba por medio de artes mágicas toda clase de heridas, incluso las mortales. La facultad de curar de Dianceht fue heredada por su hijo Miach. Dianceht poseía conocimiento de un buen número de plantas curativas y practicaba la medicina natural con algo de magia. A sus conocimientos habría que añadir algunos ritos sangrientos, aunque no se sabe hasta qué punto, los historiadores citan este aspecto aquí porque los celtas consideraban, como algunos otros pueblos, que la cremación o desmembramiento de seres humanos eran un paso previo a la obtención de la sabiduría sobre los secretos de la vida y la muerte. BELENUS: Dios solar venerado en Aquilea y sur de las Galias. En Irlanda se celebra, el primero de mayo, la fiesta solar de Beltaine o “fuegos de Bel”. Stonehengye, templo solar erigido en época megalítica, es un ejemplo. Sus constructores no eran indoerupeos y los celtas se limitaron a reconocer la presencia de un dios solar y hacerle un panteón.
CAMULOS: Fue venerado incluso en Roma. Su significado parece coincidir con el de “tortuoso”, el que destacaba por arbitrar complicadas estrategias bélicas.
TEUTATES: “Padre de la tribu”, como dios protector del pueblo.
MAPONOS: Deriva de la voz celta “magos o mapos” y quiere decir “hijo”. Es el dios protector de los jóvenes guerreros. Las referencias a este dios pueden verse en la saga céltica insular de Kulhwch y Olven, y en los Mabinogion.
DIS PATER: Es el dios de los muertos y “el primero de los antepasados”. Tenia a su cargo la recepción de las almas y la búsqueda de nuevos cuerpos donde incorporarlas, una vez fallecidos aquellos cuyas almas buscaban nuevo alojamiento, y así aseguraba la continuidad de la tribu. A veces trabaja en solitario y en otras ocasiones le echaban una mano algunas deidades femenina como Herecura, responsable de la fertilidad del fuego. Actuaba en la Galia romanizada.
DONN: Donn era el dios irlandés de los muertos y los acogía en la isla de Tech Duinn, al sudoeste de Irlanda. A él, espíritu de lo oscuro, invocaban muchas veces los druídas en sus rituales mágicos.
BELI: Se le puede identificar con Belo, padre de Danao; con Bel, dios babilónico de la tierra, y con Belili, diosa sumeria de la luna y del infierno. A Beli se le concedió el dominio del mar.
GOÏBNIU Y GOVANNON: El fuego, pero más concretamente la forja, fue un trabajo de dioses. Los celtas consideraban a Goïbniu (en Irlanda), Govannon (en el país de Gales) el patrón de la herrería y el dominio del metal, por el fuego. En un momento de su historia los celtas lograron un acero de buena calidad. Goïbniu viene de la palabra “goban”, forjador. Su facilidad para fabricar con rapidez espadas y flechas, y como además poseía también “el caldero mágico”, para resucitar a los muertos en la batalla, los Tuatha Dè Danann un pueblo casi invencible. Igualmente tenía este dios una buena piara de cerdos inmortales así como la hidromiel de la Vida Eterna para tener a todos los dioses entretenidos en un perpetuo festín.
BALOR: Antigua deidad de los fomore; dios de las tinieblas, malo, cruel, despiadado. Un dios de la muerte que es vencido por su propio nieto, Lug, el luminoso, protector del pueblo. Es un gigante con un solo ojo, con el párpado habitualmente caído y que sólo levantaba en la batalla para lanzar su “rayo de la muerte” con el que mataba a decenas de guerreros. En el País de Gales se le conocía como Ispaddaden Penkawr y tenía dos ojos pero sus párpados también eran tan grandes y pesados que sus servidores tenían que mantener sus ojos abiertos sujetándoselos con enormes orquillas. Hoy en día es la mismísima imagen del ogro.
OG o ANGUS: Como sucede con Mercurio, en el mundo griego, Og era el dios del amor y de la juventud. Era hijo del dios Dagda. Se decía de él que sus besos se transformaban en pequeños pájaros cantores que hechizaban el corazón de cuantos los oían.
ELLAS
La mujer ocupa un lugar de gran importancia en el mundo celta hasta el mundo de que dioses y héroes reciben, en muchas ocasiones, el nombre materno. Madres, esposas, hermanas, amigas y amantes, también sabían luchar en la batalla; entendían de leyes, dirigían hogares, trabajan el campo, se experimentaban en la lucha; conocían las ciencias de la magia, la poesia y la escritura . Su situación era de igual a igual, respecto al hombre, en la sociedad celta, una característica que recuerda mucho a la posición de la mujer en el antiguo Egipto, muy similar al caso de las mujeres celtas. Se confiaba mucho en sus conocimientos del mundo natural, con independencia de la indiscutible sabiduría druídica; no tenían tabúes en el campo de la sexualidad y defendían a sangre y fuego a su pueblo en caso de ser atacados por algún enemigo. La multiplicidad de diosas que cuenta el mundo celta demuestra la importancia de la mujer en su sociedad, sin robarle la suya a los varones. En el caso del origen de los Tuatha Dè Dannae, se les conoce como los hijos de la diosa Danu. Los hijos de la diosa DANA. En todas las cultura precélticas indoeuropeas el papel de las diosas-madre fue básico. Las primeras diosas madre simbolizaron la fuerza de la tierra para cubrir las necesidades de los seres humanos; concedía fertilidad, acompañaban a los hombres en su soledad, les sanaban en caso de mala salud.
El Sanas Cormaic irlandés la llama ANA a DANA. En Killarney, Munster, se elevan dos colinas a las que se les dio el nombre de Da Chích Anann o “los dos pechos de Ana”, en alusión a su tarea nutricia. La propia Irlanda fue llamada îat Anann. Eb muchos monumentos megalíticos suelen representarse sus atributos: el hacha, que representa la autoridad sacrificial; el cayado de pastor, como guía y la serpiente, como fuerza fecundadora. También hay en sus cercanías animales con cuernos como ciervos, vacas, toros, bueyes, carneros, al ser tribus que conseguían buena parte de su alimento con la caza. Los Tuatha recibieron a esta diosa madre Dana, o Ana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta.
Los celtas conservaron, pese a su arrolladora masculinidad y una organización básicamente patriarcal, una indiscutible devoción haia Dana, la dama de los dólmenes, como madre de todos los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, mateniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.
J. García Font señala en su libro “El legado celta” que en sánscrito Anna significa alimento y “ann” aliento, respiración, luego Anna significaría alimento vital. “En el mundo celta el pueblo de Ana, los anaón, son los que han dejado de respirar; los muertos, la gente del más allá, los que habitan los túmulos. También el nombre de Rhianonna deriva de un regena-ana-ona, es decir, “una reina de los anaón”, de modo que curiosamente Ana es Rhianona y ésta se nos muestra como la dama que protege a los vivientes y tiene en cuenta a los fallecidos”.
MATRONAS
Tanto en Gran Bretaña como en la antigua Germania era muy habitual la presencia de tres diosas juntas, en una. Se cree que es una costumbre precéltica. Aparecen representadas con frutos o bien con cuernos de abundancia. A veces la del medio lleva en sus rodillas un neonato para reforzar su importancia en el culto doméstico. Algunos de los monumentos a las tres damas están cerca de fuentes termales, lo que permite relacionar a la triple diosa con la salud. Con el tiempo se convertirán en hadas y se les llamará mamau o famau. En ocasiones asumieron el indicativo de diosas de la medicina y de la curación. Hay que recordar en este campo la famosa tríada irlandesa: ERIU, FLOTA Y BANBHA, o el trío formado por BODBH, MACHA Y MORRIGANE, diosa única dotada con tres aspectos diferentes.
Para los celtas el numero tres era especialmente sagrado.
MACHA, LA PELIRROJA: Muestra una condición dominadora y es vestigio de la época en que imperaba el matriarcado en Irlanda, que desapareció con el paso del tiempo. Su historia es la que sigue: Tres monarcas había establecido reinar entre si durante siete años en Irlanda. Uno de ellos, Aed Ryad, murió antes de acabar su periodo y su mujer, Macha Pelirroja, reclamó el trono de Irlanda. Los soberanos Cimbaeth y Dithorba se opusieron. Hubo guerra y Macha venció y reinó. Esta diosa también aparece como Faïthius y representa a la tierra de Irlanda. Concede la realeza al varón que la desposa. Es la hermosa joven que se transforma en horrorosa anciana que ofrece su amor al héroe elegido. Si éste la besa y yace con ella, le ofrece el país. También es vidente y anuncia la desgracias que van a llegar. Finalmente la tercera de las diosas, en su manifestación humana, es la que provoca la enfermedad de los ulanos, debido a la carrera que le impone Conchobar de Ulster y a pesar de que la dama se encuentra embarazada, teniendo que competir en velocidad con unos caballos. Macha lo hizo para evitar que el rey le cortara la cabeza a su marido, Crunnchu, quien había afirmado que su mujer, Macha, era la más rápida del mundo. Esta, a pesar de decirle al rey que se encontraba embarazada y que sería muy peligroso para ella, no consiguió convencerle y éste, obcecado, dijo que si no corría, se fuera despidiendo de la costilla. Macha protestó acaloradamente e incluso se dirigió a la concurrencia para suplicar su ayuda y su intercesión. Sin embargo los ulates permanecieron callados y no hicieron nada por lo que Macha los maldijo: “¡Malditos vosotros que no habéis tenido en consideración mi estado, salvaré la cabeza de mi esposo, pero vosotros sufriréis, de ahora en adelante, el mal que yo experimentaré. Cada nueve meses tendréis los dolores del parto!”.
Macha compitió y ganó. En la meta, rendida, da a luz dos gemelos y por eso aquel lugar es conocido desde entonces como Emain Macha, es decir, “Los gemelos de Macha”. En el parto dio un grito terrible y cuantos lo oyeron quedaron hechizado. Luego, durante cinco noches y cuatro días, cada nueve meses, experimentarían los dolores del alumbramiento. Sólo uno se libro de la maldición: Cuchulain.
MORRIGANE: Morrigú, en Irlanda, Morrigain, en Galia, se la conoció como “la gran reina”. No sólo se relaciona con la guerra, sino con quien los que van a morir en ella de tal forma que se le aparece a los guerreros como una mujer terrible, de hecho se la asocia con la antigua diosa de la guerra irlandesa Badb. Esa diosa guerrera adquiere diferentes apariencias: como Nemon, la venenosa, confunde a las tropas enemigos hasta el punto de luchar entre si; como Macha, es ella misma quien combate a los hombres y se presenta, cuando anuncia la muerte, en forma de cuervo y en nombre de Badb. Como Morrigú, otorga una fuerza sobrenatural a los soldados que protege, como fue el caso de Cuchulán. De igual forma se ha presentado como reina de los fantasmas y los espectros, y transformada en el hada Morgana de las leyendas del rey Arturo, se la conoció por su maldad mientras que, como la Dama del lago, ofrecía su aspecto más bondadoso a quien requería su ayuda. Morgana aparece como una de las hermanas del rey Arturo, concubina de Merlín y que se asocia con la típica imagen de la hechicera. Una, en tres: Badb, Macha y Morrigane. La primera se transformaba el corneja, la segunda provocaba la embriaguez mágica y periódicamente, una vez al año de los ulates, -quedando al merced de sus enemigos-, y Morrigane, poseedora de los secretos de la magia guerrera.
Cabe recordar que, en la fiesta de Samauhin o samain, que tiene lugar el primer día de noviembre, se producía la “unión” entre el dios Dagda y la diosa Morrigu, señora de los espectros, quien le dio a su amante las indicaciones necesarias para derrotar a los fomore. Esta unión, expresa la importante relación que existía entre sexualidad y fecundidad para los celtas, por ello las celebraciones que tenían lugar este día eran de un marcado carácter agrícola. Dagda halló a Morrigu cuando esta se bañaba en el río Unius e hicieron el amor no lejos de las aguas, en un lugar que aún hoy se conoce como “lecho del amor”.
CERRIDWEN: La diosa del cereal, era protectora de poetas y artesanos. Su culto garantizaba buenas cosechas. La etimología de su nombre indica su color blanco, “wen”, y “cerdd”, que en irlandés y galés significa “beneficio”. En Cataluña puede verse una derivación de su nombre en la “sardana”, su danza típica, así como en la toponimia del valle de la Cerdaña. Es la diosa de la cebada y también era conocida como Albina, la protectora de Gran Bretaña. Al ser una diosa antigua, coautora de la creación, diseñada en los albores de la Edad de Bronce, su huella se encuentra en diversos pueblos indoeuropeos: por ejemplo fue Danae, diosa de la agricultura de los aqueos danaenos; Leucipa, la diosa yegua blanca o Io, la fecunda diosa vaca de los jonios. Para los irlandeses era, ante todo, una diosa de fecundidad y madre de dioses. También era protectora de poetas y regente de la función intelectual, además de diosa de algunos oficios como la herrería, la forja y la medicina. Una vez cristianizada Irlanda, algunos expertos señalan que Cerridwen pasó a convertirse en Santa Brígida, su patrona, consagrada en la Abadía de Kildare.
ADARTIA: Realmente esta diosa tiene, en conjunto, características parecidas a Cerridwen, aunque también tiene otras que la distinguen. Artia o Adartia, hay quien sostiene que su nombre hace referencia a las tierras de cultivo, la piedra y los osos. Era diosa de las aguas, de la tierra y de estos animales, uniendo en si la potencia del mundo acuático, la fecundidad del mundo vegetal y la fuerza animal del oso. De hecho en Suiza se encontró una estatua donde se la representa debajo de un árbol, frente a un oso y con una copa y frutos en sus manos.
MADB. También conocida como Maeve o Meb. Sobre ella se habla ampliamente en el capítulo del Ulster, -en los primeros capítulos de esta serie sobre mitología-, y también se refiere su otra leyenda como la primera de las hadas.
DEVA: Diosa de los ríos celtas, a los que en muchas ocasiones y lugares se le daba este nombre.
SIRONA: Diosa de las aguas termales que, además, enlaza cielo y tierra.
ÁINE: Hija del dios del mar Manannán. Pese a su origen marino, es una diosa del cielo que viaja por el espacio.
ARIANRHOD: La dama de la luna, “rueda de plata”. Es hija de Dôn y hermana de Amaethon y Gwyddyon, con quien mantiene relaciones incestuosas de las que nacen dos hijos: Dylan Eil Tôn y Lleu Llaw Gyffes. Abandona el primero y no reconoce al segundo, al que maldice. Pero Gwyddyon consique contrarrestar esta maldición. Representa a la mujer que rechaza la maternidad. La expresión Kaer Arianrod designa a la constelación Corona Boreal.
BRIGANTIA o BRIGIT: Era un de las diosas de mayor entidad entre los celtas. Hija de Dagda y hermana de Angus, su nombre significa “la poderosa” o, como Brigantia, “la encumbrada”. En la antigua Irlanda era la señora de la poesía, la adivinación y de la sabiduría. Estaba asociada al sol y al fuego. Su fiesta se celebraba el uno de febrero que los celtas festejaban Imbolc, el comienzo de la primavera, motivo por el cual también se la asociaba con la fertilidad tanto de los campos, como de los animales y los seres humanos. En Escocia, y justo por ser diosa de la fertilidad y una vez llegada la cristianización, vieron en Santa Brígida, a la comadrona de la Virgen María y por eso era invocada por las parturientas cuando daban a luz. En el caso de Irlanda igualmente Brigantia fue sustituida por santa Brígida de Kildare. Curiosamente, en aquel lugar donde desde tiempo inmemorial los celtas había mantenido un altar con fuego permanente, fundo la santa un monasterio de religiosa. Se cuenta que a tan poderosa “isla de mujeres” no podía acercarse ningún varón. Cabe recordar, sin embargo, que la diosa no siempre estaba de buen humor y, cuando el tema de la cosecha no iba bien y para calmarla, se solía sacrificar un gallo en donde tres corrientes de agua se encontraban.
EPONA: Se cree que era una diosa que no sólo protegía a los caballos sino también a los ejércitos pues un buen número de sus representaciones aparece allá donde hubo zonas ocupadas por los soldados de caballería, de ahí que se la considere su patrona. Su fiesta se celebraba el 25 de diciembre. Se la representa sobre un caballo o un asno; o bien ante varios caballos, o incluso medio tendida, desnuda, sobre un caballo. Porta un cuerno de abundancia y a veces incluso junto a ella aparece un perro. De igual modo se la consideraba protectora de quienes van al mas allá por ser ambos animales relacionados con el reino de los difuntos.
RHIANONA: Es una variante de Epona. Era una divinidad de los cimbrios. Al contrario que Epona, no era tan benevolente y, aunque conducía a las almas hacia el más allá, aquellos que accedía a su invitación de subir a su grupa para hacer el camino, ya nunca más regresaban. En ella aparecen dos aspectos contrarios: por un lado es la amazona inalcanzable, y por lo tanto nadie la alcanza jamás si intenta ir en su dirección, por otro resulta que invita al caminante a que monte para llevarlo consigo. A veces se la representa, además de junto o sobre el caballo, con dos pájaros: uno provocaba el gozo y, el otro, el olvido. Los expertos creen que se refiere a los efectos de alguna planta adormidera pues, según se dice de la diosa, hacía adormecer a los vivos, como si estuviesen muertos, y a los muertos los hacía revivir. También era una manifestación más de la Diosa Madre.
BELISAMA: La resplandeciente, la que parece una llama. Según los romanos era la señora del fuego y de sus mágicos influjos. En su honor, como en el caso de Brigit, se mantenía siempre encendida una llama.
ROSMERTA: La diosa de la abundancia. Es la gran proveedora. Se la suele representar portando el cuerno de la abundancia y hasta con una bolsa llena de objetos.
LAS MUJERES DEL SID: Son mensajeras de los dioses. Su sexo es femenino y pueden transformarse en cisnes. La palabra Sid significa paz y se refiere “al otro mundo” en diversas formas: en las entrañas de la tierra, en maravillosos palacios de cristal y luz; en hermosas islas perdidas en mitad del oceanos.., es un reino de felicidad donde las palabras “mal” o “sufrimiento” no existen. En la tradición gaélica tienen diferentes nombres: Tir na n-Og “tierra de los jóvenes; Mag Meld “llanura del placer”; Tir na m-Beo “Tierra de la vida”; Tir Tairngire, “tierra de la felicidad”; Mag Mor “la gran llanura”; Tir Aill “el otro mundo” o Tir na m-Bân “tierra de las mujeres”. Todos estos “paraísos” se encontraban realmente en uno que los bretones sitúan en la Isla de Avalon, o isla de las Manzanas, fruta símbolo del conocimiento y la sabiduría.
DIOSES Y DIOSAS
El Olimpo celta, afortunadamente para sus “eternos” habitantes, es un planeta de extensión infinita para que en él puedan vivir, tanto los principales dioses y diosas celtas, como de los semidioses, heroes-dioses, mortales endiosados, druidas, magos, magas y chamanes; reyes convertidos en dioses o dioses que fueron reyes; además de ninfas, duendes y otros familiares surgidos de uniones diversas: dioses con animales; dioses con humanos; humanos con semidioses, etcétera. Todo ello viene a cuento para justificar que, en este apartado, no estén todos los que son, pero si se procurará que, en cada apartado, si sean, al menos, todos los que están.
ELLOS
DAGDA: Sobre el esposo de la diosa madre ya hay referencias al comienzo de este artículo, aunque no por ello se puede pasar de largo. Recordar que su nombre significa “Buen dios” como dios capaz y certero, no en el sentido de bondad. Es el señor del entendimiento y soberanamente fecundo. También es conocido como “Eochu Ollanthir”, que significa “padre universal”. Siendo Sucellos su equivalente galo, posee un mazo (originariamente una porra) que tiene la propiedad de matar por un extremo y resucitar por el otro. También posee un caldero de la abundancia del que “nadie se aleja sin ser saciado” y que, igualmente, tenía capacidad para resucitar a los muertos cuyos cuerpos eran sumergidos en él. Es también el dios de la concepción intelectual, el dios-druida de ciencia perfecta. Otro de sus nombres, “Ruad Rofheasach” (Rojo omniscente) es una alusión a su sitio preponderante en el panteón. Hay quien añade que, junto con la maza y el caldero, el arpa es otro de sus signos-atributos. Es un arpa de oro, es decir, solar, núcleo de toda luz; un instrumento que, al oírlo, puede producir llanto, risa gozosa o adormecimiento. Además, el arpa acude rauda a Dagda cada vez que éste reclama su presencia, tal que si fuera un pájaro, y emite su música sin que nadie la pulse.
En cuanto a los amores de este dios, muy numerosos pues tendía, inevitablemente, a la promiscuidad, se encuentra Boann, su cuñada, casada con su hermano Elcmar. Para poder yacer con ella envía a su hermano a visitar a su yerno Bres y, para gozar con la mujer, detiene el tiempo para su hermano mientras para ambos amantes pasan nueve meses cuyo fruto es Oengus, su hijo, que significa “fuerza única”. Curiosamente cuando el hermano regresa y se encuentra la criaturilla, nada pregunta. Será por si los dioses. De igual forma Dagda es considerado, entre otras paternidades, el progenitor del rey Bodb y de Cermat, padre de Mac Cuill, uno de los tres soberanos que reinaron en Irlanda. En ocasiones también aparece como padre de Brigit en su triple faz: como dama de la fecundidad, como señora de la medicina y los saberes, y como maestra de la lanza.
OGMIOS: Ogmios-Ogmé. Cubre el cuerpo con una piel de león; en la mano derecha empuña una maza y en la izquierda un arco, carcaj y flechas a la espalda, mientras que de su lengua perforada penden un montón de cadenas ensartadas, a su vez, en las orejas de una gran cantidad de personas que le siguen entusiasmadas. Es el dios de la elocuencia, para algunos estudiosos; un gran orador que llevaba a los humanos al campo de batalla y los enardecía. Era hermano de Dagda y hay quien afirma que tiene muchas similitudes con Hércules. El historiador Luciano, al contemplar su representación gala donde Ogma aparece con un corte de pelo a lo “media luna” con un rapado en la frente, de oreja a oreja, dejando largo el cabello en el cogote, lo relacionó con los druidas, de quien era su dios patrono; por otro lado este corte de pelo fue el que mantuvieron los monjes celtas hasta el siglo IX. Un aspecto importante de este dios es que creó la escritura ógmica, formada por caracteres sagrados y usado por druidas de Escocia, Irlanda y algunas partes de Gales. Los “ogams” eran trazos que se aparecían en los bordes de ciertos monumentos o en instrumentos rituales. Cada fonema se representaba con uno o varios trazos ya colocados en forma vertical, ya horizontal, o incluso en ángulo. Finalmente recordar que también, aunque menos, se le conoce como señor de la guerra que conduce a los combatientes hacia el mundo de las tinieblas.
LUG: Se cuenta de este dios que nadie podía soportar el resplandor de su rostro, una característica que lo pone en relación con el sol. De hecho su propio nombre indica “luminoso”. Es el señor de las artes, tanto en tiempo de paz como de guerra, tal es así que su lanza siempre acertaba el blanco. Su arco era el arco iris y la vía Láctea se llamaba, en Irlanda, “La cadena de Lug”, lo cual relacionan, algunos estudiosos, con el camino de Santiago. Su presencia en la Galia, Irlanda y País de Gales es muy distinta. Por ejemplo en la Galia se le recuerda poco pero sobre todo se le sigue la pista en el nombre de algunas ciudades: Lugdunum (Lyon: la fortaleza de Lug). Se cuenta que la ciudad fue fundada en la localización designada por el vuelo de unos cuervos. Las ciudades Ludun, Laon, Lugon, Lugo, son muestra de su presencia.
En Irlanda, sin embargo, Lug está presente en gran parte de su mitología. Se cuenta que, una vez que el rey Nuada volvió al trono, tras ser expulsado Bres, y en medio de una guerra de represalias entre los Tuatha Dé y los Fomore, Lug apareció en solitario ante la puerta del castillo de Nuada y el portero le preguntó qué cualidades pretendía tener para ser admitido entre los dioses. Lug dice, por el siguiente orden, que es “carpintero, herrero, soldado, arpista, poeta, brujo, médico, posadero y broncista”. Sin embargo el portero no le deja pasar pues le contesta que, dentro, ya hay dioses con todas esas capacidades, a lo que Lug matiza que él también las tiene, pero todas juntas. Entonces se le permite pasar y el rey Nuada le desafía a una partida de ajedrez, que Lug gana. Nuada le concede entonces de forma simbólica el trono y lo declara “Samhildanach”, osea, “politécnico” y le deja quedar, en pie, a su lado. A partir de aquí Lug se encarga de hacer el inventario para las batallas y organizar los combates. Lug está armado con una lanza y con una honda. Con esta última mata al gigante Balor, su abuelo materno, reventándole el ojo con una piedra, una de las principales razones por la que fue llamado Lug Lam-Fada “de larga mano”. Tras perder su última batalla, Bres se somete a los dioses irlandeses y promete, a cambio de su vida, prosperidad eterna para Irlanda. En este país se celebra, el 1 de agosto, “Lugnasad” o asamblea de Lug, que algunos eruditos definen como la boda de Lug con la Diosa-Madre. Esta fiesta siguió existiendo hasta después de la cristianización en Irlanda. Finalmente, y respecto al País de Gales, el equivalente es Lleu Llaw Gyffes “el de la mano viva”. Aparece en el Mabinogion de Math, como el hijo incestuoso de Gwydion, el Dagda galés, y de Arianrhod (“Rueda de Plata”), su hermana. Al nacer, Lleu es escondido por su padre y educado en secreto. Una vez ha crecido, su madre lo maldice más, a pesar de esta maldición que le prohibe, entre otras cosas, casarse con una mujer nacida de un hombre, se une a Blodeuwedd (“rostro de flor”), nacida de la magia de Gwydion y del rey Math. La historia no tiene un buen final pues resulta que Blodeuwedd no le es fiel y toma como amante a Gronw Pebyr quien, tratando de matar al honrado esposo, le hiere con una lanza. Lleu se salva, sana y mata a su rival con un golpe de lanza mágica. En lo que respecta a la esposa infiel, es castigada convirtiéndola en lechuza.
CERNNUNOS: Puede significar “el de la cornamenta” o “el de la cabeza de ciervo”, de modo general, pues este punto ha sido muy discutido por los estudiosos de la temática celta. Se cree que es una entidad precelta y se destaca porque el dios aparece con las piernas cruzadas en “la posición de Buda”. Así aparece en el caldero de Gudestrup y en los monumentos de Reims y de Saintes, entre otros. Lleva un torques en el cuello y, en la mano, una manzana o algo parecido a una bolsa. Rodeado de animales salvajes, se destaca una serpiente,-generalmente con cabeza de cordero-, en una de sus manos o bien alrededor de su cuello. Hay quien cree que era un dios de los cazadores mientras otros creen que era el protector de los animales dotados de cuernos. El ciervo aparece como símbolo de fuerza positiva aunque incluso alguien lo relacione con el mundo de los muertos. En el medioevo, en algunas historias, el ciervo vencía al dragón. De modo general se le entiende como rey o dios de los animales, o bien el dios de la magia de la caza o del renacimiento de la naturaleza. Sin embargo, los tres conceptos a un tiempo, resultan incompatibles. Respecto a sus representaciones, para que puedan dar alguna luz sobre su función concreta, se pueden hacer referencia a tres:
---En Reims: Cernunnos libera de una bolsa un “flujo” que parecen granos o bien mondas. Un ciervo y un toro se nutren de él y una rata, colocada sobre el gurpo, parece esperar.
---En París: el pilar de los Nautres de los Parisii lo representa sobre el “dado Cástor-Pollux-Sertrios. Vemos el busto de Cernunnos, calvo y barbudo, los candiles ornamentados con dos torques o con pulseras.
--En Gundesturp los eruditos hicieron conjeturas sobre la procedencia del famoso caldero. En esa pieza Cernunnos reina, sentado con las piernas cruzadas, la cabeza cubierta por dos inmensos cuernos, sostiene en su mano derecha un torques y en la izquierda hay una serpiente con la cabeza de Aries. Un ciervo está a su lado y animales salvajes y peces lo rodean.
Nuada: Rey de los Tuatha Dé Danann, tuvo que renunciar a su cargo tras perder un brazo en una batalla (los gobernantes insulares tenían que ser físicamente perfectos). Durante el tiempo que estuvo inhabilitado fue reemplazado por otro rey, Bress (“El hermoso”), pero al parecer y como era mitad fomoriano, lo cierto es que su reinado no fue bueno para el pueblo a causa de su tacañería y su avaricia. Tras la derrota de los Formorians por los Tuatha, Bress fue perdonado pero sólo si les aconsejaba en cuestiones agrícolas, pues eran éstos buenos guerreros y artesanos, pero del campo apenas sabían nada. Nuadu recuperó el trono después de que Dian-Cecht le fabricara un nuevo brazo, y a partir de entonces fue conocido por el nombre de Nuadu Argatlam (Nuadu el del brazo de plata), pero terminó muy desmoralizado por las continuas batallas con los Formorians y el joven Lugh se hizo cargo del trono. (*) (Este texto aparece ya en otro apartado, ahora se añade algo más). Nuada sostiene el alma que simboliza la función guerrera: la espada flamígera, su atributo canónico, que además sólo utiliza al final de la batalla de Moytirra, sacudido por un futuro guerrero muy propio de los celtas, después de pasar una apasionada noche con Bobd, diosa de los combates.
Mananman: El señor Llyr se relaciona con el océano. También se le llamó Lleadiaïth , o “ el media lengua” quizás por la dificultad de interpretar el lenguaje del mar y de sus olas. Shakespeare lo convirtió en el rey Lear. La esposa de este personaje fue Irlanda, quien con el nombre de Iwerydd, tuvo dos hijos: Bran o Bron, y Mananman o Manawyddan, el hijo del mar o, si se quiere, “el marinero”. Ambos son, a veces, dioses, y otras sencillos héroes. Mananman era el dios protector de los comerciantes que cruzaban los mares para establecer rutas comerciales. Era un buen observador del cielo y la atmósfera y a veces se le consideraba también druida. Incluso en el Mabinogi de Manawyddad le describen como zapatero. Debido a su habilidad marinera llegó hasta la Isla de los bienaventurados, de la que fue nombrado rey. Entre sus posesiones están un caldero de inagotable alimento así como un importante numero de vacas que dan leche sin parar. En el país de Gales sus rasgos fueron humanizados y su nombre quedó identificado a la isla de Man, como un lugar intermedio entre Irlanda y Gran Bretaña. Fue considerado su rey y allí aún se admira su tumba. Entre algunas de sus representaciones aparece con un casco flamígero, un escudo invencible y un manto que le hace invisible. Su espada, igualmente que otros dioses, no falla jamás y su nave, sin remos ni timón, se desplaza sola hacia sea, apaciguando las tormentas a su paso. Cabe recordar que, en alguna leyenda, este dios, con el nombre de Barrind “cabeza alta”, será el piloto misterioso que conduzca al rey Arturo hasta la isla de Avalon. Por un proceso de cristianización los monjes celtas lo convirtieron en San Barri, patrón de los pescadores irlandeses.
ESUS, TEUTATÉS Y TARANIS: El nombre de Teutatés podría significar “el dios de la tribu”. Hay historiadores con lo asimilan al dios Marte o incluso a Mercurio. Sin embargo, para liar un poco más la madeja, los estudios más recientes en mitología Teutatés se identifica con el Dagda Eochaid Ollathair “el padre de todos”; donde ya se une al galo Sucellos y al galo-romano Silvanus.
Taranis, nombre que deriva de la raiz taran, “el trueno”. Es un dios galo. A veces se le identifica vestido a la usanza romana. Según los historiadores romanos, y como en el caso de las divinidades femeninas celtas, aquí los tres quedaron en uno. Essus mereció especial veneración en el norte de Galia. Tarán, el dios del trueno, el rayo, las tormentas y las lluvias fue asimilado al júpiter romano y Teutates, el Dios de la tribu, era invocado para que se abandonase la violencia y protegiese de todo mal. En cuanto a ESSUS,era un dios misterioso e inquietante. Fue representado empuñando un hacha, bajo las ramas de un árbol, del que pendía un cuerpo humano, cabeza abajo. Su imagen aparece en el llamado “altar de París” dedicado a los “nautae”, por lo que se ha sugerido su designación cmo protector de los navegantes en ríos, pero de forma benéfica. Ha sido asociado con Taranis y con Teutates formando una tríada peligrosa pues su significado oscilaba, como pasa con un buen número de dioses celtas, entre dioses del trueno la guerra, como “padres del pueblo”, por lo tanto era ambivalente; benévolo o cruel. En alguna expresión latina referida a él puede entenderse que tiene la función de “trocear”. Al parecer, los dioses que dividen o bien son divididos aseguran fecundidad. Son creadores. Para los estudiosos el Ussos galo, su nombre, deriva de la expresión bretona “euzuz”, que significó “estremecer”. Podría tratarse de un dios leñador que exigía su tributo y los “miembros troceados” pueden entenderse en relación a la leña de los árboles, pues los celtas entendían a éstos como entidades espirituales, con vida propia y por tanto talar un árbol era poco menos que sacrificar a un dios o bien a un ser humano. En cuanto a que esté colgado, puede referirse a que está a medio camino entre el cielo y la tierra y que su función era relacionar partes que están separadas. Incluso llegó a relacionársele con el dios nórdico Odín, quien también estuvo colgado del gran árbol cósmico Ygdrassil, aunque no es lo mismo, evidentente, ser el que está colgado, a ser quien cuelga a los seres humanos cabeza abajo y luego los despedaza.
DIANCEHT: Es aquel que está en posesión de secretos curativos, a menos, claro, que “el enfermo se le haya cortado la cabeza o tenga afectado el cerebro o la médula espinal”. Cabe recordar, sobre métodos curativos, que por ejemplo la hechizada Morgana, en Avalón, curaba por medio de artes mágicas toda clase de heridas, incluso las mortales. La facultad de curar de Dianceht fue heredada por su hijo Miach. Dianceht poseía conocimiento de un buen número de plantas curativas y practicaba la medicina natural con algo de magia. A sus conocimientos habría que añadir algunos ritos sangrientos, aunque no se sabe hasta qué punto, los historiadores citan este aspecto aquí porque los celtas consideraban, como algunos otros pueblos, que la cremación o desmembramiento de seres humanos eran un paso previo a la obtención de la sabiduría sobre los secretos de la vida y la muerte. BELENUS: Dios solar venerado en Aquilea y sur de las Galias. En Irlanda se celebra, el primero de mayo, la fiesta solar de Beltaine o “fuegos de Bel”. Stonehengye, templo solar erigido en época megalítica, es un ejemplo. Sus constructores no eran indoerupeos y los celtas se limitaron a reconocer la presencia de un dios solar y hacerle un panteón.
CAMULOS: Fue venerado incluso en Roma. Su significado parece coincidir con el de “tortuoso”, el que destacaba por arbitrar complicadas estrategias bélicas.
TEUTATES: “Padre de la tribu”, como dios protector del pueblo.
MAPONOS: Deriva de la voz celta “magos o mapos” y quiere decir “hijo”. Es el dios protector de los jóvenes guerreros. Las referencias a este dios pueden verse en la saga céltica insular de Kulhwch y Olven, y en los Mabinogion.
DIS PATER: Es el dios de los muertos y “el primero de los antepasados”. Tenia a su cargo la recepción de las almas y la búsqueda de nuevos cuerpos donde incorporarlas, una vez fallecidos aquellos cuyas almas buscaban nuevo alojamiento, y así aseguraba la continuidad de la tribu. A veces trabaja en solitario y en otras ocasiones le echaban una mano algunas deidades femenina como Herecura, responsable de la fertilidad del fuego. Actuaba en la Galia romanizada.
DONN: Donn era el dios irlandés de los muertos y los acogía en la isla de Tech Duinn, al sudoeste de Irlanda. A él, espíritu de lo oscuro, invocaban muchas veces los druídas en sus rituales mágicos.
BELI: Se le puede identificar con Belo, padre de Danao; con Bel, dios babilónico de la tierra, y con Belili, diosa sumeria de la luna y del infierno. A Beli se le concedió el dominio del mar.
GOÏBNIU Y GOVANNON: El fuego, pero más concretamente la forja, fue un trabajo de dioses. Los celtas consideraban a Goïbniu (en Irlanda), Govannon (en el país de Gales) el patrón de la herrería y el dominio del metal, por el fuego. En un momento de su historia los celtas lograron un acero de buena calidad. Goïbniu viene de la palabra “goban”, forjador. Su facilidad para fabricar con rapidez espadas y flechas, y como además poseía también “el caldero mágico”, para resucitar a los muertos en la batalla, los Tuatha Dè Danann un pueblo casi invencible. Igualmente tenía este dios una buena piara de cerdos inmortales así como la hidromiel de la Vida Eterna para tener a todos los dioses entretenidos en un perpetuo festín.
BALOR: Antigua deidad de los fomore; dios de las tinieblas, malo, cruel, despiadado. Un dios de la muerte que es vencido por su propio nieto, Lug, el luminoso, protector del pueblo. Es un gigante con un solo ojo, con el párpado habitualmente caído y que sólo levantaba en la batalla para lanzar su “rayo de la muerte” con el que mataba a decenas de guerreros. En el País de Gales se le conocía como Ispaddaden Penkawr y tenía dos ojos pero sus párpados también eran tan grandes y pesados que sus servidores tenían que mantener sus ojos abiertos sujetándoselos con enormes orquillas. Hoy en día es la mismísima imagen del ogro.
OG o ANGUS: Como sucede con Mercurio, en el mundo griego, Og era el dios del amor y de la juventud. Era hijo del dios Dagda. Se decía de él que sus besos se transformaban en pequeños pájaros cantores que hechizaban el corazón de cuantos los oían.
ELLAS
La mujer ocupa un lugar de gran importancia en el mundo celta hasta el mundo de que dioses y héroes reciben, en muchas ocasiones, el nombre materno. Madres, esposas, hermanas, amigas y amantes, también sabían luchar en la batalla; entendían de leyes, dirigían hogares, trabajan el campo, se experimentaban en la lucha; conocían las ciencias de la magia, la poesia y la escritura . Su situación era de igual a igual, respecto al hombre, en la sociedad celta, una característica que recuerda mucho a la posición de la mujer en el antiguo Egipto, muy similar al caso de las mujeres celtas. Se confiaba mucho en sus conocimientos del mundo natural, con independencia de la indiscutible sabiduría druídica; no tenían tabúes en el campo de la sexualidad y defendían a sangre y fuego a su pueblo en caso de ser atacados por algún enemigo. La multiplicidad de diosas que cuenta el mundo celta demuestra la importancia de la mujer en su sociedad, sin robarle la suya a los varones. En el caso del origen de los Tuatha Dè Dannae, se les conoce como los hijos de la diosa Danu. Los hijos de la diosa DANA. En todas las cultura precélticas indoeuropeas el papel de las diosas-madre fue básico. Las primeras diosas madre simbolizaron la fuerza de la tierra para cubrir las necesidades de los seres humanos; concedía fertilidad, acompañaban a los hombres en su soledad, les sanaban en caso de mala salud.
El Sanas Cormaic irlandés la llama ANA a DANA. En Killarney, Munster, se elevan dos colinas a las que se les dio el nombre de Da Chích Anann o “los dos pechos de Ana”, en alusión a su tarea nutricia. La propia Irlanda fue llamada îat Anann. Eb muchos monumentos megalíticos suelen representarse sus atributos: el hacha, que representa la autoridad sacrificial; el cayado de pastor, como guía y la serpiente, como fuerza fecundadora. También hay en sus cercanías animales con cuernos como ciervos, vacas, toros, bueyes, carneros, al ser tribus que conseguían buena parte de su alimento con la caza. Los Tuatha recibieron a esta diosa madre Dana, o Ana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta.
Los celtas conservaron, pese a su arrolladora masculinidad y una organización básicamente patriarcal, una indiscutible devoción haia Dana, la dama de los dólmenes, como madre de todos los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, mateniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.
J. García Font señala en su libro “El legado celta” que en sánscrito Anna significa alimento y “ann” aliento, respiración, luego Anna significaría alimento vital. “En el mundo celta el pueblo de Ana, los anaón, son los que han dejado de respirar; los muertos, la gente del más allá, los que habitan los túmulos. También el nombre de Rhianonna deriva de un regena-ana-ona, es decir, “una reina de los anaón”, de modo que curiosamente Ana es Rhianona y ésta se nos muestra como la dama que protege a los vivientes y tiene en cuenta a los fallecidos”.
MATRONAS
Tanto en Gran Bretaña como en la antigua Germania era muy habitual la presencia de tres diosas juntas, en una. Se cree que es una costumbre precéltica. Aparecen representadas con frutos o bien con cuernos de abundancia. A veces la del medio lleva en sus rodillas un neonato para reforzar su importancia en el culto doméstico. Algunos de los monumentos a las tres damas están cerca de fuentes termales, lo que permite relacionar a la triple diosa con la salud. Con el tiempo se convertirán en hadas y se les llamará mamau o famau. En ocasiones asumieron el indicativo de diosas de la medicina y de la curación. Hay que recordar en este campo la famosa tríada irlandesa: ERIU, FLOTA Y BANBHA, o el trío formado por BODBH, MACHA Y MORRIGANE, diosa única dotada con tres aspectos diferentes.
Para los celtas el numero tres era especialmente sagrado.
MACHA, LA PELIRROJA: Muestra una condición dominadora y es vestigio de la época en que imperaba el matriarcado en Irlanda, que desapareció con el paso del tiempo. Su historia es la que sigue: Tres monarcas había establecido reinar entre si durante siete años en Irlanda. Uno de ellos, Aed Ryad, murió antes de acabar su periodo y su mujer, Macha Pelirroja, reclamó el trono de Irlanda. Los soberanos Cimbaeth y Dithorba se opusieron. Hubo guerra y Macha venció y reinó. Esta diosa también aparece como Faïthius y representa a la tierra de Irlanda. Concede la realeza al varón que la desposa. Es la hermosa joven que se transforma en horrorosa anciana que ofrece su amor al héroe elegido. Si éste la besa y yace con ella, le ofrece el país. También es vidente y anuncia la desgracias que van a llegar. Finalmente la tercera de las diosas, en su manifestación humana, es la que provoca la enfermedad de los ulanos, debido a la carrera que le impone Conchobar de Ulster y a pesar de que la dama se encuentra embarazada, teniendo que competir en velocidad con unos caballos. Macha lo hizo para evitar que el rey le cortara la cabeza a su marido, Crunnchu, quien había afirmado que su mujer, Macha, era la más rápida del mundo. Esta, a pesar de decirle al rey que se encontraba embarazada y que sería muy peligroso para ella, no consiguió convencerle y éste, obcecado, dijo que si no corría, se fuera despidiendo de la costilla. Macha protestó acaloradamente e incluso se dirigió a la concurrencia para suplicar su ayuda y su intercesión. Sin embargo los ulates permanecieron callados y no hicieron nada por lo que Macha los maldijo: “¡Malditos vosotros que no habéis tenido en consideración mi estado, salvaré la cabeza de mi esposo, pero vosotros sufriréis, de ahora en adelante, el mal que yo experimentaré. Cada nueve meses tendréis los dolores del parto!”.
Macha compitió y ganó. En la meta, rendida, da a luz dos gemelos y por eso aquel lugar es conocido desde entonces como Emain Macha, es decir, “Los gemelos de Macha”. En el parto dio un grito terrible y cuantos lo oyeron quedaron hechizado. Luego, durante cinco noches y cuatro días, cada nueve meses, experimentarían los dolores del alumbramiento. Sólo uno se libro de la maldición: Cuchulain.
MORRIGANE: Morrigú, en Irlanda, Morrigain, en Galia, se la conoció como “la gran reina”. No sólo se relaciona con la guerra, sino con quien los que van a morir en ella de tal forma que se le aparece a los guerreros como una mujer terrible, de hecho se la asocia con la antigua diosa de la guerra irlandesa Badb. Esa diosa guerrera adquiere diferentes apariencias: como Nemon, la venenosa, confunde a las tropas enemigos hasta el punto de luchar entre si; como Macha, es ella misma quien combate a los hombres y se presenta, cuando anuncia la muerte, en forma de cuervo y en nombre de Badb. Como Morrigú, otorga una fuerza sobrenatural a los soldados que protege, como fue el caso de Cuchulán. De igual forma se ha presentado como reina de los fantasmas y los espectros, y transformada en el hada Morgana de las leyendas del rey Arturo, se la conoció por su maldad mientras que, como la Dama del lago, ofrecía su aspecto más bondadoso a quien requería su ayuda. Morgana aparece como una de las hermanas del rey Arturo, concubina de Merlín y que se asocia con la típica imagen de la hechicera. Una, en tres: Badb, Macha y Morrigane. La primera se transformaba el corneja, la segunda provocaba la embriaguez mágica y periódicamente, una vez al año de los ulates, -quedando al merced de sus enemigos-, y Morrigane, poseedora de los secretos de la magia guerrera.
Cabe recordar que, en la fiesta de Samauhin o samain, que tiene lugar el primer día de noviembre, se producía la “unión” entre el dios Dagda y la diosa Morrigu, señora de los espectros, quien le dio a su amante las indicaciones necesarias para derrotar a los fomore. Esta unión, expresa la importante relación que existía entre sexualidad y fecundidad para los celtas, por ello las celebraciones que tenían lugar este día eran de un marcado carácter agrícola. Dagda halló a Morrigu cuando esta se bañaba en el río Unius e hicieron el amor no lejos de las aguas, en un lugar que aún hoy se conoce como “lecho del amor”.
CERRIDWEN: La diosa del cereal, era protectora de poetas y artesanos. Su culto garantizaba buenas cosechas. La etimología de su nombre indica su color blanco, “wen”, y “cerdd”, que en irlandés y galés significa “beneficio”. En Cataluña puede verse una derivación de su nombre en la “sardana”, su danza típica, así como en la toponimia del valle de la Cerdaña. Es la diosa de la cebada y también era conocida como Albina, la protectora de Gran Bretaña. Al ser una diosa antigua, coautora de la creación, diseñada en los albores de la Edad de Bronce, su huella se encuentra en diversos pueblos indoeuropeos: por ejemplo fue Danae, diosa de la agricultura de los aqueos danaenos; Leucipa, la diosa yegua blanca o Io, la fecunda diosa vaca de los jonios. Para los irlandeses era, ante todo, una diosa de fecundidad y madre de dioses. También era protectora de poetas y regente de la función intelectual, además de diosa de algunos oficios como la herrería, la forja y la medicina. Una vez cristianizada Irlanda, algunos expertos señalan que Cerridwen pasó a convertirse en Santa Brígida, su patrona, consagrada en la Abadía de Kildare.
ADARTIA: Realmente esta diosa tiene, en conjunto, características parecidas a Cerridwen, aunque también tiene otras que la distinguen. Artia o Adartia, hay quien sostiene que su nombre hace referencia a las tierras de cultivo, la piedra y los osos. Era diosa de las aguas, de la tierra y de estos animales, uniendo en si la potencia del mundo acuático, la fecundidad del mundo vegetal y la fuerza animal del oso. De hecho en Suiza se encontró una estatua donde se la representa debajo de un árbol, frente a un oso y con una copa y frutos en sus manos.
MADB. También conocida como Maeve o Meb. Sobre ella se habla ampliamente en el capítulo del Ulster, -en los primeros capítulos de esta serie sobre mitología-, y también se refiere su otra leyenda como la primera de las hadas.
DEVA: Diosa de los ríos celtas, a los que en muchas ocasiones y lugares se le daba este nombre.
SIRONA: Diosa de las aguas termales que, además, enlaza cielo y tierra.
ÁINE: Hija del dios del mar Manannán. Pese a su origen marino, es una diosa del cielo que viaja por el espacio.
ARIANRHOD: La dama de la luna, “rueda de plata”. Es hija de Dôn y hermana de Amaethon y Gwyddyon, con quien mantiene relaciones incestuosas de las que nacen dos hijos: Dylan Eil Tôn y Lleu Llaw Gyffes. Abandona el primero y no reconoce al segundo, al que maldice. Pero Gwyddyon consique contrarrestar esta maldición. Representa a la mujer que rechaza la maternidad. La expresión Kaer Arianrod designa a la constelación Corona Boreal.
BRIGANTIA o BRIGIT: Era un de las diosas de mayor entidad entre los celtas. Hija de Dagda y hermana de Angus, su nombre significa “la poderosa” o, como Brigantia, “la encumbrada”. En la antigua Irlanda era la señora de la poesía, la adivinación y de la sabiduría. Estaba asociada al sol y al fuego. Su fiesta se celebraba el uno de febrero que los celtas festejaban Imbolc, el comienzo de la primavera, motivo por el cual también se la asociaba con la fertilidad tanto de los campos, como de los animales y los seres humanos. En Escocia, y justo por ser diosa de la fertilidad y una vez llegada la cristianización, vieron en Santa Brígida, a la comadrona de la Virgen María y por eso era invocada por las parturientas cuando daban a luz. En el caso de Irlanda igualmente Brigantia fue sustituida por santa Brígida de Kildare. Curiosamente, en aquel lugar donde desde tiempo inmemorial los celtas había mantenido un altar con fuego permanente, fundo la santa un monasterio de religiosa. Se cuenta que a tan poderosa “isla de mujeres” no podía acercarse ningún varón. Cabe recordar, sin embargo, que la diosa no siempre estaba de buen humor y, cuando el tema de la cosecha no iba bien y para calmarla, se solía sacrificar un gallo en donde tres corrientes de agua se encontraban.
EPONA: Se cree que era una diosa que no sólo protegía a los caballos sino también a los ejércitos pues un buen número de sus representaciones aparece allá donde hubo zonas ocupadas por los soldados de caballería, de ahí que se la considere su patrona. Su fiesta se celebraba el 25 de diciembre. Se la representa sobre un caballo o un asno; o bien ante varios caballos, o incluso medio tendida, desnuda, sobre un caballo. Porta un cuerno de abundancia y a veces incluso junto a ella aparece un perro. De igual modo se la consideraba protectora de quienes van al mas allá por ser ambos animales relacionados con el reino de los difuntos.
RHIANONA: Es una variante de Epona. Era una divinidad de los cimbrios. Al contrario que Epona, no era tan benevolente y, aunque conducía a las almas hacia el más allá, aquellos que accedía a su invitación de subir a su grupa para hacer el camino, ya nunca más regresaban. En ella aparecen dos aspectos contrarios: por un lado es la amazona inalcanzable, y por lo tanto nadie la alcanza jamás si intenta ir en su dirección, por otro resulta que invita al caminante a que monte para llevarlo consigo. A veces se la representa, además de junto o sobre el caballo, con dos pájaros: uno provocaba el gozo y, el otro, el olvido. Los expertos creen que se refiere a los efectos de alguna planta adormidera pues, según se dice de la diosa, hacía adormecer a los vivos, como si estuviesen muertos, y a los muertos los hacía revivir. También era una manifestación más de la Diosa Madre.
BELISAMA: La resplandeciente, la que parece una llama. Según los romanos era la señora del fuego y de sus mágicos influjos. En su honor, como en el caso de Brigit, se mantenía siempre encendida una llama.
ROSMERTA: La diosa de la abundancia. Es la gran proveedora. Se la suele representar portando el cuerno de la abundancia y hasta con una bolsa llena de objetos.
LAS MUJERES DEL SID: Son mensajeras de los dioses. Su sexo es femenino y pueden transformarse en cisnes. La palabra Sid significa paz y se refiere “al otro mundo” en diversas formas: en las entrañas de la tierra, en maravillosos palacios de cristal y luz; en hermosas islas perdidas en mitad del oceanos.., es un reino de felicidad donde las palabras “mal” o “sufrimiento” no existen. En la tradición gaélica tienen diferentes nombres: Tir na n-Og “tierra de los jóvenes; Mag Meld “llanura del placer”; Tir na m-Beo “Tierra de la vida”; Tir Tairngire, “tierra de la felicidad”; Mag Mor “la gran llanura”; Tir Aill “el otro mundo” o Tir na m-Bân “tierra de las mujeres”. Todos estos “paraísos” se encontraban realmente en uno que los bretones sitúan en la Isla de Avalon, o isla de las Manzanas, fruta símbolo del conocimiento y la sabiduría.
leyendas celtas:
liadain y curithir:
En el norte de Irlanda, hace mucho tiempo, hubo un muchacho que vivía en una aldea de la ondulada tierra silvestre próxima al mar. Su nombre era Curithir y vivía con su padre, que se llamaba Duborchu, y con su hermano menor Aelai. En el centro de la aldea se perfilaba sobre el cielo un monasterio de piedra desgastada por el mar y diseminadas a su alrededor se aferraban al suelo muchas pequeñas casas que acusaban el paso de los años.
Una noche asomó reluciente la luna de entre las altas y delgadas nubes. Tocaron las campanas de la torre. Con la llegada del claro de luna, las hermosas voces de los monjes que lo habitaban se alzaron desde el monasterio como el humo de una chimenea entonando conceptos divinos: Ave María, gratia plena, Dominus tecum, Virgo serena; que significa "Salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo, Vírgen serena".
En la costa, las olas seguían desplomándose sobre la playa, filtrándose en la arena y barriendo las piedras al regresar al mar.
En aquella aldea se respiraba una gran paz. Las voces que ascendían y el romper de las olas eran sonidos que Curithir había escuchado todas las noches de su vida tendido en su lecho de paja. Aquella noche nada se movía en el pueblo a excepción de un curioso perro alto y delgado, de color marrón y con dos patas blancas, que iba trotando por un camino muy hollado que bordeaba el océano. De repente se detuvo, adelantando las orejas y dirigiendo su aguda mirada hacia el mar. A lo lejos había tres extraños barcos anclados con gruesas sogas bajo el claro de luna y entre sus mástiles brillaban intermitentemente las estrellas.
El perro ladró a los numerosos guerreros vikingos que se encaramaban a esquifes de madera y remaban hacia la costa. Tras reunirse para formar un grupo, los vikingos treparon las angulosas rocas y caminaron hacia la aldea dormida, aferrando con firmeza sus pesadas armas para que no delatasen su presencia al entrechocar unas con otras.
Se lanzaron sobre la aldea como una manada de toros furiosos. Las carreras, los gritos y el choque de los aceros despertaron a Curithir en el preciso instante en que su padre llegaba apresurado del exterior. "¡Huye ahora mismo a esconderte en el bosque!", le gritó mientras tomaba de la pared una espada y salía de nuevo. Curithir se levantó enseguida y fue a despertar a su hermano Aelai, que dormía en el rincón opuesto. Al hacerlo, un grito angustioso surcó el aire. Curithir miró a su alrededor y vio a su padre arrastrándose hacia adentro valiéndose tan sólo de los brazos y dejando tras de sí un largo reguero de sangre.
"Acércate -le dijo Duborchu con el aliento teñido de sangre-. No temas a la muerte ni a los vikingos. Escucha". Tomó en sus manos una caja de madera y de ella extrajo un pesado collar de oro. Era un torque de los que usaban los guerreros en las batallas, un objeto asombrosamente macizo, de tres dedos de grosor, con engarces de gemas de colores y complejas incrustaciones de plata.
"Este torque viene de muy antiguo -dijo Duborchu- y los reyes lo buscan desde hace siglos. Como ya te habré contado muchas veces, eres descendiente de Cu Chullain, el guerrero más importante de Irlanda, que consiguió hacerse con la victoria él solo en la guerra del Tain. Este torque le perteneció, debes protegerlo y proteger a tu hermano". Tras una pausa, y gracias a la gran fuerza que tenía, añadió: "Ahora vete y deja mi alma al cuidado de Dios".
Por la mañana seguían ardiendo muchos guegos entre las humeantes ruinas. Los vikingos zarparon y se perdieron de vista en el horizonte septentrional llevándose veinte monjes como esclavos. Habían destruido el monasterio y habían arrojado al mar las sagradas escrituras y los evangelios que los monjes custodiaban.
Dos días después, Duborchu fue enterrado en una estrecha tumba en un lugar en el que riñen las chovas de negro plumaje entre las altas hierbas amarillas. Aunque permaneció de día y de noche junto a la tumba, Curithir no lloró.
Duborchu había criado él solo a Curithir y a Aelai, dándoles a conocer las hazañas del antiguo guerrero. Les había contado la hazaña de la jabalina y la cuerda, la del trueno, la del filo de la espada y otras muchas. Aunque a ambos les enseñó a ser valientes, era Curithir quien poseía dotes extraordinarias y lo aprendía todo con facilidad. Curithir llevaba la vida muy a flor de piel y hasta los animales salvajes percibían que su espíritu poseía una luz oculta que, al tornarse llama mediante un soplo, podría oscurecer las estrellas.
Tras guardar treinta días de luto, Curithir y Aelai partieron hacia los acantilados de Eorgh montando a Iala, la yegua negra. Gráciles y delgados como dos medialunas, ambos cabalgaban sobre el mismo animal. Curithir retorció con una mano las crines de Iala, gritó "¡arre!" y la yegua galopó entre la hierba cimbreada por el viento. Cabalgaron ascendiendo en dirección este por encima de su aldea mientras el sol, asomado entre nubes moteadas, proyectaba en el cielo una corona de luz escarlata.
Los campos en barbecho se iluminaron adoptando el color de una corona envejecida y ellos avanzaron cada vez más deprisa por los montes mientras la luz del sol proyectaba en ángulo bajo su enorme sombra presurosa sobre las colinas y cerros de Irlanda.
"¡Mira!" -exclamó Aelai en cuanto llegaron al acantilado. Curithir pudo entonces divisar al otro lado del mar la silueta azulgrisácea de Escocia. "¡Fíjate bien!". Ambos contemplaron los ondulados montes que descendían hacia el sur cubiertos de un suave manto de hierba. Los hermanos se colocaron al borde del precipicio y, cuando el sol se ocultó tras la marcada línea del horizonte, saltaron los dos a la vez, cayendo al agua rugiente.
Cierto es que el sol poniente nos hace pensar en la inmortalidad. Quizá Dios crease la naturaleza de tal modo que, al término de cada día, el sol represente una muerte simbólica. Quizá Dios colocase el sol en el cielo para recordarnos nuestra vida de mortales y para que quienes tienen ojos vean. Desde la muerte de Duborchu, Curithir sentía un deseo intenso y doloroso, pero siempre que escudriñaba su mente para buscarle propósito, se desvanecía. Vadeó por las gélidas aguas hasta una playa semicircular de arenas blancas y le habló en silencio a Dios.
"Yo no sé nada -dijo su corazón-, pero muéstrame cómo vengar la muerte de mi padre antes de que los vikingos maten a más personas de mi pueblo".
Los jóvenes acamparon para hacer noche y por la mañana les despertó el ruido de cascos y el entrechocar de escudos. Curithir se levantó y vio que cabalgaban hacia él tres hombres con yelmos de forma cónica. Los guerreros llevaban espadas refulgentes y vestían de azul y amarillo con bordados de plata. Curithir sintió temor y tiró de su camisola de lino intentando ocultar sus pies descalzos.
El primer guerrero desmontó e hizo su acostumbrado saludo de paz clavando la espada en el suelo junto a su costado. Curithir hizo otro tanto, aunque su espada no era más que un juguete de la infancia y la hoja se rompió al chocar con el suelo. "Decidme, en nombre de Dios, ¿cómo puedo llegar a ser como vosotros?", preguntó Curithir.
"Si quieres decir guerreros, siervos de un rey, todavía eres muy joven", dijo el guerrero. Curithir le explicó: "Soy joven, pero mi padre me ha preparado para la batalla." Los guerreros prorrumpieron en carcajadas. "Imaginaos... dos campesinos palurdos que no saben nada de las hazañas de la guerra", dijeron, dándole la espalda. "Pero... -dijo Curithir- ¿no podés decirnos dónde podemos aprender?" "En el sur", se limitó a decir el guerrero mientras se alejaba cabalgando con los demás, sin parar de reirse.
A la mañana siguiente Aelai y Curithir llenaron sus hatillos de salmón, bayas y agua. Curithir montó a Iala y Aelai subió a la grupa tras él. Curithir echó las riendas sobre los hombros de la yegua y se pusieron en marcha. En toda muerte hay también un nacimiento. Aunque la muerte de Duborchu había acabado con todo lo que podría haber sido Curithir, también le había insuflado una nueva vida. Su encarnación era completa: siempre que en su vida había incidido la duda, había adquirido certeza. Ahora estaba seguro de que, al margen de lo que pudiera acontecerle, se desenvolvería como guerrero al servicio de un rey y viviría o moriría por ello.
Tras muchos días de viaje, los hermanos sintieron cansancio. Al llegar la sexta tarde se detuvieron. Curithir construyó un refugio con ramas y cubrió a Aelai con una gruesa manta. Encendió una hoguera y estuvo junto a su hermano hasta que éste se durmió. Al anochecer sobre su campamento, Curithir oyó sonar a lo lejos un arpa y una voz angelical que cantaba:
Que el amor del cielo
sea contigo,
que el amor de los santos
sea contigo...
Que el amor de los ángeles
sea contigo...
Que el amor del sol
sea contigo,
que el amor de la luna
sea contigo...
Curithir avanzó en dirección a aquella voz hasta que divisó una iglesia de piedra que elevaba al cielo su forma puntiaguda. Cruzó el campo, llegó a la puerta y se asomó al interior. Sentada junta al arpa había una mujer ataviada con un vestido largo de seda verde. Llevaba el pelo recogido en dos trenzas doradas y la luz de las velas producía destellos sobre las hebillas de oro de sus sandalias. Sus manos blancas manejaban las cuerdas del arpa con dulzura.
Que cada uno de tus días y cada una de tus noches
sea contigo el amor imperecedero de Cristo.
"Tengo ante los ojos un espectro o un ángel -pensó Curithir-, pues no hay ser terrenal capaz de producir este sonido".
Profundidad del mar, altura de las estrellas,
sea contigo el amor imperecedero de Cristo.
Al terminar la canción, Curithir estaba solo a la intemperie y emitió un suspiro quedo, no más fuerte que el sonido de un libro al pasar la página, pero la mujer alzó de repente la mirada a la fría oscuridad y unos puntos dorados reflejaron en sus ojos las llamas de las velas. ¿Podría ella verle? Curithir tuvo la sensación de haber sido tocado por una mano. Se quedó parado un instante ante su mirada y después echó a correr, abrumado, pues jamás había visto una mujer así.
Ya en su campamento, atizó la hoguera y se tumbó. Estuvo allí tendido sin poder dejar de pensar en la figura de la mujer tocando el arpa hasta que ya no supo con certeza si la había soñado o la había imaginado.
Al día siguiente, los hijos de Duborchu llegaron a Temair. Allí, sobre un llano elevado, más de cien guerreros de la Rama de Plata entrechocaban sus espadas en un combate ficticio. ¡Qué feroces eran! A algunos los habían alimentado desde niños con la punta de la espada. El rey Rinnich el de la Lengua Oscura observaba a sus guerreros.
Era Ri Tuatha, es decir, rey de un reino pequeño, y conducía con furia a sus guerreros porque estaba esforzándose por obtener el título de Alto Rey de Tara. Al acercársele Curithir, le dirigió una mirada imperiosa. "¿Qué hacéis aquí?" "Queremos ser guerreros -contestó Curithir-. Así lo hemos decidido".
Rinnich silbó y señaló con el dedo. "Allí tenéis la cocina de los sirvientes. Marchaos, no sea que salgáis heridos".
"Venimos preparados, no necesitamos que nos enseñen".
"Los niños son siempre muy confiados",dijo Rinnich. El sol brilló sobre el torque de Curithir, haciendo que Rinnich se fijase en él.
"¿De dónde ha sacado semejante torque un joven descarriado?", le preguntó.
Curithir se llevó las manos al cuello. "Este torque -contestó- perteneció a Cu Chullain y yo soy descendiente suyo. Muchas generaciones de hombres lo han buscado".
Scathach, el sobrino del rey, gritó a Curithir, intentando arrebatarle el torque: "¡Menuda presunción! ¡Insultas al mejor nombre de Irlanda!" Sin embargo, al rey Rinnich le interesó su reivindicación de un linaje regio y dijo a Curithir: "¿Es cierto que llevas la sangre de Cu Chullain?"
"Así es", contestó Curithir.
Se había congregado un pequeño grupo de guerreros y uno de ellos dijo: "¿Cómo, si no, iba a tener él un gran tesoro de Irlanda?" otro dijo: "Pero, ¿por qué un descendiente de Cu Chullain no ha llegado a ser rey?"
Curithir guardó silencio. "Si, en efecto -dijo el rey Rinnich-, eres quien dices, tendrás que demostrarlo sometiéndote a la prueba de la jabalina. Allí a lo lejos verás un peral -dijo trazando con su espada una raya en el suelo-. Veamos quién de nosotros es capaz de darle a una pera a cincuenta pasos de distancia".
Ferbaeth, un jefe de clan, se acercó a la raya con una jabalina, la lanzó y por dos palmos no consiguió darle a una pera de una ramá más baja. Otros lo intentaron y muchos estuvieron apunto de lograrlo, pero nadie alcanzó ninguna pera.
Finalmente, se le entregó la jabalina a Curithir, que la levantó sobre su hombro y ocupó su lugar en la raya. En ese momento divisó sobre un cerro lejano, vestida de color escarlata, a la mujer que había visto en la iglesia la noche anterior. Después de mucha concentración, corrió diez pasos hacia adelante, echó hacia atrás el brazo y con gran fuerza lanzó la jabalina hacia el cielo.
El vuelo de aquella jabalina fue toda una canción y todavía hoy se lo recuerda en Irlanda: no avanzó temblorosa ni agitada sino que se remontó con perfecta estabilidad trazando una raya oscura en el cielo. Se alzó muy por encima del peral y los presentes se echaron a reir, pero la jabalina siguió ascendiendo aún más moviéndose, al parecer, a su albedrío. A tres veces cincuenta pasos más allá del árbol una liebre emprendió una carrera por el campo y la jabalina cayó sobre ella, dejándola clavada al suelo. Todos sintieron asombro. Curithir se volvió hacia ellos y dijo: "La fruta no es suficiente reto para un guerrero de verdad".
Algunos de los presentes se preguntaron quién era aquel joven y otros pensaron que su orígen no podía ser natural. Otro, elevando su voz por encima de los demás, dijo: "¡Por fuerza ha de llevar la sangre de Cu Chullain!" El aire se llenó de júbilo y los guerreros levantaron el hombros a Curithir. La fiesta bajo las estrellas duró hasta muy avanzada la noche y todos dijeron a Curithir: "eres la esperanza de Irlanda".
A altas horas de esa noche Curithir puso una piedra en una hoguera y más tarde la envolvió en una manta y la introdujo en su cama. El frío de la noche lo mantuvo despierto, pero al final consiguió conservar el calor del cuerpo y sintió fatiga. Cuando se durmió tuvo un sueño. En él, entraba en una iglesia en la que de nuevo se encontraba a la mujer que había visto tocando el arpa. El lugar estaba a oscuras, pero de la propia figura emanaba un fulgor. Cerca de ella, formando un círculo, había arrodillados doce monjes que, ocultos sus rostros tras las capuchas, entonaban un cántico.
Nuestro Dios es el Dios de todos los hombres,
el Dios del cielo y de la tierra,
del mar y del río, del sol, la luna y las estrellas,
de las altas montañas y los profundos valles,
el Dios que está por encima del Cielo,
el Dios que está en el Cielo,
el Dios que está bajo el Cielo...
Curithir alzó la mirada y vio pasar por arriba un barco como si se encontrara bajo el mar. Uno de sus tripulantes contempló aquella enorme estancia. En ese momento apareció, como si descendiera por el agua, un ancla adornada de esmeraldas y rubíes, posándose con suavidad sobre el suelo. Sonó como un chapoteo arriba y descendió el marinero, moviéndose por el aire como si nadase. Recogió el ancla e hizo una seña a Curithir.
Tiene su morada alrededor del Cielo,
de la Tierra y del Mar y de cuanto en ellos hay.
Todo lo inspira, todo lo aviva,
todo lo domina, todo lo mantiene,
alumbra la luz del Sol y de las Estrellas
en ayuda de las luces más grandes.
Curithir miró a la mujer y ella sonrió, pero no en señal de bienvenida; su rostro se volvió hacia él, pero no lo vio y el marinero se marchó llevando consigo el ancla.
Al despertar, anheló de inmediato volver a encontrarse en la estancia de su sueño. Se desperezó y salió a caminar bajo las estrellas. Se alejó de su choza hasta que surgió en oriente una cenefa de luz y cantaron juntas las estrellas del alba. Se frotó las manos, pues el aire era frío; el otoño había jugado su baza cubriendo de tonos dorados los árboles. Curithir siguió caminando hacia el este.
Esa misma mañana Imchach el Eremita llegó presuroso al albergue de los guerreros en Temair e hizo sonar tres veces la campana de bronce para despertarlos. Imchach gritó: "¡Diez barcos noruegos en Benn Etair... en el horizonte!" El rey Rinnich ordenó al instante: "Aprestaos para la batalla y que todos los que puedan se dirijan a la costa".
El rey Rinnich fue debajo del gran salón a la armería de Temair, una estancia con el suelo de tierra en la que se guardaban barriles de vino galo y de una bebida negra como el carbón. Mucho se engañan quienes no consideran que la pericia viene de Dios y oscura es la mente de quien se cree capaz de controlarla. En la herrumbre apolillada de su mente, Rinnich creía que la gran pericia de Curithir provenía del torque de oro y que podría pasar a quien lo poseyera. Los guerreros, encabezados por el rey Rinnich, se marcharon en dirección a la costa. Antes de marcharse, Scathach dijo a muchos muchachos demasiado jóvenes para luchar que buscasen a Curithir y lo convenciesen para que los ayudara en la guerra.
Esa tarde Curithir llegó a la misma pequeña iglesia en que había visto a la arpista. Entró y la vio en su interior, de pie entre las sombras. Sobresaltado, le preguntó: "¿Eres un ángel de Dios?".
Ella avanzó hacia la luz que penetraba por una puerta y sonrió. "No soy ningún ángel. Soy Liadain, arpista de Cain Bile, procedente de la Cascada Roja de Es Ruaid. Te he visto en sueños".
"También yo a ti -dijo Curithir-. En sueños he visto un hermoso país por el que a menudo he deambulado". Curithir la contempló y la encontró inmaculada.
Juntos estaban ya y juntos permanecieron. Abandonaron la iglesia y caminaron por los campos cruzando varios ríos. Conversaron sin halagos ni vanidad y sin sentir el menor cansancio. Jamás hubo dos personas que se sintiesen tan atraídas al conocerse.
A medianoche llegaron a un claro del bosque en el que cantaba un solitario ruiseñor. Separados tan sólo por el aire otoñal, él la besó y la callada luz de las estrellas se perfiló con nitidez sobre la cúpula negra cel cielo.
Por la mañana un muchacho vio a Curithir junto a la iglesia y corrió alborozado para hablarle de la batalla de Benn Etair. Curithir dijo entonces a Liadain: "Puesto que he jurado vengar la muerte de mi padre, debo ir. ¿Me esperarás?".
"Te esperaré, si Dios quiere", contestó Liadain y Curithir echó a correr por el campo. Ignoraba cuándo podría volver a verla. Liadain le gritó: "¡Recuerda que debes seguir con vida!" A continuación se dirigió a su pabellón, adornado con flores y hojas, y salió a una huerta próxima para coger manzanas de finales de otoño.
Cuando Liadain alargó su fina mano para arrancar la primera manzana, oyó en sus adentros la voz de Dios:
El amor verdadero espera. Si el amor no sabe aguardar, es que nunca fue amor. Lo sabrás, pero tan sólo en el momento elegido por mí.
Curithit cabalgó sobre Iala como una exhalación hasta alcanzar a los guerreros de la Rama de Plata a una hora avanzada de la tarde, cuando llegaban ya a Benn Etair. El valle estaba cubierto de una espesa niebla y las cumbres de los cerros parecían islas de un lago. Acamparon en el interior del valle y, una vez que la noche hubo disipado la niebla, Curithir pudo ver una hoguera enemiga sobre cada colina. Los guerreros de la Rama de Plata estaban rodeados y les llenaba de pesimismo oir el ruido de espadas y el siseo de los vocablos noruegos que llegaban de las colinas.
Por la mañana llegaron del mar al valle unos densos nubarrones de tormenta. Rinnich hizo reunirse a todos, pero Curithir se acercó tranquilamente a Aelai y le entregó su capa y el torque de oro para que los guardase, tras lo cual se escabulló por su cuenta a fin de reconocer el terreno.
El rey Rinnich dijo: "Estamos rodeados y hemos de rendirnos si queremos mejorar nuestra situación." Tras un momento de duda, añadió: "Por supuesto, no puedo ser yo el que vaya, pues, si no, ¿quién quedaría al mando?"
"Iré yo", dijo adelantándose un paso Ecet, a quien llamaban Ala de Cisne. Los guerreros enjaezaron su montura con bocado y brida de bronce. Ecet se adelantó a caballo y dio tres vueltas en torno al campamento noruego. Desmontó y se acercó a Mjollnir, el jefe de los vikingos, deponiendo la espada a sus pies. Mjollnir recogió la espada, alzó ambos brazos en ademán victorioso y, sin mediar advertencia, hizo caer la espada sobre el cuello de Ecet, decapitándolo. Antes de que su cabeza dejase de rodar, fue ensartada en la punta de una jabalina como señal de burla ante los enemigos.
Los guerreros de la Rama de Plata se sintieron ultrajados y presentaron batalla de inmediato. Aquella fue la batalla de Benn Etair, aunque se la conoce más como la matanza de Benn Etair, pues por cada guerrero que quedó con vida murieron diez.. Sobre los yelmos cónicos se mellaban las espadas y la tierra oscura quedaba aplastada con los huesos de los guerreros. Caía la lluvia sobre sus corazas y los fulgores azulados de los relámpagos llegaban hasta el suelo entre los combatientes. Los caballos relinchaban con ojos inquietos y temerosos y la sangre se derramaba caudalosa como la lluvia que caía a raudales del cielo.
Curithir era un mar que se debatía contra un río y contra la furia airada de cien hombres. Aunque los guerreros de Rinnich lucharon aquella mañana con gran valor, hubieron de afrontar la derrota. Después de la batalla, Curithir se dirigió solo a un recodo del río, donde encontró a Aelai con el rostro hacia arriba y los ojos tan hundidos que parecía que se los hubiera arrancado una grulla. Le habían cortado el cuello y el torque de oro había desaparecido. Curithir se arrodilló para sacar a Aelai del río de sangre. Al ver en su espalda la empuñadura rota de un puñal, se lo sacó y lo lavó en el río. Lo alzó en dirección al sol y el agua goteó desde la punta de la hoja. Curithir vio que tenía los grabados de su gente y en aquel momento supo con amargura lo que era la traición. Abrazó a Aelai y se echó a llorar. De la capa de Aelai cayó una gema de color púrpura, una amatista, rechinando contra una piedra del río. Curithir alargó la mano para recogerla y la examinó con admiración. Apretó la gema en su puño y un dolor le recorrió el costado al tiempo que un súbito calor atravesó su mente. Se levantó y vio que lo habían rajado en la batalla y que le corría sangre por la pierna abajo. Alzó la mirada al cielo un instante y cayó desplomado entre los muertos.
Cuatro días después, el rey Rinnich y unos cuantos guerreros supervivientes llegaron a Temair. Se congregó una multitud y enseguida se les preguntó: "¿Qué ha sido de la Sangre de Cu Chullain?"
"Ha caído en la batalla", contestó Rinnich.
Liadain, que se encontraba entre la multitud, echó a correr a ciegas, tropezó y cayó al suelo helado. Se levantó y reemprendió la carrera. No sabía a dónde iba, tan sólo sentía la necesidad de correr. Finalmente, al llegar a las colinas boscosas del este, se apoyó contra un viejo roble. Un rayo de sol incidió en su rostro y en ese momento sintió un raudal de dolor: no pensaba sino en Curithir, a quien ya no volvería a ver.
Pasó muchos días junto a un arroyo que discurría por entre los árboles como un reguero de cristal. Una tarde empezó a nevar y cuando ya creía quen no podría soportar más tiempo su dolor, profirió un grito, cayó de bruces al suelo y cerró los ojos. La nieve que cubría su vestido se derritió en pequeñas gotas húmedas que lanzaban guiños de luz mientras ella se entregaba al suelo helado, perdiendo el conocimiento. Las gentes de Temair habían salido a buscarla por colinas y ríos, pero nadie encontró a Liadain. Nadie la oyó cantar de nuevo y muchos la dieron por muerta. Fue muy llorada, pues cuantos la conocían sentían gran aprecio por Liadain.
A altas horas de la noche Liadain despertó al oír chirriar los goznes de hierro de una puerta y vio que estaba acostada en una cama tibia. Un monje entró silenciosamente en la habitación.
"¿Dónde estoy?", preguntó ella.
"Estás en el monasterio de Clonfert. Dios te acompañe, quienquiera que seas".
Conversaron en voz baja y el monje fue respondiendo todas las preguntas que le hacía Liadain. Al final, consciente de que no estaba con Curithir, ela susurró: "Ya no me queda otra razón para vivir que Dios".
"Es el camino más arduo -le dijo el monje-, "piénsalo bien". Acercándose a ella, le habló en voz baja: "No sé cómo habrás llegado hasta aquí, pero ten presente que sólo deben buscar la vida contemplativa quienes hayan sentido en su interior la llamada des espíritu de Dios. Es una vocación destinada tan sólo a unos pocos que, por gracia y predisposición, puedan atenderla".
Le tomó la mano y la colocó bajo las mantas. Tras abandonar el monje la habitación, Liadain estuvo largo rato tendida sin conciliar el sueño. Sin más guía que la luz de su corazón, se dirigió a una pequeña iglesia situada al otro lado del patio helado. Allí se arrodilló para cantar una plegaria en su propia lengua:
Dia dha mo chaim
Dia dha mo chuairt
Dia dha mo chainnt
Dia dha mo smuain
Dia dha mo chadal
Dia dha mo dhùsg
Dia dha mo chaithris
Dia dha mo dhùil
Dia dha mo bheatha
Dia dha mo bhilibh
Dia dha m'anam
Dia dha mo chride
Dia Dha mo riaradh
Dia dha mo shuain
Dia dha mo m'anam sìorraidh
Dia dha m'bhiothbluan
Dios para envolverme
Dios para circundarme
Dios en mis palabras
Dios en mis pensamientos
Dios en mi sueño
Dios en mi vigilia
Dios en mi espera
Dios en mi esperanza
Dios en mi vida
Dios en mis labios
Dios en mi alma
Dios en mi corazón
Dios en mis posibilidades
Dios en mis sueños
Dios en mi alma siempre viva
Dios en mi eternidad
Por la mañana despertó sobre un suelo de piedra, pero en su interior tenía la certeza de que a partir de entonces serviría al Rey de los Cielos y viviría o moriría por ello.
Al sur de allí, en Benn Etair, al mismo tiempo que Liadain rezaba, Curithir abrió los ojos y vio dos manos. Al observarlas moverse, supo que eran las suyas. Oyó el crujido de una rueda de madera y pudo alzar la mirada lo suficiente como para ver que un enano apilaba en un carro los fragmentos de armas. Curithir emitió un gemido y todo volvió a quedar oscuro en su mente. El enano era Lomna Druth. Se aproximó a Curithir, vio que estaba vivo y se apiadó de su sufrimiento. Hizo que su jaco doblase las patas delanteras en el barro seco y endurecido y empleó todas sus fuerzas para subir a Curithir al carro y llevarlo a su casa de las montañas de Partry. Lomna cuidó las heridas de Curithir e imploró al cielo que ayudase al guerrero. Colocó su rechoncho dedo índice sobre los labios de Curithir formando una gruz y recitó los salmos que se sabía de memoria.
Al cabo de muchos días, Curithir fue recuperando fuerzas y, cuando pudo por fin sostenerse de pie, regresó de inmediato al campo de batalla en busca de Aelai. Lo tomó en brazos y lo llevó con suavidad hasta un precipidio sobre el mar. Con la ayuda de Lomna, cavó una tumba y, acunando a Aelai en sus brazos, depositó su cadáber en la fría tierra. Curithir colocó un menhir encima, junto a dos azaleas blancas que temblaban en el aire como pequeñas monjas.
Curithir hizo noche allí. Al día siguiente, Lomna se acercó a Curithir a la hora del crepúsculo, como seguiría haciendo muchos días, para preguntarle: "¿Estás preparado para hablar?" Curithir meneaba la cabeza y Lomna se marchaba. Curithir pasó muchos días negándose a hablar.
A veces Curithir observaba en el cielo que se divisaba entre las colinas un camino que conducía a otro mundo situado más allá del horizonte. Una tarde en que se encontraba mirando en esa dirección. sobre el pálido cielo se dibujó brevemente una figura en un risco situado entre dos montes. Al acercarse la figura, Curithir pudo ver que era un anciano de más de dos metros de altura, aunque encorvado por la edad. Vestía de lino y llevaba una capucha pintada con caracolas y peces de mar, tan vieja y ajada como él. No llecaba más pertenencias que un bastón, desgastado y alisado en su parte central.
El anciano se acercó a Curithir y le dijo: "Dios te acompañe, quienquiera que seas". Curithir, sin embargo, no dijo nada. "Soy Cummin el Alto, deoradh (peregrino) de los Céile Dé. He estado en el este. ¡Ay, lo que han visto mis ojos! ¡Mira!" Le mostró una piedra pequeña y sin nada de particular. "Es del Gólgota, de debajo de la cruz de Jesús". Curithir siguió sin decir nada. "¿Qué te aqueja? ¿Por qué contemplas esta tumba?", preguntó el deoradh.
"Mi hermano está ahí".
"Y seguirá estando algún tiempo".
Curithir alzó la mirada, enfadado. "Pronto vengaré la muerte de mi hermano, sólo que ahora estoy de luto, como se ve. He perdido a un ser muy amado".
Cummin le preguntó: "¿Qué conoces del amor?"
"Conozco un amor más grande que todo el amor del mundo".
"El Reino de los Cielos es amor -dijo el viajero- Que los muertos entierren a los muertos. Hay que acordarse de vivir".
Curithir se sentó derecho de repente. Esas habían sido las últimas palabras que Liadain le había dicho y lo habían despertado. Se pusieron a charlar. El monje se inclinó para colocar una mano sobre Curithir y su túnica se abrió por el cuello dejando ver una cinta de cuero de la que pendía un ancla de bronce incrustada de brillantes esmeraldas y rubíes.
Curithir se inclinó y colocó su mano tras el ancla para observarla. "Yo he visto esto en sueños -dijo-. "¿Qué significa?" Tras una pausa, añadió: "¿Que debo seguir a Dios, como tú?"
"Que hayas visto esta ancla en sueños no significa que debas seguir a Dios sino que Dios te sigue".
"Quizá sea así -dijo Curithir-, pero he de vengar la muerte de mi hermano".
Andando el tiempo, Cummin el Alto prosiguió su camino. Tres días más tarde Curithir partió en dirección a Temair, animado por el deseo de encontrar entre su gente al asesino de Aelai y de buscar a Liadain.
Curithir se dirigió al noroeste llevando su capa en una bolsa a la espalda y llegó a la fuente del patio de Temair. La gente se congregó a su alrededor, gozosa de verlo llegar con vida. Curithir gritó a la gente: "¿Dónde está esa mujer llamada Liadain?" Todos guardaron silencio, pero una persona que estaba al lado de Curithir le susurró: "No está... Hay quien dice que ha muerto".
Atraído por el bullicio, Rinnich salió de repente al patio, se acercó directamente a Curithir y se colocó ante él. Ambos clavaron sus espadas en el suelo junto a su costado en señal de saludo. Antes de que pudieran hablar, el sol iluminó la empuñadura de la espada de Rinnich. Había en ella una hilera de cinco gemas purpúreas y un pequeño hueco vacío destinado a albergar otra gema. Con manos trémulas, Curithir extrajo de un bolsillo mal cosido de su camisa de piel de ciervo la amatista que traía desde el campo de batalla y la hizo encajar perfectamente en el sexto punto de engarce.
Curithir fijó su mirada en el rey y montó en cólera. En los ojos de Rinnich se percibía el miedo. Con la avidez que se adueña de los hombres de armas, Curithir movió su espada a izquierda y derecha sobre el cuello de Rinnich, donde tropezó con un objeto duro. La túnica de Rinnich se abrió y bajo su ropa apareció el torque de oro. Antes de que Rinnich pudiera darse la vuelta y huir, Curithir lo atravesó con su espada. Después la extrajo y el cadaver cayó al suelo. Curithir cogió el torque y luchó hasta deshacerse de tres agraviados guerreros que tuvieron el valor de intentar defender al traicionero rey.
Durante un año entero Curithir recorrió Irlanda en busca de Liadain. Tanto se acordaba de ella que se sentía siempre triste y no podía dormir. Caminó muchos kilómetros y conoció a muchos reyes, pero ninguno de ellos sabía nada de Liadain. Caminó por toda la costa y conoció a muchos marineros, pero nadie sabía nada de Liadain. Un día, en un patatal, encontró a un agricultor agachado junto a una pequeña hoguera. Curithir le contó su historia y el agricultor le contestó: "Hace tan sólo cuatro noches oí esos cantos que describes. Provenían de la isla de Clonfert".
Curithir montó a Iala y cabalgó apresuradamente hacia la isla. Cruzó el agua en una barquilla de cuero y encontró a Liadain asomada al mar y vestida con una capa oscura y desgarbada. Al ver a Curithir, sus mejillas se cubrieron de lágrimas que caían a la tierra negra. Le dio la bienvenida con un beso inocente. Sentían alegría.
"Te creía muerto. ¿Cómo has llegado hasta aquí?", preguntó liadain.
Curithir se limitó a susurrar: "Te he encontrado". Alzando el tono de voz, y con mucho orgullo, añadió: "¡Por fín te he encontrado!"
Tenía la capa rota debido a las zarzas y espipnos que se le habían clavado en los brazos y las piernas. Liadain tomó flores, hierba fresca y una planta llamada sunkind, las ató con tiras de lino de su bata y le vendó las heridas.
"Ahora podemos irnos y estar juntos", dijo Curithir.
Pero el sol escondió su rostro y la tierra se oscureció. Sopló el viento del oeste y dos fieros halcoes surcaron el cielo. Curithir abrazó a Liadain y después se echó hacia atrás para mirarla a los ojos.
"No -le dijo ella en voz baja-. Ha pasado demasiado tiempo. Antes... sí, pero ahora soy de Dios, aquí y sólo aquí". Lo dijo porque poseía gran fuerza. La luz que iluminaba a Curithir desde el principio se apagó entonces.
Por la mañana Curithir salió afuera y vio a Liadain ante una piedra de oración. Vio sus brazos extendidos como la neblina azul mientras velaba la cruz y percibió en ella un fulgor luminoso que no le venía de arriba sino de su propio interior. Vio también una hoja que le había caído sobre los hombros, en el comienzo del cuello. La contempló durante largo rato y entonces, sin mediar sonido alguno, se acercó hasta colocársele delante, de forma que ella pudiera verlo. Aunque Liadain miraba hacia adelante, no lo veía, pues tenía fija la mirada en el cielo que había sobre él. Curithir se marchó apesadumbrado.
Regresó al monasterio para recoger su espada y después bajó por un sendero hasta la costa. Allí encontró otra barquilla de cuero en la cual cruzó el mar remando con furia. Cuando Liadain se dio cuenta de su marcha, subió a lo más alto de la isla y allí percibió la permanencia de su elección. Apoyándose en la rama de un árbol y forzando la mirada en dirección al norte, Liadain sollozó por su amado. Cantó entonces estas palabras, que conmovieron su fe:
Tan alto y lejano como la luna y las estrellas
tan frío como el aire de montaña
¿por qué arrebatarme este amor que siento
y dejarme en la desesperación?
Mi corazón está seco como la arena y el polvo
y hueco como un árbol muerto,
más vacío que las tumbas de piedra.
¿Acaso es la fe tan sólo vanidad?
¿Quién consiente este dolor mío
sino nuesto Dios de las alturas?
Nunca podré unir
el cielo, el destino y el amor.
Más tarde Liadain encontró en su celda una nota escrita sobre un pergamino húmedo. En ella decía:
Liadain de mi corazón: no sufras cuando me haya ido. Mi infortunio crece a diario pero hasta en la tumba hay que evitar la tristeza.
Curithir flotó sobre el mar en silencio por espacio de tres días. Puso rumbo norte en dirección a Escocia, bordeando las costas occidentales hasta la isla sagrada de Iona. Allí, bajo un sol silencioso, oyó aquel sonido que conocía desde niño, el cántico de los monjes. El sonido se difundió sobre el mar tranquilo y volvió a ascender y descender como olas sobre una costa de guijarros.
Ave cuius nativitas
Nostra fuit benignitas
Ut lucifer lux oriens
Vernum solen praeveniens
Que significa: "Saluda este nacimiento que ha sido nuestra bondad como el lucero del alba y la luz de oriente que aparece ante el verdadero sol". Los monjes cantaban como lo habían hecho durante toda la vida de Curithir, quien se acercó a la costa para oír mejor.
Al hacerlo, alzó la mano para quitarse del cuello el torque de oro. Lo introdujo en el agua y lo soltó. Vio cómo se hundía, girando arremolinado hasta perderse como los días de su vida. Cuando ya no pudo ver el torque de Cu Chullain, saltó por la borda y nadó con sus fuertes brazos hasta la isla de Iona. Allí ingresó en la Sagrada Orden porque, al perder a Liadain, había perdido también el deseo de vengar la muerte de su padre e incluso las ganas de vivir.
Aunque no existe ningún lugar que pueda considerarse totalmente vacío, sentía que su corazón casi lo estaba y sabía que aunque consiguiera encontrar las piezas de su amor, ya no podrían unirse nunca más.
Una noche, muchos años después, cuando ya estaba encorvado por la edad, aplastó bajo una piedra la gema purpúrea de la espada del rey Rinnich, que se dividió en mil facetas más pequeñas, como los gragmentos de su corazón, cuyas múltiples partes seguían queriendo y adorando aunque, después de alguien tan único como Liadain, no pudieran ya buscar amor terreno.
Con frecuencia se paraba sobre las piedras rojas y redondas de Iona, junto al mar de espejo, contemplando a lo lejos Irlanda y pensando: "No he conocido otro amor terrenal que el que sentí por Liadain. Ningún amor supera al que me inspiró Liadain. Liadain fue mi gozo terreno. Dejémoslo así."
liadain y curithir:
En el norte de Irlanda, hace mucho tiempo, hubo un muchacho que vivía en una aldea de la ondulada tierra silvestre próxima al mar. Su nombre era Curithir y vivía con su padre, que se llamaba Duborchu, y con su hermano menor Aelai. En el centro de la aldea se perfilaba sobre el cielo un monasterio de piedra desgastada por el mar y diseminadas a su alrededor se aferraban al suelo muchas pequeñas casas que acusaban el paso de los años.
Una noche asomó reluciente la luna de entre las altas y delgadas nubes. Tocaron las campanas de la torre. Con la llegada del claro de luna, las hermosas voces de los monjes que lo habitaban se alzaron desde el monasterio como el humo de una chimenea entonando conceptos divinos: Ave María, gratia plena, Dominus tecum, Virgo serena; que significa "Salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo, Vírgen serena".
En la costa, las olas seguían desplomándose sobre la playa, filtrándose en la arena y barriendo las piedras al regresar al mar.
En aquella aldea se respiraba una gran paz. Las voces que ascendían y el romper de las olas eran sonidos que Curithir había escuchado todas las noches de su vida tendido en su lecho de paja. Aquella noche nada se movía en el pueblo a excepción de un curioso perro alto y delgado, de color marrón y con dos patas blancas, que iba trotando por un camino muy hollado que bordeaba el océano. De repente se detuvo, adelantando las orejas y dirigiendo su aguda mirada hacia el mar. A lo lejos había tres extraños barcos anclados con gruesas sogas bajo el claro de luna y entre sus mástiles brillaban intermitentemente las estrellas.
El perro ladró a los numerosos guerreros vikingos que se encaramaban a esquifes de madera y remaban hacia la costa. Tras reunirse para formar un grupo, los vikingos treparon las angulosas rocas y caminaron hacia la aldea dormida, aferrando con firmeza sus pesadas armas para que no delatasen su presencia al entrechocar unas con otras.
Se lanzaron sobre la aldea como una manada de toros furiosos. Las carreras, los gritos y el choque de los aceros despertaron a Curithir en el preciso instante en que su padre llegaba apresurado del exterior. "¡Huye ahora mismo a esconderte en el bosque!", le gritó mientras tomaba de la pared una espada y salía de nuevo. Curithir se levantó enseguida y fue a despertar a su hermano Aelai, que dormía en el rincón opuesto. Al hacerlo, un grito angustioso surcó el aire. Curithir miró a su alrededor y vio a su padre arrastrándose hacia adentro valiéndose tan sólo de los brazos y dejando tras de sí un largo reguero de sangre.
"Acércate -le dijo Duborchu con el aliento teñido de sangre-. No temas a la muerte ni a los vikingos. Escucha". Tomó en sus manos una caja de madera y de ella extrajo un pesado collar de oro. Era un torque de los que usaban los guerreros en las batallas, un objeto asombrosamente macizo, de tres dedos de grosor, con engarces de gemas de colores y complejas incrustaciones de plata.
"Este torque viene de muy antiguo -dijo Duborchu- y los reyes lo buscan desde hace siglos. Como ya te habré contado muchas veces, eres descendiente de Cu Chullain, el guerrero más importante de Irlanda, que consiguió hacerse con la victoria él solo en la guerra del Tain. Este torque le perteneció, debes protegerlo y proteger a tu hermano". Tras una pausa, y gracias a la gran fuerza que tenía, añadió: "Ahora vete y deja mi alma al cuidado de Dios".
Por la mañana seguían ardiendo muchos guegos entre las humeantes ruinas. Los vikingos zarparon y se perdieron de vista en el horizonte septentrional llevándose veinte monjes como esclavos. Habían destruido el monasterio y habían arrojado al mar las sagradas escrituras y los evangelios que los monjes custodiaban.
Dos días después, Duborchu fue enterrado en una estrecha tumba en un lugar en el que riñen las chovas de negro plumaje entre las altas hierbas amarillas. Aunque permaneció de día y de noche junto a la tumba, Curithir no lloró.
Duborchu había criado él solo a Curithir y a Aelai, dándoles a conocer las hazañas del antiguo guerrero. Les había contado la hazaña de la jabalina y la cuerda, la del trueno, la del filo de la espada y otras muchas. Aunque a ambos les enseñó a ser valientes, era Curithir quien poseía dotes extraordinarias y lo aprendía todo con facilidad. Curithir llevaba la vida muy a flor de piel y hasta los animales salvajes percibían que su espíritu poseía una luz oculta que, al tornarse llama mediante un soplo, podría oscurecer las estrellas.
Tras guardar treinta días de luto, Curithir y Aelai partieron hacia los acantilados de Eorgh montando a Iala, la yegua negra. Gráciles y delgados como dos medialunas, ambos cabalgaban sobre el mismo animal. Curithir retorció con una mano las crines de Iala, gritó "¡arre!" y la yegua galopó entre la hierba cimbreada por el viento. Cabalgaron ascendiendo en dirección este por encima de su aldea mientras el sol, asomado entre nubes moteadas, proyectaba en el cielo una corona de luz escarlata.
Los campos en barbecho se iluminaron adoptando el color de una corona envejecida y ellos avanzaron cada vez más deprisa por los montes mientras la luz del sol proyectaba en ángulo bajo su enorme sombra presurosa sobre las colinas y cerros de Irlanda.
"¡Mira!" -exclamó Aelai en cuanto llegaron al acantilado. Curithir pudo entonces divisar al otro lado del mar la silueta azulgrisácea de Escocia. "¡Fíjate bien!". Ambos contemplaron los ondulados montes que descendían hacia el sur cubiertos de un suave manto de hierba. Los hermanos se colocaron al borde del precipicio y, cuando el sol se ocultó tras la marcada línea del horizonte, saltaron los dos a la vez, cayendo al agua rugiente.
Cierto es que el sol poniente nos hace pensar en la inmortalidad. Quizá Dios crease la naturaleza de tal modo que, al término de cada día, el sol represente una muerte simbólica. Quizá Dios colocase el sol en el cielo para recordarnos nuestra vida de mortales y para que quienes tienen ojos vean. Desde la muerte de Duborchu, Curithir sentía un deseo intenso y doloroso, pero siempre que escudriñaba su mente para buscarle propósito, se desvanecía. Vadeó por las gélidas aguas hasta una playa semicircular de arenas blancas y le habló en silencio a Dios.
"Yo no sé nada -dijo su corazón-, pero muéstrame cómo vengar la muerte de mi padre antes de que los vikingos maten a más personas de mi pueblo".
Los jóvenes acamparon para hacer noche y por la mañana les despertó el ruido de cascos y el entrechocar de escudos. Curithir se levantó y vio que cabalgaban hacia él tres hombres con yelmos de forma cónica. Los guerreros llevaban espadas refulgentes y vestían de azul y amarillo con bordados de plata. Curithir sintió temor y tiró de su camisola de lino intentando ocultar sus pies descalzos.
El primer guerrero desmontó e hizo su acostumbrado saludo de paz clavando la espada en el suelo junto a su costado. Curithir hizo otro tanto, aunque su espada no era más que un juguete de la infancia y la hoja se rompió al chocar con el suelo. "Decidme, en nombre de Dios, ¿cómo puedo llegar a ser como vosotros?", preguntó Curithir.
"Si quieres decir guerreros, siervos de un rey, todavía eres muy joven", dijo el guerrero. Curithir le explicó: "Soy joven, pero mi padre me ha preparado para la batalla." Los guerreros prorrumpieron en carcajadas. "Imaginaos... dos campesinos palurdos que no saben nada de las hazañas de la guerra", dijeron, dándole la espalda. "Pero... -dijo Curithir- ¿no podés decirnos dónde podemos aprender?" "En el sur", se limitó a decir el guerrero mientras se alejaba cabalgando con los demás, sin parar de reirse.
A la mañana siguiente Aelai y Curithir llenaron sus hatillos de salmón, bayas y agua. Curithir montó a Iala y Aelai subió a la grupa tras él. Curithir echó las riendas sobre los hombros de la yegua y se pusieron en marcha. En toda muerte hay también un nacimiento. Aunque la muerte de Duborchu había acabado con todo lo que podría haber sido Curithir, también le había insuflado una nueva vida. Su encarnación era completa: siempre que en su vida había incidido la duda, había adquirido certeza. Ahora estaba seguro de que, al margen de lo que pudiera acontecerle, se desenvolvería como guerrero al servicio de un rey y viviría o moriría por ello.
Tras muchos días de viaje, los hermanos sintieron cansancio. Al llegar la sexta tarde se detuvieron. Curithir construyó un refugio con ramas y cubrió a Aelai con una gruesa manta. Encendió una hoguera y estuvo junto a su hermano hasta que éste se durmió. Al anochecer sobre su campamento, Curithir oyó sonar a lo lejos un arpa y una voz angelical que cantaba:
Que el amor del cielo
sea contigo,
que el amor de los santos
sea contigo...
Que el amor de los ángeles
sea contigo...
Que el amor del sol
sea contigo,
que el amor de la luna
sea contigo...
Curithir avanzó en dirección a aquella voz hasta que divisó una iglesia de piedra que elevaba al cielo su forma puntiaguda. Cruzó el campo, llegó a la puerta y se asomó al interior. Sentada junta al arpa había una mujer ataviada con un vestido largo de seda verde. Llevaba el pelo recogido en dos trenzas doradas y la luz de las velas producía destellos sobre las hebillas de oro de sus sandalias. Sus manos blancas manejaban las cuerdas del arpa con dulzura.
Que cada uno de tus días y cada una de tus noches
sea contigo el amor imperecedero de Cristo.
"Tengo ante los ojos un espectro o un ángel -pensó Curithir-, pues no hay ser terrenal capaz de producir este sonido".
Profundidad del mar, altura de las estrellas,
sea contigo el amor imperecedero de Cristo.
Al terminar la canción, Curithir estaba solo a la intemperie y emitió un suspiro quedo, no más fuerte que el sonido de un libro al pasar la página, pero la mujer alzó de repente la mirada a la fría oscuridad y unos puntos dorados reflejaron en sus ojos las llamas de las velas. ¿Podría ella verle? Curithir tuvo la sensación de haber sido tocado por una mano. Se quedó parado un instante ante su mirada y después echó a correr, abrumado, pues jamás había visto una mujer así.
Ya en su campamento, atizó la hoguera y se tumbó. Estuvo allí tendido sin poder dejar de pensar en la figura de la mujer tocando el arpa hasta que ya no supo con certeza si la había soñado o la había imaginado.
Al día siguiente, los hijos de Duborchu llegaron a Temair. Allí, sobre un llano elevado, más de cien guerreros de la Rama de Plata entrechocaban sus espadas en un combate ficticio. ¡Qué feroces eran! A algunos los habían alimentado desde niños con la punta de la espada. El rey Rinnich el de la Lengua Oscura observaba a sus guerreros.
Era Ri Tuatha, es decir, rey de un reino pequeño, y conducía con furia a sus guerreros porque estaba esforzándose por obtener el título de Alto Rey de Tara. Al acercársele Curithir, le dirigió una mirada imperiosa. "¿Qué hacéis aquí?" "Queremos ser guerreros -contestó Curithir-. Así lo hemos decidido".
Rinnich silbó y señaló con el dedo. "Allí tenéis la cocina de los sirvientes. Marchaos, no sea que salgáis heridos".
"Venimos preparados, no necesitamos que nos enseñen".
"Los niños son siempre muy confiados",dijo Rinnich. El sol brilló sobre el torque de Curithir, haciendo que Rinnich se fijase en él.
"¿De dónde ha sacado semejante torque un joven descarriado?", le preguntó.
Curithir se llevó las manos al cuello. "Este torque -contestó- perteneció a Cu Chullain y yo soy descendiente suyo. Muchas generaciones de hombres lo han buscado".
Scathach, el sobrino del rey, gritó a Curithir, intentando arrebatarle el torque: "¡Menuda presunción! ¡Insultas al mejor nombre de Irlanda!" Sin embargo, al rey Rinnich le interesó su reivindicación de un linaje regio y dijo a Curithir: "¿Es cierto que llevas la sangre de Cu Chullain?"
"Así es", contestó Curithir.
Se había congregado un pequeño grupo de guerreros y uno de ellos dijo: "¿Cómo, si no, iba a tener él un gran tesoro de Irlanda?" otro dijo: "Pero, ¿por qué un descendiente de Cu Chullain no ha llegado a ser rey?"
Curithir guardó silencio. "Si, en efecto -dijo el rey Rinnich-, eres quien dices, tendrás que demostrarlo sometiéndote a la prueba de la jabalina. Allí a lo lejos verás un peral -dijo trazando con su espada una raya en el suelo-. Veamos quién de nosotros es capaz de darle a una pera a cincuenta pasos de distancia".
Ferbaeth, un jefe de clan, se acercó a la raya con una jabalina, la lanzó y por dos palmos no consiguió darle a una pera de una ramá más baja. Otros lo intentaron y muchos estuvieron apunto de lograrlo, pero nadie alcanzó ninguna pera.
Finalmente, se le entregó la jabalina a Curithir, que la levantó sobre su hombro y ocupó su lugar en la raya. En ese momento divisó sobre un cerro lejano, vestida de color escarlata, a la mujer que había visto en la iglesia la noche anterior. Después de mucha concentración, corrió diez pasos hacia adelante, echó hacia atrás el brazo y con gran fuerza lanzó la jabalina hacia el cielo.
El vuelo de aquella jabalina fue toda una canción y todavía hoy se lo recuerda en Irlanda: no avanzó temblorosa ni agitada sino que se remontó con perfecta estabilidad trazando una raya oscura en el cielo. Se alzó muy por encima del peral y los presentes se echaron a reir, pero la jabalina siguió ascendiendo aún más moviéndose, al parecer, a su albedrío. A tres veces cincuenta pasos más allá del árbol una liebre emprendió una carrera por el campo y la jabalina cayó sobre ella, dejándola clavada al suelo. Todos sintieron asombro. Curithir se volvió hacia ellos y dijo: "La fruta no es suficiente reto para un guerrero de verdad".
Algunos de los presentes se preguntaron quién era aquel joven y otros pensaron que su orígen no podía ser natural. Otro, elevando su voz por encima de los demás, dijo: "¡Por fuerza ha de llevar la sangre de Cu Chullain!" El aire se llenó de júbilo y los guerreros levantaron el hombros a Curithir. La fiesta bajo las estrellas duró hasta muy avanzada la noche y todos dijeron a Curithir: "eres la esperanza de Irlanda".
A altas horas de esa noche Curithir puso una piedra en una hoguera y más tarde la envolvió en una manta y la introdujo en su cama. El frío de la noche lo mantuvo despierto, pero al final consiguió conservar el calor del cuerpo y sintió fatiga. Cuando se durmió tuvo un sueño. En él, entraba en una iglesia en la que de nuevo se encontraba a la mujer que había visto tocando el arpa. El lugar estaba a oscuras, pero de la propia figura emanaba un fulgor. Cerca de ella, formando un círculo, había arrodillados doce monjes que, ocultos sus rostros tras las capuchas, entonaban un cántico.
Nuestro Dios es el Dios de todos los hombres,
el Dios del cielo y de la tierra,
del mar y del río, del sol, la luna y las estrellas,
de las altas montañas y los profundos valles,
el Dios que está por encima del Cielo,
el Dios que está en el Cielo,
el Dios que está bajo el Cielo...
Curithir alzó la mirada y vio pasar por arriba un barco como si se encontrara bajo el mar. Uno de sus tripulantes contempló aquella enorme estancia. En ese momento apareció, como si descendiera por el agua, un ancla adornada de esmeraldas y rubíes, posándose con suavidad sobre el suelo. Sonó como un chapoteo arriba y descendió el marinero, moviéndose por el aire como si nadase. Recogió el ancla e hizo una seña a Curithir.
Tiene su morada alrededor del Cielo,
de la Tierra y del Mar y de cuanto en ellos hay.
Todo lo inspira, todo lo aviva,
todo lo domina, todo lo mantiene,
alumbra la luz del Sol y de las Estrellas
en ayuda de las luces más grandes.
Curithir miró a la mujer y ella sonrió, pero no en señal de bienvenida; su rostro se volvió hacia él, pero no lo vio y el marinero se marchó llevando consigo el ancla.
Al despertar, anheló de inmediato volver a encontrarse en la estancia de su sueño. Se desperezó y salió a caminar bajo las estrellas. Se alejó de su choza hasta que surgió en oriente una cenefa de luz y cantaron juntas las estrellas del alba. Se frotó las manos, pues el aire era frío; el otoño había jugado su baza cubriendo de tonos dorados los árboles. Curithir siguió caminando hacia el este.
Esa misma mañana Imchach el Eremita llegó presuroso al albergue de los guerreros en Temair e hizo sonar tres veces la campana de bronce para despertarlos. Imchach gritó: "¡Diez barcos noruegos en Benn Etair... en el horizonte!" El rey Rinnich ordenó al instante: "Aprestaos para la batalla y que todos los que puedan se dirijan a la costa".
El rey Rinnich fue debajo del gran salón a la armería de Temair, una estancia con el suelo de tierra en la que se guardaban barriles de vino galo y de una bebida negra como el carbón. Mucho se engañan quienes no consideran que la pericia viene de Dios y oscura es la mente de quien se cree capaz de controlarla. En la herrumbre apolillada de su mente, Rinnich creía que la gran pericia de Curithir provenía del torque de oro y que podría pasar a quien lo poseyera. Los guerreros, encabezados por el rey Rinnich, se marcharon en dirección a la costa. Antes de marcharse, Scathach dijo a muchos muchachos demasiado jóvenes para luchar que buscasen a Curithir y lo convenciesen para que los ayudara en la guerra.
Esa tarde Curithir llegó a la misma pequeña iglesia en que había visto a la arpista. Entró y la vio en su interior, de pie entre las sombras. Sobresaltado, le preguntó: "¿Eres un ángel de Dios?".
Ella avanzó hacia la luz que penetraba por una puerta y sonrió. "No soy ningún ángel. Soy Liadain, arpista de Cain Bile, procedente de la Cascada Roja de Es Ruaid. Te he visto en sueños".
"También yo a ti -dijo Curithir-. En sueños he visto un hermoso país por el que a menudo he deambulado". Curithir la contempló y la encontró inmaculada.
Juntos estaban ya y juntos permanecieron. Abandonaron la iglesia y caminaron por los campos cruzando varios ríos. Conversaron sin halagos ni vanidad y sin sentir el menor cansancio. Jamás hubo dos personas que se sintiesen tan atraídas al conocerse.
A medianoche llegaron a un claro del bosque en el que cantaba un solitario ruiseñor. Separados tan sólo por el aire otoñal, él la besó y la callada luz de las estrellas se perfiló con nitidez sobre la cúpula negra cel cielo.
Por la mañana un muchacho vio a Curithir junto a la iglesia y corrió alborozado para hablarle de la batalla de Benn Etair. Curithir dijo entonces a Liadain: "Puesto que he jurado vengar la muerte de mi padre, debo ir. ¿Me esperarás?".
"Te esperaré, si Dios quiere", contestó Liadain y Curithir echó a correr por el campo. Ignoraba cuándo podría volver a verla. Liadain le gritó: "¡Recuerda que debes seguir con vida!" A continuación se dirigió a su pabellón, adornado con flores y hojas, y salió a una huerta próxima para coger manzanas de finales de otoño.
Cuando Liadain alargó su fina mano para arrancar la primera manzana, oyó en sus adentros la voz de Dios:
El amor verdadero espera. Si el amor no sabe aguardar, es que nunca fue amor. Lo sabrás, pero tan sólo en el momento elegido por mí.
Curithit cabalgó sobre Iala como una exhalación hasta alcanzar a los guerreros de la Rama de Plata a una hora avanzada de la tarde, cuando llegaban ya a Benn Etair. El valle estaba cubierto de una espesa niebla y las cumbres de los cerros parecían islas de un lago. Acamparon en el interior del valle y, una vez que la noche hubo disipado la niebla, Curithir pudo ver una hoguera enemiga sobre cada colina. Los guerreros de la Rama de Plata estaban rodeados y les llenaba de pesimismo oir el ruido de espadas y el siseo de los vocablos noruegos que llegaban de las colinas.
Por la mañana llegaron del mar al valle unos densos nubarrones de tormenta. Rinnich hizo reunirse a todos, pero Curithir se acercó tranquilamente a Aelai y le entregó su capa y el torque de oro para que los guardase, tras lo cual se escabulló por su cuenta a fin de reconocer el terreno.
El rey Rinnich dijo: "Estamos rodeados y hemos de rendirnos si queremos mejorar nuestra situación." Tras un momento de duda, añadió: "Por supuesto, no puedo ser yo el que vaya, pues, si no, ¿quién quedaría al mando?"
"Iré yo", dijo adelantándose un paso Ecet, a quien llamaban Ala de Cisne. Los guerreros enjaezaron su montura con bocado y brida de bronce. Ecet se adelantó a caballo y dio tres vueltas en torno al campamento noruego. Desmontó y se acercó a Mjollnir, el jefe de los vikingos, deponiendo la espada a sus pies. Mjollnir recogió la espada, alzó ambos brazos en ademán victorioso y, sin mediar advertencia, hizo caer la espada sobre el cuello de Ecet, decapitándolo. Antes de que su cabeza dejase de rodar, fue ensartada en la punta de una jabalina como señal de burla ante los enemigos.
Los guerreros de la Rama de Plata se sintieron ultrajados y presentaron batalla de inmediato. Aquella fue la batalla de Benn Etair, aunque se la conoce más como la matanza de Benn Etair, pues por cada guerrero que quedó con vida murieron diez.. Sobre los yelmos cónicos se mellaban las espadas y la tierra oscura quedaba aplastada con los huesos de los guerreros. Caía la lluvia sobre sus corazas y los fulgores azulados de los relámpagos llegaban hasta el suelo entre los combatientes. Los caballos relinchaban con ojos inquietos y temerosos y la sangre se derramaba caudalosa como la lluvia que caía a raudales del cielo.
Curithir era un mar que se debatía contra un río y contra la furia airada de cien hombres. Aunque los guerreros de Rinnich lucharon aquella mañana con gran valor, hubieron de afrontar la derrota. Después de la batalla, Curithir se dirigió solo a un recodo del río, donde encontró a Aelai con el rostro hacia arriba y los ojos tan hundidos que parecía que se los hubiera arrancado una grulla. Le habían cortado el cuello y el torque de oro había desaparecido. Curithir se arrodilló para sacar a Aelai del río de sangre. Al ver en su espalda la empuñadura rota de un puñal, se lo sacó y lo lavó en el río. Lo alzó en dirección al sol y el agua goteó desde la punta de la hoja. Curithir vio que tenía los grabados de su gente y en aquel momento supo con amargura lo que era la traición. Abrazó a Aelai y se echó a llorar. De la capa de Aelai cayó una gema de color púrpura, una amatista, rechinando contra una piedra del río. Curithir alargó la mano para recogerla y la examinó con admiración. Apretó la gema en su puño y un dolor le recorrió el costado al tiempo que un súbito calor atravesó su mente. Se levantó y vio que lo habían rajado en la batalla y que le corría sangre por la pierna abajo. Alzó la mirada al cielo un instante y cayó desplomado entre los muertos.
Cuatro días después, el rey Rinnich y unos cuantos guerreros supervivientes llegaron a Temair. Se congregó una multitud y enseguida se les preguntó: "¿Qué ha sido de la Sangre de Cu Chullain?"
"Ha caído en la batalla", contestó Rinnich.
Liadain, que se encontraba entre la multitud, echó a correr a ciegas, tropezó y cayó al suelo helado. Se levantó y reemprendió la carrera. No sabía a dónde iba, tan sólo sentía la necesidad de correr. Finalmente, al llegar a las colinas boscosas del este, se apoyó contra un viejo roble. Un rayo de sol incidió en su rostro y en ese momento sintió un raudal de dolor: no pensaba sino en Curithir, a quien ya no volvería a ver.
Pasó muchos días junto a un arroyo que discurría por entre los árboles como un reguero de cristal. Una tarde empezó a nevar y cuando ya creía quen no podría soportar más tiempo su dolor, profirió un grito, cayó de bruces al suelo y cerró los ojos. La nieve que cubría su vestido se derritió en pequeñas gotas húmedas que lanzaban guiños de luz mientras ella se entregaba al suelo helado, perdiendo el conocimiento. Las gentes de Temair habían salido a buscarla por colinas y ríos, pero nadie encontró a Liadain. Nadie la oyó cantar de nuevo y muchos la dieron por muerta. Fue muy llorada, pues cuantos la conocían sentían gran aprecio por Liadain.
A altas horas de la noche Liadain despertó al oír chirriar los goznes de hierro de una puerta y vio que estaba acostada en una cama tibia. Un monje entró silenciosamente en la habitación.
"¿Dónde estoy?", preguntó ella.
"Estás en el monasterio de Clonfert. Dios te acompañe, quienquiera que seas".
Conversaron en voz baja y el monje fue respondiendo todas las preguntas que le hacía Liadain. Al final, consciente de que no estaba con Curithir, ela susurró: "Ya no me queda otra razón para vivir que Dios".
"Es el camino más arduo -le dijo el monje-, "piénsalo bien". Acercándose a ella, le habló en voz baja: "No sé cómo habrás llegado hasta aquí, pero ten presente que sólo deben buscar la vida contemplativa quienes hayan sentido en su interior la llamada des espíritu de Dios. Es una vocación destinada tan sólo a unos pocos que, por gracia y predisposición, puedan atenderla".
Le tomó la mano y la colocó bajo las mantas. Tras abandonar el monje la habitación, Liadain estuvo largo rato tendida sin conciliar el sueño. Sin más guía que la luz de su corazón, se dirigió a una pequeña iglesia situada al otro lado del patio helado. Allí se arrodilló para cantar una plegaria en su propia lengua:
Dia dha mo chaim
Dia dha mo chuairt
Dia dha mo chainnt
Dia dha mo smuain
Dia dha mo chadal
Dia dha mo dhùsg
Dia dha mo chaithris
Dia dha mo dhùil
Dia dha mo bheatha
Dia dha mo bhilibh
Dia dha m'anam
Dia dha mo chride
Dia Dha mo riaradh
Dia dha mo shuain
Dia dha mo m'anam sìorraidh
Dia dha m'bhiothbluan
Dios para envolverme
Dios para circundarme
Dios en mis palabras
Dios en mis pensamientos
Dios en mi sueño
Dios en mi vigilia
Dios en mi espera
Dios en mi esperanza
Dios en mi vida
Dios en mis labios
Dios en mi alma
Dios en mi corazón
Dios en mis posibilidades
Dios en mis sueños
Dios en mi alma siempre viva
Dios en mi eternidad
Por la mañana despertó sobre un suelo de piedra, pero en su interior tenía la certeza de que a partir de entonces serviría al Rey de los Cielos y viviría o moriría por ello.
Al sur de allí, en Benn Etair, al mismo tiempo que Liadain rezaba, Curithir abrió los ojos y vio dos manos. Al observarlas moverse, supo que eran las suyas. Oyó el crujido de una rueda de madera y pudo alzar la mirada lo suficiente como para ver que un enano apilaba en un carro los fragmentos de armas. Curithir emitió un gemido y todo volvió a quedar oscuro en su mente. El enano era Lomna Druth. Se aproximó a Curithir, vio que estaba vivo y se apiadó de su sufrimiento. Hizo que su jaco doblase las patas delanteras en el barro seco y endurecido y empleó todas sus fuerzas para subir a Curithir al carro y llevarlo a su casa de las montañas de Partry. Lomna cuidó las heridas de Curithir e imploró al cielo que ayudase al guerrero. Colocó su rechoncho dedo índice sobre los labios de Curithir formando una gruz y recitó los salmos que se sabía de memoria.
Al cabo de muchos días, Curithir fue recuperando fuerzas y, cuando pudo por fin sostenerse de pie, regresó de inmediato al campo de batalla en busca de Aelai. Lo tomó en brazos y lo llevó con suavidad hasta un precipidio sobre el mar. Con la ayuda de Lomna, cavó una tumba y, acunando a Aelai en sus brazos, depositó su cadáber en la fría tierra. Curithir colocó un menhir encima, junto a dos azaleas blancas que temblaban en el aire como pequeñas monjas.
Curithir hizo noche allí. Al día siguiente, Lomna se acercó a Curithir a la hora del crepúsculo, como seguiría haciendo muchos días, para preguntarle: "¿Estás preparado para hablar?" Curithir meneaba la cabeza y Lomna se marchaba. Curithir pasó muchos días negándose a hablar.
A veces Curithir observaba en el cielo que se divisaba entre las colinas un camino que conducía a otro mundo situado más allá del horizonte. Una tarde en que se encontraba mirando en esa dirección. sobre el pálido cielo se dibujó brevemente una figura en un risco situado entre dos montes. Al acercarse la figura, Curithir pudo ver que era un anciano de más de dos metros de altura, aunque encorvado por la edad. Vestía de lino y llevaba una capucha pintada con caracolas y peces de mar, tan vieja y ajada como él. No llecaba más pertenencias que un bastón, desgastado y alisado en su parte central.
El anciano se acercó a Curithir y le dijo: "Dios te acompañe, quienquiera que seas". Curithir, sin embargo, no dijo nada. "Soy Cummin el Alto, deoradh (peregrino) de los Céile Dé. He estado en el este. ¡Ay, lo que han visto mis ojos! ¡Mira!" Le mostró una piedra pequeña y sin nada de particular. "Es del Gólgota, de debajo de la cruz de Jesús". Curithir siguió sin decir nada. "¿Qué te aqueja? ¿Por qué contemplas esta tumba?", preguntó el deoradh.
"Mi hermano está ahí".
"Y seguirá estando algún tiempo".
Curithir alzó la mirada, enfadado. "Pronto vengaré la muerte de mi hermano, sólo que ahora estoy de luto, como se ve. He perdido a un ser muy amado".
Cummin le preguntó: "¿Qué conoces del amor?"
"Conozco un amor más grande que todo el amor del mundo".
"El Reino de los Cielos es amor -dijo el viajero- Que los muertos entierren a los muertos. Hay que acordarse de vivir".
Curithir se sentó derecho de repente. Esas habían sido las últimas palabras que Liadain le había dicho y lo habían despertado. Se pusieron a charlar. El monje se inclinó para colocar una mano sobre Curithir y su túnica se abrió por el cuello dejando ver una cinta de cuero de la que pendía un ancla de bronce incrustada de brillantes esmeraldas y rubíes.
Curithir se inclinó y colocó su mano tras el ancla para observarla. "Yo he visto esto en sueños -dijo-. "¿Qué significa?" Tras una pausa, añadió: "¿Que debo seguir a Dios, como tú?"
"Que hayas visto esta ancla en sueños no significa que debas seguir a Dios sino que Dios te sigue".
"Quizá sea así -dijo Curithir-, pero he de vengar la muerte de mi hermano".
Andando el tiempo, Cummin el Alto prosiguió su camino. Tres días más tarde Curithir partió en dirección a Temair, animado por el deseo de encontrar entre su gente al asesino de Aelai y de buscar a Liadain.
Curithir se dirigió al noroeste llevando su capa en una bolsa a la espalda y llegó a la fuente del patio de Temair. La gente se congregó a su alrededor, gozosa de verlo llegar con vida. Curithir gritó a la gente: "¿Dónde está esa mujer llamada Liadain?" Todos guardaron silencio, pero una persona que estaba al lado de Curithir le susurró: "No está... Hay quien dice que ha muerto".
Atraído por el bullicio, Rinnich salió de repente al patio, se acercó directamente a Curithir y se colocó ante él. Ambos clavaron sus espadas en el suelo junto a su costado en señal de saludo. Antes de que pudieran hablar, el sol iluminó la empuñadura de la espada de Rinnich. Había en ella una hilera de cinco gemas purpúreas y un pequeño hueco vacío destinado a albergar otra gema. Con manos trémulas, Curithir extrajo de un bolsillo mal cosido de su camisa de piel de ciervo la amatista que traía desde el campo de batalla y la hizo encajar perfectamente en el sexto punto de engarce.
Curithir fijó su mirada en el rey y montó en cólera. En los ojos de Rinnich se percibía el miedo. Con la avidez que se adueña de los hombres de armas, Curithir movió su espada a izquierda y derecha sobre el cuello de Rinnich, donde tropezó con un objeto duro. La túnica de Rinnich se abrió y bajo su ropa apareció el torque de oro. Antes de que Rinnich pudiera darse la vuelta y huir, Curithir lo atravesó con su espada. Después la extrajo y el cadaver cayó al suelo. Curithir cogió el torque y luchó hasta deshacerse de tres agraviados guerreros que tuvieron el valor de intentar defender al traicionero rey.
Durante un año entero Curithir recorrió Irlanda en busca de Liadain. Tanto se acordaba de ella que se sentía siempre triste y no podía dormir. Caminó muchos kilómetros y conoció a muchos reyes, pero ninguno de ellos sabía nada de Liadain. Caminó por toda la costa y conoció a muchos marineros, pero nadie sabía nada de Liadain. Un día, en un patatal, encontró a un agricultor agachado junto a una pequeña hoguera. Curithir le contó su historia y el agricultor le contestó: "Hace tan sólo cuatro noches oí esos cantos que describes. Provenían de la isla de Clonfert".
Curithir montó a Iala y cabalgó apresuradamente hacia la isla. Cruzó el agua en una barquilla de cuero y encontró a Liadain asomada al mar y vestida con una capa oscura y desgarbada. Al ver a Curithir, sus mejillas se cubrieron de lágrimas que caían a la tierra negra. Le dio la bienvenida con un beso inocente. Sentían alegría.
"Te creía muerto. ¿Cómo has llegado hasta aquí?", preguntó liadain.
Curithir se limitó a susurrar: "Te he encontrado". Alzando el tono de voz, y con mucho orgullo, añadió: "¡Por fín te he encontrado!"
Tenía la capa rota debido a las zarzas y espipnos que se le habían clavado en los brazos y las piernas. Liadain tomó flores, hierba fresca y una planta llamada sunkind, las ató con tiras de lino de su bata y le vendó las heridas.
"Ahora podemos irnos y estar juntos", dijo Curithir.
Pero el sol escondió su rostro y la tierra se oscureció. Sopló el viento del oeste y dos fieros halcoes surcaron el cielo. Curithir abrazó a Liadain y después se echó hacia atrás para mirarla a los ojos.
"No -le dijo ella en voz baja-. Ha pasado demasiado tiempo. Antes... sí, pero ahora soy de Dios, aquí y sólo aquí". Lo dijo porque poseía gran fuerza. La luz que iluminaba a Curithir desde el principio se apagó entonces.
Por la mañana Curithir salió afuera y vio a Liadain ante una piedra de oración. Vio sus brazos extendidos como la neblina azul mientras velaba la cruz y percibió en ella un fulgor luminoso que no le venía de arriba sino de su propio interior. Vio también una hoja que le había caído sobre los hombros, en el comienzo del cuello. La contempló durante largo rato y entonces, sin mediar sonido alguno, se acercó hasta colocársele delante, de forma que ella pudiera verlo. Aunque Liadain miraba hacia adelante, no lo veía, pues tenía fija la mirada en el cielo que había sobre él. Curithir se marchó apesadumbrado.
Regresó al monasterio para recoger su espada y después bajó por un sendero hasta la costa. Allí encontró otra barquilla de cuero en la cual cruzó el mar remando con furia. Cuando Liadain se dio cuenta de su marcha, subió a lo más alto de la isla y allí percibió la permanencia de su elección. Apoyándose en la rama de un árbol y forzando la mirada en dirección al norte, Liadain sollozó por su amado. Cantó entonces estas palabras, que conmovieron su fe:
Tan alto y lejano como la luna y las estrellas
tan frío como el aire de montaña
¿por qué arrebatarme este amor que siento
y dejarme en la desesperación?
Mi corazón está seco como la arena y el polvo
y hueco como un árbol muerto,
más vacío que las tumbas de piedra.
¿Acaso es la fe tan sólo vanidad?
¿Quién consiente este dolor mío
sino nuesto Dios de las alturas?
Nunca podré unir
el cielo, el destino y el amor.
Más tarde Liadain encontró en su celda una nota escrita sobre un pergamino húmedo. En ella decía:
Liadain de mi corazón: no sufras cuando me haya ido. Mi infortunio crece a diario pero hasta en la tumba hay que evitar la tristeza.
Curithir flotó sobre el mar en silencio por espacio de tres días. Puso rumbo norte en dirección a Escocia, bordeando las costas occidentales hasta la isla sagrada de Iona. Allí, bajo un sol silencioso, oyó aquel sonido que conocía desde niño, el cántico de los monjes. El sonido se difundió sobre el mar tranquilo y volvió a ascender y descender como olas sobre una costa de guijarros.
Ave cuius nativitas
Nostra fuit benignitas
Ut lucifer lux oriens
Vernum solen praeveniens
Que significa: "Saluda este nacimiento que ha sido nuestra bondad como el lucero del alba y la luz de oriente que aparece ante el verdadero sol". Los monjes cantaban como lo habían hecho durante toda la vida de Curithir, quien se acercó a la costa para oír mejor.
Al hacerlo, alzó la mano para quitarse del cuello el torque de oro. Lo introdujo en el agua y lo soltó. Vio cómo se hundía, girando arremolinado hasta perderse como los días de su vida. Cuando ya no pudo ver el torque de Cu Chullain, saltó por la borda y nadó con sus fuertes brazos hasta la isla de Iona. Allí ingresó en la Sagrada Orden porque, al perder a Liadain, había perdido también el deseo de vengar la muerte de su padre e incluso las ganas de vivir.
Aunque no existe ningún lugar que pueda considerarse totalmente vacío, sentía que su corazón casi lo estaba y sabía que aunque consiguiera encontrar las piezas de su amor, ya no podrían unirse nunca más.
Una noche, muchos años después, cuando ya estaba encorvado por la edad, aplastó bajo una piedra la gema purpúrea de la espada del rey Rinnich, que se dividió en mil facetas más pequeñas, como los gragmentos de su corazón, cuyas múltiples partes seguían queriendo y adorando aunque, después de alguien tan único como Liadain, no pudieran ya buscar amor terreno.
Con frecuencia se paraba sobre las piedras rojas y redondas de Iona, junto al mar de espejo, contemplando a lo lejos Irlanda y pensando: "No he conocido otro amor terrenal que el que sentí por Liadain. Ningún amor supera al que me inspiró Liadain. Liadain fue mi gozo terreno. Dejémoslo así."
la diosa caballo:
El nombre Epona deriva del galo epo = caballo. Es una diosa-caballo celta cuya iconografía se vinculó al simbolismo equino.
Se la veneró particularmente en la Galia y en Renania, pero también aparece en Bretaña, Yugoslavia y Africa del Norte. E incluso fue aceptada en la capital del Imperio Romano, donde se le instauró una fiesta, celebrada el 18 de diciembre.
El interés especial del culto a Epona se encuentra en sus imágenes. De hecho siempre se la representa con sus atributos equinos.
La iconografía de Epona se divide en dos grupos principales: El más importante son las pinturas de la diosa montada en una yegua. En las otras principales representaciones aparece representada entre dos caballos. Y otras veces aparece incluso representada en forma de yegua, sin ningún otro atributo humano.
Mucha de la imaginería de Epona muestra el simbolismo de la fertilidad y de la abundancia de la tierra. En muchas imágenes se la representa con cestas de frutas o de maíz. Además, parece que ha habido una asociación definida entre Epona y las Diosas-Madre.
A la Diosa se la asociaba con el agua/curación y con la muerte. En la Galia era representada con el aspecto de una ninfa acuática u ondina. Frecuentemente, también se la representó con un perro que podría reflejar la curación o la muerte.
El simbolismo de la vida después de la muerte puede venir representado por la diosa montada en su yegua con la imagen de un hombre siguiéndola. Esto se ha interpretado como un alma humana que es llevada al otro mundo.
También puede ser representada llevando una gran llave, lo que puede interpretarse como la capacidad de Epona de abrir las puertas del cielo y del otro mundo. Se la ha representado incluso con un mapa o plano, como presidiendo el comienzo del viaje del hombre a través de la vida.
Realmente, Epona es la patrona de los caballos, que constituían un bien muy preciado para los celtas en cuanto al transporte, la guerra, el poder, el prestigio y la religión; pero también reflejó los profundos misterios de la vida, de la muerte y del renacimiento. Según las regiones, también es conocida como Rhiannon o Rosette.
tuatha de danann:
La tribu de los Fomori se encontraba ya en el territorio mucho antes de que llegasen a Irlanda las demás razas. Sin embargo, éstos vivían principalmente en el mar. La primera raza no autóctona en invadir Irlanda fue la Partholon, y se sabe muy poco de ella. Tras 300 años de lucha contra los Fomori, los Partholon murieron de una epidemia.
Posteriormente, llegó la raza Nemed, que fué también víctima de una epidemia, pero, esta vez, sobrevivieron algunos, aunque sólo para ser esclavizados por los crueles fomorios. Los reyes fomorios Morg -hijo de Dela- y Connan -hijo de Febar- erigieron una torre de cristal en su baluarte de la isla de Tory, desde el que gravaron con un terrible impuesto a los nemedios. Dos terceras partes de los niños que nacían cada año debían ser entregadas a los fomorios durante el Samhain (31 de octubre). Tras la guerra iniciada para librarse de este impuesto, todos los miembros de la raza de Nemed fueron asesinados.
Más tarde, llegaron colonizadores desde tierras lejanas, los firbolg, que, en realidad, eran tres tribus: la de los hombres de Domnu, la de los de Gaillion y la de los del Bolg. Todos ellos se casaron entre sí y con los fomorios, convirtiéndose en aliados de éstos. Los recién llegados dividieron Irlanda en cinco provincias que se unían en la colina de Balor, en West Meath, posteriormente denominada Colina de Huisnech. Todos estos pueblos practicaron extraños ritos mágicos y continuaron dominando el territorio hasta la llegada de los Tuatha De Danann.
Los Tuatha De Danann (hijos de la Diosa Dana) prosiguieron con la invasión de Irlanda. Algunas leyendas dicen que vinieron del cielo; otras, que procedían de islas lejanas. Las cuatro ciudades de las que eran originarios eran Findias, Gorias, Murias y Falias. Estaban muy dotados tanto para la poesía como para la magia y trajeron con ellos cuatro grandes tesoros: La espada de Nuada, de Findias; La terrible lanza de Lugh, de Gorias; el caldero de Dagda, de Murias y la Piedra de Fal (Lia Fal o Piedra del Destino, de la que se decía que proferiría aullidos en presencia del auténtico heredero al trono de Irlanda), de Falias.
Los Tuatha De Danann llegaron en Beltane (1 de mayo), ocultos por una magia empleada por las deidades Morrigu, Badb y Macha, y se encontraron con los ejércitos firbolgs y fomorios en la Llanura del Mar, cerca de Leinster, donde comenzaron a negociar la paz y la partición de Irlanda, aunque a ello se opuso Eochaid, rey de los firbolgs.
En el Solsticio de Verano, ambos ejércitos se enfrentaron en las cercanías del pueblo actual de Cong, cerca del paso de Benlevi. Grupos de combatientes solitarios lucharon durante cuatro días. Nuada, el rey de los Tuatha De Danann, perdió su mano combatiendo contra Sreng, campeón de los firbolgs. El rey Eochaid murió, y los firbolgs se vieron reducidos a simplemente 300. En gesto de paz, los Tuatha De Danann les ofrecieron una quinta parte de Irlanda. El enemigo escogió Connaught.
Diancecht, médico de los Tuatha, fabricó para Nuada una maravillosa mano de plata que podía mover igual que si fuese real. No obstante, Nuada tuvo que abdicar, ya que no estaba permitido que ningún rey de los Tuatha tuviese ninguna disminución física. En un intento por asentar una paz permanente con los fomorios, el consejo tribal de los Tuatha envió un mensaje a Bress, hijo del rey Elathan, para que fuese su líder. Bress se mostró de acuerdo y contrajo matrimonio con Brigit, hija de Dagda. Simultáneamente, Cian, hijo de Diancecht, se casó con Ethniu, hija de Balor de los fomorios.
Bress prometió abdicar si, en un momento dado, su forma de gobierno no gustaba a los Tuatha, pero, al poco tiempo, comenzó a gravarlos con onerosos impuestos. No tuvo que transcurrir mucho tiempo para que Ogma se viese obligado a recoger leña y para que Dagda se viese limitado a erigir fuertes y ciudades para los fomorios. Para mayor humillación, Bress rebajó las cuotas de comida y leña a los Tuatha.
Llevaban ya los Tuatha De Danann algún tiempo sufriendo grandes penalidades, cuando el depuesto rey Nuada comenzó a tener problemas con su mano de plata a causa de una grave infección. El hijo y la hija de Diancecht, Miach y Airmid, respectivamente, fueron a ver a Nuada y, mediante métodos mágicos, le devolvieron al brazo su anterior mano cortada, haciendo, de este modo, que el rey se viese entero de nuevo. Por alguna razón, Diancecht mató a su hijo por trabajar éste la magia mejor que él.
En el ínterim, Bress era tan avaro con su hospitalidad como lo había sido con sus promesas, práctica no bien considerada por los Tuatha. Cuando el bardo Cairpre, hijo de Ogma y jefe de los Tuatha fue a visitarle, fue tratado con descortesía, siéndole proporcionados una alimentación y un alojamiento horribles. Al partir, Cairpre, le gastó una broma mágica a Bress, quien vio cubierta su piel por innumerables abones rojos. Los Tuatha insistieron para que Bress abdicase.
Bress se retiró bajo el mar, al reino de los fomorios, donde se quejó a su padre Elathan. Los ejércitos fomorios decidieron expulsar a los Tuatha De Danann de Irlanda.
Mientras Nuada celebraba su vuelta con un gran banquete en su capital de Tara, un extraño guerrero se acercó a las puertas de la ciudad y solicitó permiso para entrar. Se trataba de Lugh, hijo de Cian y de Ethniu y nieto de Diancecht.
El encargado de la puerta le negó la entrada, diciéndole que ninguna persona sin habilidades especiales podía entrar en la ciudad y añadiendo que ni si quiera el linaje ni la pureza de sangre constituían razones para romper esa costumbre.
Ante la negativa, Lugh comenzó a recitar todas sus habilidades: carpintero, herrero, guerrero profesional, arpista, poeta, brujo, médico, broncista, copero..., pero el encargado de la puerta rió con tono despreciativo. Los Tuatha habían hecho ya su elección. Entonces, Lugh envió un mensaje a Nuada en el que le preguntaba si había entre sus hombres alguno que tuviese tantas habilidades como él.
El rey no se sintió demasiado impresionado y le envió a su mejor jugador de fidhchell (antiguo juego de mesa irlandés) para que le retase. Lugh ganó todas las partidas, con lo que Nuada le admitió y le hizo sentar en el puesto destinado para el sabio, ya que Lugh lo era en todos los campos.
Los problemas con los fomorios iban de mal en peor, y Nuada decidió ceder su trono a Lugh durante trece días de guerra para que el poderoso guerrero pudiese así ponerse al mando de las huestes de los Tuatha De Danann y enfrentarse a sus enemigos.
Goibniu, el herrero, prometió sustituir todas las espadas y lanzas en una sola noche por otras que garantizaban que su golpe o lanzamiento sería exacto y mortal.
Credne, el broncista, se ofreció a fabricar remaches mágicos para lanzas, vainas para las espadas y rebordes para los escudos.
Luchtaine, el carpintero, se obligó a suministrar todas las astas de lanzas y escudos, mientras Dagda aplastaría al enemigo con su gigantesca maza.
Ogma planificó la muerte del rey fomorio y la captura de, al menos, una tercera parte de sus huestes.
Diancecht se dispuso a devolver los muertos a la vida mediante su introducción en un caldero o pozo mágico.
Otras deidades, druidas y encantadores prometieron ocultar los ríos y lagos y confundir al enemigo con actos de magia.
Los preparativos para la guerra tomaron siete años. Durante todo ese tiempo que duró la planificación, Lugh envió mensajeros por toda Irlanda para convocar a los Tuatha. Cian, su padre, uno de los mensajeros, fue muerto por los tres hijos del rey de Tuirenn, hijo de Ogma, con quien su familia había tenido desavenencias. Lugh encontró el cuerpo y supo de inmediato quienes habían sido sus asesinos. Pidió el pago en sangre a través de unas peligrosísimas tareas que los tres hombres tendrían que realizar y a las que él sabía que no podrían sobrevivir. Murieron los tres mientras llevaban a cabo la última de ellas.
Justo antes de la batalla, cuando Dagda reconocía el terreno, se encontró con Morrigu, diosa de la guerra, mientras ésta se bañaba en el río. A cambio de yacer con ella, ésta le prometío la victoria en combate.
Los dos ejércitos se encontraron en la víspera de Samhain y, de nuevo, se ciñieron en una serie de combates singulares. Esta vez, sin embargo, los Tuatha De Danann curaban sus heridas al día siguiente, apareciendo también como nuevas sus espadas y lanzas.
Los fomorios comenzaron a sospechar y enviaron a Ruadan, hijo de Bress y de Brigit a averiguar lo que pasaba. Mientras Ruadan espiaba a Goibniu, decidió que el herrero debía morir. Con una lanza atravesó el cuerpo de Goibniu, pero el enorme hombre se la sacó y mató con ella al fomorio. Diancecht y Airmid sumergieron inmediatamente el cuerpo de Goibniu en el pozo sanador, con lo que salió curado. Como venganza, un grupo de fomorios se las arregló para cegar el pozo con piedras, destruyéndolo para siempre.
Por fin los dos ejércitos se aprestaron para el combate final. Un consejo de hombres de los Tuatha, considerando que Lugh era lo demasiado vulnerable como para perderlo en batalla, le colocó en la retaguardia, pero él se escapó de sus nueve guardaespaldas y huyó al frente en un carro. Ogma mató a Indech, hijo de la diosa Domnu, y Balor, a Nuada y Macha.
Lugh retó a Balor el del Ojo Maligno -su abuelo-, que era quien mandaba las fuerzas enemigas. Cuando los fomorios comenzaron a abrir el ojo de Balor, que podía destruir a todo el que estuviera a su vista, Lugh, con la ayuda de una piedra mágica que llevaba consigo, hundió el ojo hacia la parte trasera de la cabeza de Balor, haciendo que el ojo mirase hacia los fomorios, matando así toda una hilera de enemigos, aunque otra versión dice que Lugh tuvo que hacer uso de su enorme lanza para sacar el ojo de Balor.
Ganaron la batalla los Tuatha De Danann, que empujaron a los restantes fomorios al mar. Morrigu y Babd subieron a lo alto de las montañas más elevadas para proclamar la victoria, pero Babd profetizó el fin de los dioses, profecía que se vio cumplida cuando llegaron los celtas gaélicos mortales, los denominados milesios.
En Aileach (Londonderry), tres hijos de Ogma -nietos también de Dagda-, reinaban tras la muerte de Nuada. El primer barco de milesios llegó, y sus tripulantes expresaron un gran interés por Irlanda, lo que, como era natural, molestó a los Tuatha De Danann, quienes mataron a Ith, jefe de los milesios, aunque éstos escaparon para contar la traición de que habían sido objeto. Las demás embarcaciones milesias, mandadas por el druida Amergin, llegaron a tierra, y sus tripulantes marcharon sobre Tara. Se produjeron dos grandes batallas, ambas pródigas en hechos mágicos en los dos bandos. Vencidos, los Tuatha se retiraron al interior de la Tierra.
A pesar de su retirada, los Tuatha todavía contaban con poderes para ayudar o dañar. Dagda comenzó a destruir las cosechas de cereales y la leche hasta que los milesios firmaron un tratado de paz con los antiguos dioses. La base de este tratado era la de que los Tuatha recibirían ofrendas y homenajes de los milesios.
Algunos de los Tuatha De Danann optaron por partir a una lejana isla que había al Oeste y que recibía el nombre de "Tierra de la Juventud" (Tir Nan Og) o "Isla de Breasal" (Hy-Breasil). El dios marino Manannan mac Lir partió con ellos, aunque, de vez en cuando, volvía de visita a Irlanda.
A aquellos Tuatha que se quedaron, Dagda, su nuevo rey, les concedió viviendas, asignando a cada uno un "sidhe" (colina o altozano), constituyendo cada uno de éstos la entrada a un maravilloso mundo subterráneo. De esta forma, los dioses celtas fueron conocidos por el nombre de Aes Sidhe (Gente de las Colinas). Cada dios era un Fer-Sidhe (Hombre de la Colina), y cada diosa, una Bean-Sidhe (Mujer de la Colina).
El nombre Epona deriva del galo epo = caballo. Es una diosa-caballo celta cuya iconografía se vinculó al simbolismo equino.
Se la veneró particularmente en la Galia y en Renania, pero también aparece en Bretaña, Yugoslavia y Africa del Norte. E incluso fue aceptada en la capital del Imperio Romano, donde se le instauró una fiesta, celebrada el 18 de diciembre.
El interés especial del culto a Epona se encuentra en sus imágenes. De hecho siempre se la representa con sus atributos equinos.
La iconografía de Epona se divide en dos grupos principales: El más importante son las pinturas de la diosa montada en una yegua. En las otras principales representaciones aparece representada entre dos caballos. Y otras veces aparece incluso representada en forma de yegua, sin ningún otro atributo humano.
Mucha de la imaginería de Epona muestra el simbolismo de la fertilidad y de la abundancia de la tierra. En muchas imágenes se la representa con cestas de frutas o de maíz. Además, parece que ha habido una asociación definida entre Epona y las Diosas-Madre.
A la Diosa se la asociaba con el agua/curación y con la muerte. En la Galia era representada con el aspecto de una ninfa acuática u ondina. Frecuentemente, también se la representó con un perro que podría reflejar la curación o la muerte.
El simbolismo de la vida después de la muerte puede venir representado por la diosa montada en su yegua con la imagen de un hombre siguiéndola. Esto se ha interpretado como un alma humana que es llevada al otro mundo.
También puede ser representada llevando una gran llave, lo que puede interpretarse como la capacidad de Epona de abrir las puertas del cielo y del otro mundo. Se la ha representado incluso con un mapa o plano, como presidiendo el comienzo del viaje del hombre a través de la vida.
Realmente, Epona es la patrona de los caballos, que constituían un bien muy preciado para los celtas en cuanto al transporte, la guerra, el poder, el prestigio y la religión; pero también reflejó los profundos misterios de la vida, de la muerte y del renacimiento. Según las regiones, también es conocida como Rhiannon o Rosette.
tuatha de danann:
La tribu de los Fomori se encontraba ya en el territorio mucho antes de que llegasen a Irlanda las demás razas. Sin embargo, éstos vivían principalmente en el mar. La primera raza no autóctona en invadir Irlanda fue la Partholon, y se sabe muy poco de ella. Tras 300 años de lucha contra los Fomori, los Partholon murieron de una epidemia.
Posteriormente, llegó la raza Nemed, que fué también víctima de una epidemia, pero, esta vez, sobrevivieron algunos, aunque sólo para ser esclavizados por los crueles fomorios. Los reyes fomorios Morg -hijo de Dela- y Connan -hijo de Febar- erigieron una torre de cristal en su baluarte de la isla de Tory, desde el que gravaron con un terrible impuesto a los nemedios. Dos terceras partes de los niños que nacían cada año debían ser entregadas a los fomorios durante el Samhain (31 de octubre). Tras la guerra iniciada para librarse de este impuesto, todos los miembros de la raza de Nemed fueron asesinados.
Más tarde, llegaron colonizadores desde tierras lejanas, los firbolg, que, en realidad, eran tres tribus: la de los hombres de Domnu, la de los de Gaillion y la de los del Bolg. Todos ellos se casaron entre sí y con los fomorios, convirtiéndose en aliados de éstos. Los recién llegados dividieron Irlanda en cinco provincias que se unían en la colina de Balor, en West Meath, posteriormente denominada Colina de Huisnech. Todos estos pueblos practicaron extraños ritos mágicos y continuaron dominando el territorio hasta la llegada de los Tuatha De Danann.
Los Tuatha De Danann (hijos de la Diosa Dana) prosiguieron con la invasión de Irlanda. Algunas leyendas dicen que vinieron del cielo; otras, que procedían de islas lejanas. Las cuatro ciudades de las que eran originarios eran Findias, Gorias, Murias y Falias. Estaban muy dotados tanto para la poesía como para la magia y trajeron con ellos cuatro grandes tesoros: La espada de Nuada, de Findias; La terrible lanza de Lugh, de Gorias; el caldero de Dagda, de Murias y la Piedra de Fal (Lia Fal o Piedra del Destino, de la que se decía que proferiría aullidos en presencia del auténtico heredero al trono de Irlanda), de Falias.
Los Tuatha De Danann llegaron en Beltane (1 de mayo), ocultos por una magia empleada por las deidades Morrigu, Badb y Macha, y se encontraron con los ejércitos firbolgs y fomorios en la Llanura del Mar, cerca de Leinster, donde comenzaron a negociar la paz y la partición de Irlanda, aunque a ello se opuso Eochaid, rey de los firbolgs.
En el Solsticio de Verano, ambos ejércitos se enfrentaron en las cercanías del pueblo actual de Cong, cerca del paso de Benlevi. Grupos de combatientes solitarios lucharon durante cuatro días. Nuada, el rey de los Tuatha De Danann, perdió su mano combatiendo contra Sreng, campeón de los firbolgs. El rey Eochaid murió, y los firbolgs se vieron reducidos a simplemente 300. En gesto de paz, los Tuatha De Danann les ofrecieron una quinta parte de Irlanda. El enemigo escogió Connaught.
Diancecht, médico de los Tuatha, fabricó para Nuada una maravillosa mano de plata que podía mover igual que si fuese real. No obstante, Nuada tuvo que abdicar, ya que no estaba permitido que ningún rey de los Tuatha tuviese ninguna disminución física. En un intento por asentar una paz permanente con los fomorios, el consejo tribal de los Tuatha envió un mensaje a Bress, hijo del rey Elathan, para que fuese su líder. Bress se mostró de acuerdo y contrajo matrimonio con Brigit, hija de Dagda. Simultáneamente, Cian, hijo de Diancecht, se casó con Ethniu, hija de Balor de los fomorios.
Bress prometió abdicar si, en un momento dado, su forma de gobierno no gustaba a los Tuatha, pero, al poco tiempo, comenzó a gravarlos con onerosos impuestos. No tuvo que transcurrir mucho tiempo para que Ogma se viese obligado a recoger leña y para que Dagda se viese limitado a erigir fuertes y ciudades para los fomorios. Para mayor humillación, Bress rebajó las cuotas de comida y leña a los Tuatha.
Llevaban ya los Tuatha De Danann algún tiempo sufriendo grandes penalidades, cuando el depuesto rey Nuada comenzó a tener problemas con su mano de plata a causa de una grave infección. El hijo y la hija de Diancecht, Miach y Airmid, respectivamente, fueron a ver a Nuada y, mediante métodos mágicos, le devolvieron al brazo su anterior mano cortada, haciendo, de este modo, que el rey se viese entero de nuevo. Por alguna razón, Diancecht mató a su hijo por trabajar éste la magia mejor que él.
En el ínterim, Bress era tan avaro con su hospitalidad como lo había sido con sus promesas, práctica no bien considerada por los Tuatha. Cuando el bardo Cairpre, hijo de Ogma y jefe de los Tuatha fue a visitarle, fue tratado con descortesía, siéndole proporcionados una alimentación y un alojamiento horribles. Al partir, Cairpre, le gastó una broma mágica a Bress, quien vio cubierta su piel por innumerables abones rojos. Los Tuatha insistieron para que Bress abdicase.
Bress se retiró bajo el mar, al reino de los fomorios, donde se quejó a su padre Elathan. Los ejércitos fomorios decidieron expulsar a los Tuatha De Danann de Irlanda.
Mientras Nuada celebraba su vuelta con un gran banquete en su capital de Tara, un extraño guerrero se acercó a las puertas de la ciudad y solicitó permiso para entrar. Se trataba de Lugh, hijo de Cian y de Ethniu y nieto de Diancecht.
El encargado de la puerta le negó la entrada, diciéndole que ninguna persona sin habilidades especiales podía entrar en la ciudad y añadiendo que ni si quiera el linaje ni la pureza de sangre constituían razones para romper esa costumbre.
Ante la negativa, Lugh comenzó a recitar todas sus habilidades: carpintero, herrero, guerrero profesional, arpista, poeta, brujo, médico, broncista, copero..., pero el encargado de la puerta rió con tono despreciativo. Los Tuatha habían hecho ya su elección. Entonces, Lugh envió un mensaje a Nuada en el que le preguntaba si había entre sus hombres alguno que tuviese tantas habilidades como él.
El rey no se sintió demasiado impresionado y le envió a su mejor jugador de fidhchell (antiguo juego de mesa irlandés) para que le retase. Lugh ganó todas las partidas, con lo que Nuada le admitió y le hizo sentar en el puesto destinado para el sabio, ya que Lugh lo era en todos los campos.
Los problemas con los fomorios iban de mal en peor, y Nuada decidió ceder su trono a Lugh durante trece días de guerra para que el poderoso guerrero pudiese así ponerse al mando de las huestes de los Tuatha De Danann y enfrentarse a sus enemigos.
Goibniu, el herrero, prometió sustituir todas las espadas y lanzas en una sola noche por otras que garantizaban que su golpe o lanzamiento sería exacto y mortal.
Credne, el broncista, se ofreció a fabricar remaches mágicos para lanzas, vainas para las espadas y rebordes para los escudos.
Luchtaine, el carpintero, se obligó a suministrar todas las astas de lanzas y escudos, mientras Dagda aplastaría al enemigo con su gigantesca maza.
Ogma planificó la muerte del rey fomorio y la captura de, al menos, una tercera parte de sus huestes.
Diancecht se dispuso a devolver los muertos a la vida mediante su introducción en un caldero o pozo mágico.
Otras deidades, druidas y encantadores prometieron ocultar los ríos y lagos y confundir al enemigo con actos de magia.
Los preparativos para la guerra tomaron siete años. Durante todo ese tiempo que duró la planificación, Lugh envió mensajeros por toda Irlanda para convocar a los Tuatha. Cian, su padre, uno de los mensajeros, fue muerto por los tres hijos del rey de Tuirenn, hijo de Ogma, con quien su familia había tenido desavenencias. Lugh encontró el cuerpo y supo de inmediato quienes habían sido sus asesinos. Pidió el pago en sangre a través de unas peligrosísimas tareas que los tres hombres tendrían que realizar y a las que él sabía que no podrían sobrevivir. Murieron los tres mientras llevaban a cabo la última de ellas.
Justo antes de la batalla, cuando Dagda reconocía el terreno, se encontró con Morrigu, diosa de la guerra, mientras ésta se bañaba en el río. A cambio de yacer con ella, ésta le prometío la victoria en combate.
Los dos ejércitos se encontraron en la víspera de Samhain y, de nuevo, se ciñieron en una serie de combates singulares. Esta vez, sin embargo, los Tuatha De Danann curaban sus heridas al día siguiente, apareciendo también como nuevas sus espadas y lanzas.
Los fomorios comenzaron a sospechar y enviaron a Ruadan, hijo de Bress y de Brigit a averiguar lo que pasaba. Mientras Ruadan espiaba a Goibniu, decidió que el herrero debía morir. Con una lanza atravesó el cuerpo de Goibniu, pero el enorme hombre se la sacó y mató con ella al fomorio. Diancecht y Airmid sumergieron inmediatamente el cuerpo de Goibniu en el pozo sanador, con lo que salió curado. Como venganza, un grupo de fomorios se las arregló para cegar el pozo con piedras, destruyéndolo para siempre.
Por fin los dos ejércitos se aprestaron para el combate final. Un consejo de hombres de los Tuatha, considerando que Lugh era lo demasiado vulnerable como para perderlo en batalla, le colocó en la retaguardia, pero él se escapó de sus nueve guardaespaldas y huyó al frente en un carro. Ogma mató a Indech, hijo de la diosa Domnu, y Balor, a Nuada y Macha.
Lugh retó a Balor el del Ojo Maligno -su abuelo-, que era quien mandaba las fuerzas enemigas. Cuando los fomorios comenzaron a abrir el ojo de Balor, que podía destruir a todo el que estuviera a su vista, Lugh, con la ayuda de una piedra mágica que llevaba consigo, hundió el ojo hacia la parte trasera de la cabeza de Balor, haciendo que el ojo mirase hacia los fomorios, matando así toda una hilera de enemigos, aunque otra versión dice que Lugh tuvo que hacer uso de su enorme lanza para sacar el ojo de Balor.
Ganaron la batalla los Tuatha De Danann, que empujaron a los restantes fomorios al mar. Morrigu y Babd subieron a lo alto de las montañas más elevadas para proclamar la victoria, pero Babd profetizó el fin de los dioses, profecía que se vio cumplida cuando llegaron los celtas gaélicos mortales, los denominados milesios.
En Aileach (Londonderry), tres hijos de Ogma -nietos también de Dagda-, reinaban tras la muerte de Nuada. El primer barco de milesios llegó, y sus tripulantes expresaron un gran interés por Irlanda, lo que, como era natural, molestó a los Tuatha De Danann, quienes mataron a Ith, jefe de los milesios, aunque éstos escaparon para contar la traición de que habían sido objeto. Las demás embarcaciones milesias, mandadas por el druida Amergin, llegaron a tierra, y sus tripulantes marcharon sobre Tara. Se produjeron dos grandes batallas, ambas pródigas en hechos mágicos en los dos bandos. Vencidos, los Tuatha se retiraron al interior de la Tierra.
A pesar de su retirada, los Tuatha todavía contaban con poderes para ayudar o dañar. Dagda comenzó a destruir las cosechas de cereales y la leche hasta que los milesios firmaron un tratado de paz con los antiguos dioses. La base de este tratado era la de que los Tuatha recibirían ofrendas y homenajes de los milesios.
Algunos de los Tuatha De Danann optaron por partir a una lejana isla que había al Oeste y que recibía el nombre de "Tierra de la Juventud" (Tir Nan Og) o "Isla de Breasal" (Hy-Breasil). El dios marino Manannan mac Lir partió con ellos, aunque, de vez en cuando, volvía de visita a Irlanda.
A aquellos Tuatha que se quedaron, Dagda, su nuevo rey, les concedió viviendas, asignando a cada uno un "sidhe" (colina o altozano), constituyendo cada uno de éstos la entrada a un maravilloso mundo subterráneo. De esta forma, los dioses celtas fueron conocidos por el nombre de Aes Sidhe (Gente de las Colinas). Cada dios era un Fer-Sidhe (Hombre de la Colina), y cada diosa, una Bean-Sidhe (Mujer de la Colina).
cuchulainn,heroe del ulster:
Cuenta la leyenda que la doncella Dectera, hija de Cathbad, uno de los más destacados nobles de la Corte de Connor Mc Nessa, desapareció un día junto con otras cincuenta jóvenes vírgenes y durante más de dos años no se supo nada de ellas.
Ya hacía tiempo se había dejado de buscarlas, cuando durante una cacería en la que tomaban parte los más prestigiosos señores del Ulster, vieron posarse sobre una llanura cercana a la capital, Emain Macha, a una bandada de pájaros blanquísimos. Los nobles decidieron cazar a las aves, persiguiéndolas con sus carros y lanzando piedras y lanzas.
A través de campos, arroyos y pequeños bosques continuó la persecución. Pronto notaron que eran aves muy extrañas, ya que volaban divididas en nueve grupos, cantando, y cada grupo era guiado por una pareja de aves sujeta entre sí por un delgado yugo de plata. Llegó la noche, y los cazadores estaban cansados y frustrados por el fracaso de la cacería. El rey Connor envió a dos hombres a buscar un refugio. Estos siguieron la ribera del Boyna, hasta llegar a las cercanías de Brug na Boyne, donde descubrieron una humilde choza.
Sin embargo, viendo que la noche se estaba cerrando cada vez más, se acercaron a la cabaña, siendo recibidos por un hombre joven, de aspecto gentil y elegante, junto al cual se encontraba una hermosa dama, su esposa. Ambos salieron a recibir a los enviados, invitándolos con deferencia a compartir esa noche con ellos en su morada.
La comitiva entera cruzó, un rato después, las puertas de la cabaña, y esta se convirtió de pronto en un hermoso castillo, con salón de banquetes, aposentos y demás. Sin embargo, la mayor sorpresa fué cuando el Rey reconoció en la dama a la bella Dectera, la perdida doncella, y en su esposo a Lugh, el del "Brazo Largo", hijo de Ethlinn, y en las doncellas que los acompañaba, a las cincuenta vírgenes que habían desaparecido. A pesar de la intriga, la velada transcurrió apacible, estaban todos tan cansados que casi ni hablaban.
Pero, la aún más insólita revelación llegó en la mañana, cuando todos despertaron y se hallaron yaciendo sobre la hierba, y todo lo visto en la noche había desaparecido mágicamente. En lugar de la cabaña, había un pequeño recinto, donde en su interior había una modesta cuna con un niño muy pequeño. Este era el regalo que Dectera hacía al pueblo del Ulster a través de su rey, Connor Mc Nessa, el cual había sido atraído con el señuelo de los pájaros, hasta el mágico lugar de Brug Na Boyne.
El niño fué llevado por los nobles hasta el palacio, y entregado a Finchaum, la hermana de Dectera, quien lo aceptó y bautizó como Setanta, viviendo desde ese momento en las posesiones que el Rey le otorgara a su madre adoptiva. Con el tiempo creció y se convirtió en un apuesto joven, y luego adoptó el nombre de Cuchulainn.
También se cuenta que el archidruida Morann, cuando el bebé Cuchulainn llegó al castillo, profetizó lo siguiente:
"Sus hazañas le ganarán el aprecio de los hombres y estarán en boca de todos. Reyes, sabios y guerreros cantarán sus alabanzas, pues este niño vengará las injusticias que los afligen, luchará en sus combates y paliará sus necesidades."
el origen del arpa celta:
Es fácil encontrar grabados y frescos en la Mesopotamia Egipcia que muestran instrumentos parecidos al arpa, como así también en varios pueblos tales como Grecia, China, Asiria, Persia, Siberia; cuyas arpas si bien no han influido en forma directa sobre la irlandesa, lo hizo en parte el Arpa Asiria, de pequeña envergadura y fácil transporte introduciéndose a través de los bardos del siglo XVI, quienes hacían así extensiva una tradición que se remonta a la Irlanda pre cristiana y a las primitivas civilizaciones de la Edad de Bronce.
A través de las leyendas podemos rastrear el Arpa Céltica cientos de años, pero una de las representaciones más tempranas es la de una cruz escocesa del siglo VIII.
Alrededor del año 1000 d C, tempranos modelos del arpa celta fueron difundidos por Irlanda, Escocia y Gales. Luego de años de repeler y absorber invasiones vikingas, romanas, normandas y moras; los ingleses comenzaron a presentarse como un problema para el pueblo irlandés y su cultura. El poderío bélico no sólo perseguía el sometimiento. Los ingleses insistían en que los "bárbaros" irlandeses debían eliminar la costumbre de que reyes y señores compartieran la mesa con juglares, arpistas y sirvientes; costumbre que según los registros, los irlandeses terminaron por erradicar (pero sólo cuando había ingleses presentes...). Con la paulatina debilidad de los reyes en su poder soberano, sobrevino, ya a fines del siglo XVI, la caída del liderazgo de los bardos y los arpistas. El arpa encuentra refugio en Escocia, allí, muchos nobles se dedicaron a ella, incluso reyes como Jaime IV.
Entre 1494 y 1503, extensas fueron las compañías de arpistas que ingresaron a las Tierras Altas. El arpa llegó así a convertirse en el instrumento nacional de Escocia. Cada clan tenía su arpista, pero tras varios años de pomposidad feudal y lucha por el poder, el arpa decayó a fines del siglo XVII y gradualmente fue reemplazada por la gaita escocesa (Highland Bagpipe).
Irónicamente, mientras los bardos y arpistas irlandeses eras perseguidos y ejecutados y sus arpas destruidas, Isabel I se deleitaba con el arpista de su corte, que tocaba para ella jigs, strathspeys y hornpipes.
Los tiempos se fueron tornando aún más duros. Entre 1650 y 1660 Cromwell ordena destruir arpas y órganos tanto en círculos católicos como protestantes. Quinientas arpas fueron confiscadas y quemadas en la ciudad de Dublín solamente, en otra oportunidad unas 2000 en toda Eire. Al igual que la Highland Bagpipe, el arpa comenzó a tornarse en un instrumento prohibido y origen de sublevación contra la Corona.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII la poesía y música de los bardos se fue perdiendo como consecuencia de innumerables exilios y temores. Esta deliberada destrucción y persecución terminó con Cromwell, luego la Ley de Cercamientos para Escocia y la Hambruna para Irlanda, forzarían nuevamente a estos pueblos gaélicos a emigrar. A fines del siglo XVIII comienza en Irlanda un repentino resurgimiento de interés por su largamente negada tradición. Por ese entonces quedaban contados arpistas y pocos de ellos ejecutaban piezas en la manera tradicional.
En 1790 se organiza el Belfast Meeting, destinado a promover la música de origen tradicional, siendo la competencia entre arpistas premiada con una suma importante de dinero. Sólo diez arpistas entre 15 y 97 años se presentaron. El más viejo, Dennis Hempson, fue el único en tocar a la vieja usanza y con plectros para cada dedo, todos los otros tocaron con las yemas solamente, posiblemente influenciados por el arpa de pedal y cuerdas de tripa. Edward Bunting, copista del acontecimiento apenas pudo plasmar en el pentagrama la inusitada manera de ejecución, y la oportunidad de preservar la tradición se perdió con el tiempo. Ningún arpa tradicional de cuerdas de metal fue construída. Poca era la demanda debido a la dura vida del arpista y los problemas políticos. Algunos esfuerzos comenzaron en Dublín y Belfast para enseñar a los jóvenes ciegos el arte del arpa, pero fracasaron poco después del 1800. Entre 1890 y los principios del 1900 pequeñas arpas comenzaron a construirse en Irlanda, pero distaban mucho del sonido de la antigua Arpa Celta. Entre 1950 y 1960 nuevos estudios permitieron construir arpas con cuerdas de metal a la vieja usanza. A su vez el arpa de cuerdas de tripa y la neo-céltica (de cuerdas de nylon) comenzaron a expandirse tanto en Escocia como en Irlanda. Así es como la verde Eire adopta como instrumento nacional al Arpa Celta en el siglo XVII, Gales hace lo propio con el arpa de encordado triple (tres filas de cuerdas) desarrollada por los italianos a diferencia del arpa de encordado doble de los hispanos.
Podemos decir que el círculo histórico se cierra hoy día. Aquella Orden Bárdica creada por el rey irlandés Brian Boru en el siglo X, extendió su herencia y tradición por más de 500 años, llegando en la actualidad a la costa oeste de los Estados Unidos, donde se concentran gran cantidad de hacedores de arpas célticas. Existen clubes de arpistas y hasta periódicos dedicados exclusivamente a ella. Se contribuye así a la afirmación de una tradición imperecedera que hará escuchar sus ecos por los años que vendrán.
En lo que respecta a España, es difícil precisar a ciencia cierta la existencia de una tradición musical dedicada al Arpa Celta, algo tan complejo de rastrear como los patrones célticos en las melodías gallegas y asturianas que tanta influencia externa han recibido. De todas maneras, lo que sí sabemos, los Celtas aún conservan a los hijos de sus hijos afincados en Cantabria y Galicia, como así también las leyendas irlandesas al bardo gallego Amergín y a su arpa; figura tan emparentada a la leyenda de Breogan. Por de pronto, ciertas figuras habrían de enrolarse para despertar al folk celta contemporáneo rasgando las cuerdas del arpa que tanto elogiara el bardo galaico Eduardo Pondal.
En Galicia se destaca en primera instancia la obra de Emilio Cao, cuyo album Fonte do Araño fue presentado por Alan Stivell, músico bretón que junto con su padre revivieron no sólo el folc de su tierra sino también su arpa, diseñada en la década del 30 y finalizada en abril del 53. En noviembre del 84 incorpora un nuevo tipo de arpa según su propio diseño, se trata de un arpa de acrílico transparente y sistema de electroacústico de cuerdas de metal con pick ups magnéticos y de cristal que lo acompaña en sus conciertos desde entonces. Emilio Cao posee ya varios albumes solistas, como Cartas Mariñas, dedicado a la obra del poeta Manuel Antonio, y "Simbad en Galicia".
También en Galicia se destaca la figura de Rodrigo Romaní, del grupo Milladoiro, cuya trascendencia ha llevado a las melodías gallegas no sólo por Europa sino hasta Estados Unidos, donde se editó su obra "Galicia no tempo" y "Castellum Honesti", y en Buenos Aires donde estuvo de visita en 1991 y 1996.
En Gales podemos destacar el trabajo realizado por los hermanos Gwyndaf y Dafydd Roberts del grupo folc Ar Log. En la Isla de Mann a Charles Guard, quien refleja en un estupendo album "Avangin an Bright" las melodías de ese lugar al cobijo de Mannanan Mac Lir (deidad marina celta).
A lo que Asturias se refiere, recatamos a Fernando Largo, que fue miembro del exitoso grupo folc astur Beleño y cuyo arte podemos rastrear en varias colaboraciones junto a Xuacu Amieva, gaitero asturiano ganador del Premio Macallam en Bretaña, y junto al grupo folc "Llan de Cubell" cuyo gaitero, Flavio Rodríguez Benito suele visitar Buenos Aires año a año.
Y como siempre, en cuanto a arpas se refiere, no podía faltar una figura femenina. En esta caso la asturiana Herminia Álvarez, miembro del grupo folc Trasgu; excelente arregaldora y cantante.
Y ya que se habla de arpistas femeninas, no se puede dejar de mencionar a la canadiense Loreena Mc Kennitt (ver foto), cantante dotada de un don muy particular y que entreteje poesía folclore y arreglos instrumentales indoeuropeos que le han dado la categoría de "nueva arpista celto-new age". El músico y cuentista Robin Williamson, ha dedicado gran parte de su obra a revivir la tradición Bárdica del arpa gaélica. Junto a ella a grabado hermosas leyendas celtas recontadas por él como así también poemas de igual corte. Asimismo ha editado dos hermosos albumes "Legado de los Arpistas Escoceses 1 y 2" en la década del 80 y recientemente su "Celtic Harp, Airs E-Dance Tunes" que recrean antiguas melodías de Escocia recopiladas para arpa.
Asimismo, en Escocia es recomendable la labor realizada por el duo de arpistas y vocalistas femeninas "Sileas" y la dedicación incansable por la "clairseach" (arpa escocesa de cuerdas de tripa) de Alison Kinnaird, artífice de su resurgimiento.
En Irlanda Grainne Yeats reasume, al entender del autor de este artículo, la maestría y técnica de los antiguos arpistas, su canto en gaélico y su interpretación musical en los instrumentos, que son copias de modelos de los siglo XVII y XIV, han quedado reflejados en trabajos memorables como "The Harpers Festival", donde ejecuta tanto melodías recopiladas en 1792 como obras de T. O'Carolan, el más prolífico del siglo XVIII.
Cuenta la leyenda que la doncella Dectera, hija de Cathbad, uno de los más destacados nobles de la Corte de Connor Mc Nessa, desapareció un día junto con otras cincuenta jóvenes vírgenes y durante más de dos años no se supo nada de ellas.
Ya hacía tiempo se había dejado de buscarlas, cuando durante una cacería en la que tomaban parte los más prestigiosos señores del Ulster, vieron posarse sobre una llanura cercana a la capital, Emain Macha, a una bandada de pájaros blanquísimos. Los nobles decidieron cazar a las aves, persiguiéndolas con sus carros y lanzando piedras y lanzas.
A través de campos, arroyos y pequeños bosques continuó la persecución. Pronto notaron que eran aves muy extrañas, ya que volaban divididas en nueve grupos, cantando, y cada grupo era guiado por una pareja de aves sujeta entre sí por un delgado yugo de plata. Llegó la noche, y los cazadores estaban cansados y frustrados por el fracaso de la cacería. El rey Connor envió a dos hombres a buscar un refugio. Estos siguieron la ribera del Boyna, hasta llegar a las cercanías de Brug na Boyne, donde descubrieron una humilde choza.
Sin embargo, viendo que la noche se estaba cerrando cada vez más, se acercaron a la cabaña, siendo recibidos por un hombre joven, de aspecto gentil y elegante, junto al cual se encontraba una hermosa dama, su esposa. Ambos salieron a recibir a los enviados, invitándolos con deferencia a compartir esa noche con ellos en su morada.
La comitiva entera cruzó, un rato después, las puertas de la cabaña, y esta se convirtió de pronto en un hermoso castillo, con salón de banquetes, aposentos y demás. Sin embargo, la mayor sorpresa fué cuando el Rey reconoció en la dama a la bella Dectera, la perdida doncella, y en su esposo a Lugh, el del "Brazo Largo", hijo de Ethlinn, y en las doncellas que los acompañaba, a las cincuenta vírgenes que habían desaparecido. A pesar de la intriga, la velada transcurrió apacible, estaban todos tan cansados que casi ni hablaban.
Pero, la aún más insólita revelación llegó en la mañana, cuando todos despertaron y se hallaron yaciendo sobre la hierba, y todo lo visto en la noche había desaparecido mágicamente. En lugar de la cabaña, había un pequeño recinto, donde en su interior había una modesta cuna con un niño muy pequeño. Este era el regalo que Dectera hacía al pueblo del Ulster a través de su rey, Connor Mc Nessa, el cual había sido atraído con el señuelo de los pájaros, hasta el mágico lugar de Brug Na Boyne.
El niño fué llevado por los nobles hasta el palacio, y entregado a Finchaum, la hermana de Dectera, quien lo aceptó y bautizó como Setanta, viviendo desde ese momento en las posesiones que el Rey le otorgara a su madre adoptiva. Con el tiempo creció y se convirtió en un apuesto joven, y luego adoptó el nombre de Cuchulainn.
También se cuenta que el archidruida Morann, cuando el bebé Cuchulainn llegó al castillo, profetizó lo siguiente:
"Sus hazañas le ganarán el aprecio de los hombres y estarán en boca de todos. Reyes, sabios y guerreros cantarán sus alabanzas, pues este niño vengará las injusticias que los afligen, luchará en sus combates y paliará sus necesidades."
el origen del arpa celta:
Es fácil encontrar grabados y frescos en la Mesopotamia Egipcia que muestran instrumentos parecidos al arpa, como así también en varios pueblos tales como Grecia, China, Asiria, Persia, Siberia; cuyas arpas si bien no han influido en forma directa sobre la irlandesa, lo hizo en parte el Arpa Asiria, de pequeña envergadura y fácil transporte introduciéndose a través de los bardos del siglo XVI, quienes hacían así extensiva una tradición que se remonta a la Irlanda pre cristiana y a las primitivas civilizaciones de la Edad de Bronce.
A través de las leyendas podemos rastrear el Arpa Céltica cientos de años, pero una de las representaciones más tempranas es la de una cruz escocesa del siglo VIII.
Alrededor del año 1000 d C, tempranos modelos del arpa celta fueron difundidos por Irlanda, Escocia y Gales. Luego de años de repeler y absorber invasiones vikingas, romanas, normandas y moras; los ingleses comenzaron a presentarse como un problema para el pueblo irlandés y su cultura. El poderío bélico no sólo perseguía el sometimiento. Los ingleses insistían en que los "bárbaros" irlandeses debían eliminar la costumbre de que reyes y señores compartieran la mesa con juglares, arpistas y sirvientes; costumbre que según los registros, los irlandeses terminaron por erradicar (pero sólo cuando había ingleses presentes...). Con la paulatina debilidad de los reyes en su poder soberano, sobrevino, ya a fines del siglo XVI, la caída del liderazgo de los bardos y los arpistas. El arpa encuentra refugio en Escocia, allí, muchos nobles se dedicaron a ella, incluso reyes como Jaime IV.
Entre 1494 y 1503, extensas fueron las compañías de arpistas que ingresaron a las Tierras Altas. El arpa llegó así a convertirse en el instrumento nacional de Escocia. Cada clan tenía su arpista, pero tras varios años de pomposidad feudal y lucha por el poder, el arpa decayó a fines del siglo XVII y gradualmente fue reemplazada por la gaita escocesa (Highland Bagpipe).
Irónicamente, mientras los bardos y arpistas irlandeses eras perseguidos y ejecutados y sus arpas destruidas, Isabel I se deleitaba con el arpista de su corte, que tocaba para ella jigs, strathspeys y hornpipes.
Los tiempos se fueron tornando aún más duros. Entre 1650 y 1660 Cromwell ordena destruir arpas y órganos tanto en círculos católicos como protestantes. Quinientas arpas fueron confiscadas y quemadas en la ciudad de Dublín solamente, en otra oportunidad unas 2000 en toda Eire. Al igual que la Highland Bagpipe, el arpa comenzó a tornarse en un instrumento prohibido y origen de sublevación contra la Corona.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII la poesía y música de los bardos se fue perdiendo como consecuencia de innumerables exilios y temores. Esta deliberada destrucción y persecución terminó con Cromwell, luego la Ley de Cercamientos para Escocia y la Hambruna para Irlanda, forzarían nuevamente a estos pueblos gaélicos a emigrar. A fines del siglo XVIII comienza en Irlanda un repentino resurgimiento de interés por su largamente negada tradición. Por ese entonces quedaban contados arpistas y pocos de ellos ejecutaban piezas en la manera tradicional.
En 1790 se organiza el Belfast Meeting, destinado a promover la música de origen tradicional, siendo la competencia entre arpistas premiada con una suma importante de dinero. Sólo diez arpistas entre 15 y 97 años se presentaron. El más viejo, Dennis Hempson, fue el único en tocar a la vieja usanza y con plectros para cada dedo, todos los otros tocaron con las yemas solamente, posiblemente influenciados por el arpa de pedal y cuerdas de tripa. Edward Bunting, copista del acontecimiento apenas pudo plasmar en el pentagrama la inusitada manera de ejecución, y la oportunidad de preservar la tradición se perdió con el tiempo. Ningún arpa tradicional de cuerdas de metal fue construída. Poca era la demanda debido a la dura vida del arpista y los problemas políticos. Algunos esfuerzos comenzaron en Dublín y Belfast para enseñar a los jóvenes ciegos el arte del arpa, pero fracasaron poco después del 1800. Entre 1890 y los principios del 1900 pequeñas arpas comenzaron a construirse en Irlanda, pero distaban mucho del sonido de la antigua Arpa Celta. Entre 1950 y 1960 nuevos estudios permitieron construir arpas con cuerdas de metal a la vieja usanza. A su vez el arpa de cuerdas de tripa y la neo-céltica (de cuerdas de nylon) comenzaron a expandirse tanto en Escocia como en Irlanda. Así es como la verde Eire adopta como instrumento nacional al Arpa Celta en el siglo XVII, Gales hace lo propio con el arpa de encordado triple (tres filas de cuerdas) desarrollada por los italianos a diferencia del arpa de encordado doble de los hispanos.
Podemos decir que el círculo histórico se cierra hoy día. Aquella Orden Bárdica creada por el rey irlandés Brian Boru en el siglo X, extendió su herencia y tradición por más de 500 años, llegando en la actualidad a la costa oeste de los Estados Unidos, donde se concentran gran cantidad de hacedores de arpas célticas. Existen clubes de arpistas y hasta periódicos dedicados exclusivamente a ella. Se contribuye así a la afirmación de una tradición imperecedera que hará escuchar sus ecos por los años que vendrán.
En lo que respecta a España, es difícil precisar a ciencia cierta la existencia de una tradición musical dedicada al Arpa Celta, algo tan complejo de rastrear como los patrones célticos en las melodías gallegas y asturianas que tanta influencia externa han recibido. De todas maneras, lo que sí sabemos, los Celtas aún conservan a los hijos de sus hijos afincados en Cantabria y Galicia, como así también las leyendas irlandesas al bardo gallego Amergín y a su arpa; figura tan emparentada a la leyenda de Breogan. Por de pronto, ciertas figuras habrían de enrolarse para despertar al folk celta contemporáneo rasgando las cuerdas del arpa que tanto elogiara el bardo galaico Eduardo Pondal.
En Galicia se destaca en primera instancia la obra de Emilio Cao, cuyo album Fonte do Araño fue presentado por Alan Stivell, músico bretón que junto con su padre revivieron no sólo el folc de su tierra sino también su arpa, diseñada en la década del 30 y finalizada en abril del 53. En noviembre del 84 incorpora un nuevo tipo de arpa según su propio diseño, se trata de un arpa de acrílico transparente y sistema de electroacústico de cuerdas de metal con pick ups magnéticos y de cristal que lo acompaña en sus conciertos desde entonces. Emilio Cao posee ya varios albumes solistas, como Cartas Mariñas, dedicado a la obra del poeta Manuel Antonio, y "Simbad en Galicia".
También en Galicia se destaca la figura de Rodrigo Romaní, del grupo Milladoiro, cuya trascendencia ha llevado a las melodías gallegas no sólo por Europa sino hasta Estados Unidos, donde se editó su obra "Galicia no tempo" y "Castellum Honesti", y en Buenos Aires donde estuvo de visita en 1991 y 1996.
En Gales podemos destacar el trabajo realizado por los hermanos Gwyndaf y Dafydd Roberts del grupo folc Ar Log. En la Isla de Mann a Charles Guard, quien refleja en un estupendo album "Avangin an Bright" las melodías de ese lugar al cobijo de Mannanan Mac Lir (deidad marina celta).
A lo que Asturias se refiere, recatamos a Fernando Largo, que fue miembro del exitoso grupo folc astur Beleño y cuyo arte podemos rastrear en varias colaboraciones junto a Xuacu Amieva, gaitero asturiano ganador del Premio Macallam en Bretaña, y junto al grupo folc "Llan de Cubell" cuyo gaitero, Flavio Rodríguez Benito suele visitar Buenos Aires año a año.
Y como siempre, en cuanto a arpas se refiere, no podía faltar una figura femenina. En esta caso la asturiana Herminia Álvarez, miembro del grupo folc Trasgu; excelente arregaldora y cantante.
Y ya que se habla de arpistas femeninas, no se puede dejar de mencionar a la canadiense Loreena Mc Kennitt (ver foto), cantante dotada de un don muy particular y que entreteje poesía folclore y arreglos instrumentales indoeuropeos que le han dado la categoría de "nueva arpista celto-new age". El músico y cuentista Robin Williamson, ha dedicado gran parte de su obra a revivir la tradición Bárdica del arpa gaélica. Junto a ella a grabado hermosas leyendas celtas recontadas por él como así también poemas de igual corte. Asimismo ha editado dos hermosos albumes "Legado de los Arpistas Escoceses 1 y 2" en la década del 80 y recientemente su "Celtic Harp, Airs E-Dance Tunes" que recrean antiguas melodías de Escocia recopiladas para arpa.
Asimismo, en Escocia es recomendable la labor realizada por el duo de arpistas y vocalistas femeninas "Sileas" y la dedicación incansable por la "clairseach" (arpa escocesa de cuerdas de tripa) de Alison Kinnaird, artífice de su resurgimiento.
En Irlanda Grainne Yeats reasume, al entender del autor de este artículo, la maestría y técnica de los antiguos arpistas, su canto en gaélico y su interpretación musical en los instrumentos, que son copias de modelos de los siglo XVII y XIV, han quedado reflejados en trabajos memorables como "The Harpers Festival", donde ejecuta tanto melodías recopiladas en 1792 como obras de T. O'Carolan, el más prolífico del siglo XVIII.
deirdre y naois:
En Irlanda, hace ya mucho tiempo, el rey Connacher, de la familia Ulster, se encontraba en el Gran Salón de su palacio subido a una tarima hecha con madera de viejos robles. Finalizado ya el día, el crepúsculo marcaba el comienzo del Samhain. Más de mil personas se habían congregado y reinaba una alegre algarabía mientras los criados del rey se preparaban para la primera noche de la fiesta.
Los caballeros del rey, los Caballeros de la Rama Roja, habían dejado sus armas y sus cotas de malla para unir sus voces entonando canciones de grandes aventuras. A pesar del regocijo imperante, Cathbad, el druida, se encontraba solo en la ventana arqueada de piedra contemplando con mirada distante el otro mundo. Tan sólo Malcolm, el arpista del rey, se sentía tranquilo, pues tenía a su esposa Elva embarazada. Estaban sentados los dos en un rincón oscuro del Gran Salón, conversando cariñosamente en susurros.
El rey Connacher alzó su cuerno de vino con ademán de grandeza. Cuando ya se disponía a pedir que comenzase la ceremonia, se oyó un penetrante grito y la estancia quedó en completo silencio. Los caballeros más veteranos desenvainaron sus armas, prestos para la lucha. -No os mováis -ordenó el rey-. No deis un solo paso hasta que no sepamos la causa de ese ruido.
Cathbad avanzó hacia el Gran Salón y alzó su bastón. Se quitó la capucha de la capa y sus cabellos plateados reflejaron el claro de luna. Su rostro, arrugado como una manzana en invierno, se alzó pausadamente y le dijo al rey:
-He estado observando esta semana las nubes, la edad de la luna y las posiciones de las estrellas.
Se acercó después al lugar en que estaba recostada Elva. Le puso la mano sobre el vientre y dijo:
-Es el bebé el que ha gritado. No es un bebé corriente. Es una niña de gran belleza y su nombre será Deirdre. De su belleza surgirá una afilada espada que partirá el árbol de Ulster. Los reyes querrán desposarse con ella y será un desastre. La Rama Roja se dividirá y habrá luchas y guerras por su causa.
Dicho esto, se retiró de nuevo a su contemplación del firmamento.
-¡Que muera esa niña! -gritó uno de los caballeros-. ¿No vale acaso menos la vida de un niño que la destrucción de muchos? ¿Qué decís vos, rey Connacher?
El rey sabía que las profecías del druida eran exactas, pero la curiiosidad que le produjo una belleza tan extraordinaria pudo más que él. Se dirigió a los presentes y dijo, con voz sosegada:
-No es bueno que los padres vean morir a un hijo. Y tampoco yo debo provocar dolor en el corazón de mis invitados.
Muchos se agitaron, murmurando entre ellos, nada convencidos.
-Esta niña nacerá -continuó el rey-. La mandaré criar en un lugar apartado y yo mismo me desposaré con ella cuando crezca. Estando a mi cargo y siendo después mi esposa no podrá causar rivalidad ni daño alguno. Así conseguiré eludir la profecía.
A las dos semanas nació la niña Deirdre. Antes de que transcurriera un año, el rey hizo construir sobre la ladera de un monte alejado una casa de piedra con el techo de paja. Se plantó alrededor de la choza una estupenda huerta rodeada de un muro circular. Deirdre viviría allí cuidada por Levarcham, una joven narradora de historias que gozaba de la confianza del monarca y que también se había criado en casa del rey Connacher. El rey confiaba en ella más que en nadie.
Deirdre se crió en los amplios terrenos de caza. Levarcham le enseñó cuanto sabía sobre hierbas, flores, árboles y cielos y también le enseñó a tocar el arpa y a cantar.
Deirdre se iba haciendo más paciente y bondadosa cada día. Tenía la piel del color de la miel, como una orquídea dorada. Las mejillas, los labios y las puntas de los dedos mostraban un leve tono de carmín. Contemplarla era descubrur que la mirada se deslizaba, como queriendo aferrar algo de ella que no encajaba con lo demás.
Estimulaba la imaginación con miradas o gestos que otorgaban significado especial a los objetos corrientes. Si se arrodillaba para acariciarle la cabeza a un buen perro de caza, se tenía la sensación de que todos los animales eran bondadosos. Su cuerpo revelaba la fuerza de su corazón y era como una mina sin fondo donde poder explorar incesantemente la vida.
Un día del otoño en que Deirdre cumplía quince años, Levercham le dijo que, una vez cumplidos los dieciséis, se casaría con el rey en la primavera siguiente. Eso la entristeció y la hizo deprimirse. Levercham comprendía su desazón.
-De todas formas, tendrás que casarte con el rey -le dijo-. Será el gran honor de tu vida.
Deirdre suspiraba y se negaba a comer.
Un día, sentada de madrugada junto a la ventana, Deirdre contemplaba una nevada inusualmente temprana. Un grupo de cuervos descendió de pronto a la huerta y uno de ellos se posó en la nieve para darle picotazos a una hermosa manzana que acababa de caer.
-Vaya -dijo Deirdre-, ese cuervo se parece al hombre que vi anoche en sueños. Tenía el pelo oscuro como las cornejas, la piel blanca como la nieve y las mejillas rojas como esa manzana. Él será mi marido.
Pero Levercham la llamó, haciendo que se apartara de la ventana, y aquella visión se convirtió en un recuerdo.
Tras aquel lento invierno de cielos grises y trémulos llegó la primavera. Una mañana en que había salido a coger flores silvestres con Levercham a hora temprana, Deirdre oyó una voz que cantaba alegremente. Tres cazadores iban por un sendero que bordeaba el lindero más septentrional del Bosque Real.
A Deirdre le pareció encantadora aquella canción, pero los cazadores no repararon en su presencia. Viéndolos pasar, Deirdre se fijó en el primero de ellos, que era también el más alto. El cazador se adentró de repente en el bosque y los otros dos prosiguieron su camino.
-Es el hombre de mi visión -dijo Deirdre, incrédula.
A los pocos segundos no fue ya capaz de contenerse más y se recogilo las faldas a toda prisa para perseguir al cazador que se había adentrado solo en el bosque.
Lo encontró en un amplio claro que había en el bosque. Arriba se extendía una cúpula de altos robles cuyas ramas se tendían entre unos y otros sin llegar apenas a tocarse. Notó en el aire plumoso una fuerza para ella desconocida. Se acercó al cazador, que la observaba ya con atención, y alzó la mirada hacia él.
De reojo vio rayos de luz descendentes, aunque a ella le pareció que salían de la tierra en dirección al cielo. Se le aceleró el corazón al acercar su blanco rostro al de él. Aguardó un instante y después le dio un beso e hizo un pequeño discurso en voz baja:
-Te amaré como en épocas pasadas, cuando Dectera amó al arpista verde y se escapó con él para siempre. Mi beso contraría los deseos del rey y me he escapado de casa sin permiso. Con la luna nueva vendrán a llevarme a su palacio para que sea su esposa.
Debes llevarme lejos de aquí.
El cazador la miró y dijo:
-Yo soy Naois, el mayor de los hijos de Uisnach.
Nunca había visto semejante belleza y temblaba al hablarle, pues se había percatado de la identidad de la joven a quien tenía en sus brazos.
-¿Acaso no recuerdas la profecía del druida? Todavía te da tiempo a regresar.
-Para mí este momento vale más que diez vidas enteras con Connacher.
A Deirdre le bastó con mirarle a los ojos una sola vez. Naois resolvió allí mismo entregarle su amor.
Huyeron juntos y se reunieron con los hermanos de Naois, Allen y Arden, quienes, aunque acogieron de buen grado a Deirdre, temieron por su hermano. Juntos llegaron a la conlusión de que deberían marcharse esa misma noche, por lo que hicieron acopio de provisiones y partieron a toda prisa, trasladándose por mar a su exilio en Alba, es decir, Escocia.
Naois, Deirdre, Allen y Arden se instalaron en las fuentes del lago Etive. Construyeron una casa de arcilla roja en lo alto de una cascada y le pusieron por nombre Granian Deirdre, que significa "el soleado hogar de Deirdre". Los montañeses de Argyll dieron la bienvenida a los grandes guerreros. Naois atrapaba salmones en el río y ciervos en el valle y Deirdre pensaba que no podría existir nadie tan dichoso como ellos.
Vivieron felices durante muchas lunas.
En Irlanda, el rey Connacher no tenía ya enemigos, pues los había derrotado con la fuerza de las armas o había hecho las paces con ellos, con lo que había afianzado su derecho a gobernar. Su país gozaba de prosperidad, pero él se mostraba inquieto. Dos años después de que Naois se exiliase, acudió una noche a ver a Cathbad. El druida lo escuchó en silencio, pues sabía perfectamente lo que apesadumbraba al rey.
El rey Connacher lo expresó de este modo:
-Nuestros mejores hombres, las tres antorchas gaélicas de Naois, Allen y Arden no están entre nosotros. No es bueno que estén exiliados sólo por causa de una mujer. Pienso enviar a Fergus McRoigh para anunciarles que el rey los perdona e invitarlos a volver a Ehmain Macha para una gran fiesta.
-Que así sea -dijo Cathbad.
Y así se hizo.
Fergus llegó al lago Etive tres días más tarde portando el mensaje del rey y allí Naois le dio la bienvenida. Fergus comentó las noticias de Ulster. Naois, que deseaba volver a casa más que cualquier otra cosa, sintió una gran nostalgia y fue a ver a Deirdre a un campo verde situado por encima del valle con intención de comunicarle la buena noticia.
Al escuchar a Naois, Deirdre se asustó mucho. Siguieron conversando hasta que tan sólo quedó un pálido atisbo de luz en el cielo del oeste, pero Deirdre se dio cuenta de que estaba decidido a marchar y de que nada podría hacer para impedirlo.
-Anoche tuve en sueños esta visión: tres cuervos bajaban hacia nosotros desde Emhain Macha. Traían en sus picos tres gotas de miel y se iban con tres gotas de sangre.
-¿Qué significa ese sueño?
-Significa que Fergus viene a ofrecernos una paz dulce como la miel, pero las tres gotas de sangre sois Allen, Arden y tú. Connacher es un adulador y la miel es una trampa mortal.
A pesar de aquella visión, Naois decidió regresar a Irlanda.
-Dejaremos a un lado nuestras diferencias -le dijo Naois a Deirdre-
Zarparemos mañana por la mañana.
Deirdre pasó la noche entre sollozos y casi no concilió el sueño.
Por la mañana se reunieron en la costa y Deirdre subió a bordo. Partieron a hora temprana y la niebla se entremezcló con el cielo, adquiriendo la costa de Alba un color azul y después azul claro hasta que poco a poco fueron perdiéndola de vista.
A media noche brillaba ya la luna llena sobre las velas y el viento tiraba de las cuerdas. Deirdre sacó el arpa y entonó una suave canción. Su tristeza hizo callar a los hermanos, que alzaron los ojos al cielo mientras ella cantaba, tendiendo sus corazones a los astros.
Por fin, pudieron contemplar el amanecer sobre los blancos acantilados del norte de Irlanda. Una vez en tierra, Fergus se adelantó a caballo para comunicarle al rey que habían llegado los hombres a quieres había llamado.
-Mostradles ahora vuestra bondad -le dijo.
-No estoy preparado para recibirlos -contestó Connacher- Envíalos a la Gran Llanura, a la Posada de la Rama Roja. Mi casa estará lista mañana.
Los viajeros se instalaron. A última hora de la noche, el rey Connacher mandó llamar al guerrero Gelban Grednach.
-Ve a la Posada -ordenó- en la que se hospeda Deirdre esta noche y dime si conserva su belleza. Debo saberlo enseguida.
Grednach bajó a la Posada a toda prisa. Sin aliento, se asomó por la ventana para verlos a los cuatro y se fijó en Deirdre. Tan grande era su belleza que jadeó, delatando así su presencia. Naois alzó la mirada y vio a Grednach mirándolos. Cogió unos dados que había sobre la mesa y los arrojó hacia la ventana. Uno de ellos alcanzó a Grednach en un ojo y lo dejó tuerto.
Grednach salió de allí dando gritos y volvió corriendo a donde estaba el rey, que caminaba impaciente por su habitación.
Grednach entró con la cara toda ensangrentada.
-¿La has visto? -preguntó el rey.
-La he visto y, mientras me asomaba, Naois me ha sacado un ojo -contestó, encogiéndose de dolor.
-¿Qué aspecto tiene?
-Os diré la verdad. Aun tuerto, de no ser por vuestra urgente petición mi único deseo habría sido seguir allí contemplándola durante toda la vida.
Connacher montó en cólera e hizo que se reunieran enseguida cien valerosos hombres en su salón.
-Id al instante a la Posada. Matad a los forasteros y traedme viva a Deirdre o moriréis todos.
Los guerreros se aprestaron para la batalla. Pero sin que el rey lo supiera, Levercham había estado oculta entre todos ellos y se adelantó a toda prisa para avisar a los hijos de Uisnach.
-Mis hermanos y yo lo impediremos -dijo Naois al enterarse.
Así pues, hicieron rápidos preparativos para la batalla. Salieron al gran llano armados hasta los dientes, avanzaron por el campo y se escondieron tras una hilera de árboles.
Desde que existe el mundo los hombres llevan milenios guerreando entre sí, pero esa noche no había hombres tan en desventaja como los Hijos de Uisnach. Empero, no es menos cierto que tampoco los había de corazón tan noble. De hecho, si hubiera que medirlos por su espíritu, cada uno de los hermanos equivalía a veinte guerreros normales.
Los guerreros del rey aparecieron rápidamente en el lindero del llano y los jóvenes héroes entraron directamente en la lid. Sus espadas refulgían en la oscuridad con ígneos destellos azulados, tan soliviantados tenían los ánimos los que habían sido traicionados.
Con el entrechocar de las espadas resultaba imposible distinguir quién desafiaba a quién y la hierba se empapó de sangre hasta quedar convertida en un gran charcho resbaladizo. Al terminar la batalla, los hermanos habían conseguido abatir a los cien guerreros del rey.
Connacher llegó al lindero del llano y prorrumpió en exclamaciones de ira, pero los Hijos de Uisnach y Deirdre ya regresaban a casa atravesando en la oscuridad la gran llanura.
El rey mandó llamar a Cathbad el druida y, esfonzándose por conservar la calma, le dijo:
-Detenlos o haré que te destierren para siempre.
Sin decir palabra, Cathbad puso manos a la obra e hizo crecer en la llanura un bosque lleno de tupidos matorrales, pero los hermanos lo atravesaron con facilidad, como si no hubiera más que aire.
Convirtió después la llanura en un mar de aguas gélidas. Los hermanos se quitaron la camisa, Deirdre se encaramó a los hombros de Naois y nadaron contra el rugir de la corriente. Su velocidad no disminuyó y los hermanos avanzaron tan aprisa como lo habían hecho antes a pie.
Al ver aquello, el rey frunció el ceño y el druida temió por su vida. Alzó los brazos y el mar se convirtió en piedra, disparándose al aire rocas afiladas como espadas que entrechocaban con gran estrépito, como monstruosas muelas de un enorme gigante de granito.
Los hermanos corrieron sobre las piedras, resbalando y cayendo en múltiples ocasiones. Por último, el más joven de ellos, Allen, lanzó un grito de dolor y Naois lo cargó sobre su hombro derecho, aunque no tardó en morir. Naois no lo soltó sino que siguió llevándolo sobre el hombre. Buscó con la mirada a Arden, pero, para desgracia suya, vio que también había muerto y eso le arrebató el deseo de vivir.
A causa de las heridas o de la pena o, seguramente, de las dos cosas juntas, Naois se desanimó y resbaló entre dos piedras. Tendido entre las hirientes rocas, cayó presa de un total desaliento y murió sin decir palabra. En ese preciso momento, la llanura volvió a ser de hierba.
-Ya se han ido -dijo Cathbad- Los Hijos de Uisnach han muerto y ya no os molestarán más.
Dicho esto, el druida volvió a desaparecer en la noche.
El rey fue a contemplar a Deirdre con sus propios ojos. La encontró arrodillada sobre Naois y sus hermanos, sollozando sin palabras.
Sin dejar que se recuperase de su profundo dolor, el rey ordenó que la llevasen a su palacio y la encerraran. Después hizo cavar una tumba para los hermanos en el mismo lugar en que yacían. Se colocó en aquel lugar un menhir sobre el cual se brabó el nombre de Uisnach.
Cumplida la profecía, Deirdre permaneció una quincena en la residencia de Connacher. No podía comer ni conciliar el sueño. Transcurridos treinta días, llegó el invierno y un suave manto de nieve cubrió el mundo que divisaba a través de su ventana.
Deirdre pidió a un guerrero que le trajese su arpa y allí, sola en su cuarto cerrado, le cantaba a Naois en voz baja, pues sabía que moriría en cuanto Connacher lo ordenase.
Dirigiendo la vista a la vasta llanura vacía, cantaba:
En cielos de gélida nieve
por los que vagan vientos de tristeza
arde débilmente un sol rojizo.
Fuiste mi hogar
allá donde yo iba.
En campos verdes
ahora desconocidos
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Los arroyos no van ya
a mareas de mares lejanos.
Un amor no puede envejecer
sin recuerdos:
tus brazos, mi hogar
en que dormía.
En campos verdes
ahora desconocidos,
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Todas mis lágrimas
se despliegan ahora.
¿Cómo podré ahora
envejecer yo sola?
Vierten sus luces los astros polvorientos
cuando desde la vida
va la muerte en silencio
deslizándose lentamente hacia la noche.
Por la mañana, cuando quiso llamarla el rey, Deirdre estaba ya muerta. El rey la hizo enterrar en las colians en que había pasado su infancia. Pero un pequeño grupo de gente acudió de noche, clandestinamente, y la llevó a la Gran Llanura, a otra tumba contigua a la de Naois. Los aldeanos señalaron las dos tumbas clavando sendas estacas de madera en el suelo.
Dos años más tarde, crecían junto al menhir dos hermosos tejos. Aunque entre sus bases había una separación de dos metros, los troncos habían crecido juntos y entrelazados. Unidos por sus ramajes, formaban un solo árbol.
Aunque el menhir de piedra se convirtió ya en polvo, los árboles siguen aún vivos en ese lugar.
bardos:musicos y poetas:
Según Diodoro de Sicilia, historiador del siglo I a.C., los bardos desempeñaban un papel importante en la sociedad celta: se les contrataba para que escribieran alabanzas de su patrón, pero también para denostar a los enemigos de éste. Se les pagaba por relatar los mitos legendarios de la aristocracia celta en los festejos, bailes y cortejos que solían seguir a un día de caza o guerra.
Igual que los primeros poetas, los bardos estaban considerados como una especie de sacerdotes, encargados de transmitir los misterios de la religión de una generación a otra. Quizá esto explique los numerosos aspectos confusos de su mitología.
Diodoro escribe que "los bardos conversan con pocas palabras y utilizan acertijos, empleando imágenes oscuras para referirse a las cosas, y poniendo una palabra allí donde quieren decir otra diferente, y tienden a utilizar los superlativos para jactarse de sus propios logros y menospreciar los de otros".
Las pruebas de los mitos que han sobrevivido hasta nosotros confirman esta naturaleza exclusiva de los bardos; los poetas suelen cantar canciones de alabanza que sólo otros poetas pueden entender. Al contrario que sus homólogos del mundo clásico, los bardos celtas no conservaban por escrito sus mitos y poemas, sino que los transmitían oralmente de maestro a alumno.
Durante la Edad Media los bardos eran muy bien pagados y respetados socialmente: a menudo trabajaban en las casas de la nobleza celta que había sobrevivido a las invasiones.
También existieron juglares ambulantes, que recibían pequeños emolumentos por sus canciones que sin duda contribuyeron a mantener viva la tradición oral, llevando sus poemas y mitos por toda Gran Bretaña y parte de Europa. Fue en este periodo cuando aparecieron las primeras versiones escritas de esta mitología celta, pero, como la mayoría de escribanos eran monjes, las historias se cargaron de elementos cristianos.
Finalmente, había contadores de historias que desde tiempos remotos relataban sus leyendas a cualquiera que se prestara a escucharlas, bien frente al calor del hogar o en la esquina de alguna taberna. Todavía hoy existen en remotas regiones celtas y sus prodigios memorísticos son proverbiales. Un pescador de Barra, Escocia, dice que escuchó de niño a uno de estos cuentacuentos todas las noches durante quince años, y que en todo ese tiempo nunca oyó dos veces la misma historia...
Además de entretener, los bardos eran profesores, pues el comportamiento de los personajes legendarios proporcionaban a los oyentes modelos e ideales, de forma que se aseguraba la continuidad de una sociedad guerrera.
Estas historias se empleaban en la educación de los jóvenes nobles, facilitándoles modelos de conducta a imitar.
Los bardos celtas eran expertos en la descripción de mundos imaginarios, animales fantásticos y personajes sobrehumanos.
Las principales características de su arte son los brillantes colores y meticulosos detalles utilizados al hablar del paisaje, el aspecto de los personajes y sus vestidos. Este llamativo colorido tiene su réplica en las artes visuales celtas. Las descripciones femeninas tienden al voyeurismo y la fantasía, reflejo del sexo del bardo; por la misma razón, estos contadores de leyendas exhibían los aspectos marciales de sus héroes masculinos.
Aunque con la llegada del televisor hasta las áreas más remotas del mundo celta, la tradición oral está languideciendo, muchos cuentos y poemas celtas sobreviven hoy gracias a los narradores de historias y cantantes que todavía existen. La tradición de los bardos se mantiene viva en los encuentros anuales de Welsh Eisteddfod, y también se realizan intentos en ámbitos menos formales. El cantante y arpista Robin Williamson, por ejemplo, reelabora las historias de héroes celtas de la tradición poética y las acompaña con su arpa celta. El artista bretón Alan Stivell recrea de forma parecida los mitos celtas de Bretaña. Martin Carthy, cantante y guitarrista, es el pionero de la canción folclórica inglesa, y ha grabado una colección de canciones tradicionales de Gran Bretaña y Bretaña.
Aunque algunas de estas canciones y poemas no pasan de ser meras historias, agradables en su sencillez, hay otras que conservan en su alma los grandes mitos y leyendas de la antigua clase celta dominante. Por tanto, la tradición de los bardos sigue hoy viva para aquellos que desean escucharla.
En Irlanda, hace ya mucho tiempo, el rey Connacher, de la familia Ulster, se encontraba en el Gran Salón de su palacio subido a una tarima hecha con madera de viejos robles. Finalizado ya el día, el crepúsculo marcaba el comienzo del Samhain. Más de mil personas se habían congregado y reinaba una alegre algarabía mientras los criados del rey se preparaban para la primera noche de la fiesta.
Los caballeros del rey, los Caballeros de la Rama Roja, habían dejado sus armas y sus cotas de malla para unir sus voces entonando canciones de grandes aventuras. A pesar del regocijo imperante, Cathbad, el druida, se encontraba solo en la ventana arqueada de piedra contemplando con mirada distante el otro mundo. Tan sólo Malcolm, el arpista del rey, se sentía tranquilo, pues tenía a su esposa Elva embarazada. Estaban sentados los dos en un rincón oscuro del Gran Salón, conversando cariñosamente en susurros.
El rey Connacher alzó su cuerno de vino con ademán de grandeza. Cuando ya se disponía a pedir que comenzase la ceremonia, se oyó un penetrante grito y la estancia quedó en completo silencio. Los caballeros más veteranos desenvainaron sus armas, prestos para la lucha. -No os mováis -ordenó el rey-. No deis un solo paso hasta que no sepamos la causa de ese ruido.
Cathbad avanzó hacia el Gran Salón y alzó su bastón. Se quitó la capucha de la capa y sus cabellos plateados reflejaron el claro de luna. Su rostro, arrugado como una manzana en invierno, se alzó pausadamente y le dijo al rey:
-He estado observando esta semana las nubes, la edad de la luna y las posiciones de las estrellas.
Se acercó después al lugar en que estaba recostada Elva. Le puso la mano sobre el vientre y dijo:
-Es el bebé el que ha gritado. No es un bebé corriente. Es una niña de gran belleza y su nombre será Deirdre. De su belleza surgirá una afilada espada que partirá el árbol de Ulster. Los reyes querrán desposarse con ella y será un desastre. La Rama Roja se dividirá y habrá luchas y guerras por su causa.
Dicho esto, se retiró de nuevo a su contemplación del firmamento.
-¡Que muera esa niña! -gritó uno de los caballeros-. ¿No vale acaso menos la vida de un niño que la destrucción de muchos? ¿Qué decís vos, rey Connacher?
El rey sabía que las profecías del druida eran exactas, pero la curiiosidad que le produjo una belleza tan extraordinaria pudo más que él. Se dirigió a los presentes y dijo, con voz sosegada:
-No es bueno que los padres vean morir a un hijo. Y tampoco yo debo provocar dolor en el corazón de mis invitados.
Muchos se agitaron, murmurando entre ellos, nada convencidos.
-Esta niña nacerá -continuó el rey-. La mandaré criar en un lugar apartado y yo mismo me desposaré con ella cuando crezca. Estando a mi cargo y siendo después mi esposa no podrá causar rivalidad ni daño alguno. Así conseguiré eludir la profecía.
A las dos semanas nació la niña Deirdre. Antes de que transcurriera un año, el rey hizo construir sobre la ladera de un monte alejado una casa de piedra con el techo de paja. Se plantó alrededor de la choza una estupenda huerta rodeada de un muro circular. Deirdre viviría allí cuidada por Levarcham, una joven narradora de historias que gozaba de la confianza del monarca y que también se había criado en casa del rey Connacher. El rey confiaba en ella más que en nadie.
Deirdre se crió en los amplios terrenos de caza. Levarcham le enseñó cuanto sabía sobre hierbas, flores, árboles y cielos y también le enseñó a tocar el arpa y a cantar.
Deirdre se iba haciendo más paciente y bondadosa cada día. Tenía la piel del color de la miel, como una orquídea dorada. Las mejillas, los labios y las puntas de los dedos mostraban un leve tono de carmín. Contemplarla era descubrur que la mirada se deslizaba, como queriendo aferrar algo de ella que no encajaba con lo demás.
Estimulaba la imaginación con miradas o gestos que otorgaban significado especial a los objetos corrientes. Si se arrodillaba para acariciarle la cabeza a un buen perro de caza, se tenía la sensación de que todos los animales eran bondadosos. Su cuerpo revelaba la fuerza de su corazón y era como una mina sin fondo donde poder explorar incesantemente la vida.
Un día del otoño en que Deirdre cumplía quince años, Levercham le dijo que, una vez cumplidos los dieciséis, se casaría con el rey en la primavera siguiente. Eso la entristeció y la hizo deprimirse. Levercham comprendía su desazón.
-De todas formas, tendrás que casarte con el rey -le dijo-. Será el gran honor de tu vida.
Deirdre suspiraba y se negaba a comer.
Un día, sentada de madrugada junto a la ventana, Deirdre contemplaba una nevada inusualmente temprana. Un grupo de cuervos descendió de pronto a la huerta y uno de ellos se posó en la nieve para darle picotazos a una hermosa manzana que acababa de caer.
-Vaya -dijo Deirdre-, ese cuervo se parece al hombre que vi anoche en sueños. Tenía el pelo oscuro como las cornejas, la piel blanca como la nieve y las mejillas rojas como esa manzana. Él será mi marido.
Pero Levercham la llamó, haciendo que se apartara de la ventana, y aquella visión se convirtió en un recuerdo.
Tras aquel lento invierno de cielos grises y trémulos llegó la primavera. Una mañana en que había salido a coger flores silvestres con Levercham a hora temprana, Deirdre oyó una voz que cantaba alegremente. Tres cazadores iban por un sendero que bordeaba el lindero más septentrional del Bosque Real.
A Deirdre le pareció encantadora aquella canción, pero los cazadores no repararon en su presencia. Viéndolos pasar, Deirdre se fijó en el primero de ellos, que era también el más alto. El cazador se adentró de repente en el bosque y los otros dos prosiguieron su camino.
-Es el hombre de mi visión -dijo Deirdre, incrédula.
A los pocos segundos no fue ya capaz de contenerse más y se recogilo las faldas a toda prisa para perseguir al cazador que se había adentrado solo en el bosque.
Lo encontró en un amplio claro que había en el bosque. Arriba se extendía una cúpula de altos robles cuyas ramas se tendían entre unos y otros sin llegar apenas a tocarse. Notó en el aire plumoso una fuerza para ella desconocida. Se acercó al cazador, que la observaba ya con atención, y alzó la mirada hacia él.
De reojo vio rayos de luz descendentes, aunque a ella le pareció que salían de la tierra en dirección al cielo. Se le aceleró el corazón al acercar su blanco rostro al de él. Aguardó un instante y después le dio un beso e hizo un pequeño discurso en voz baja:
-Te amaré como en épocas pasadas, cuando Dectera amó al arpista verde y se escapó con él para siempre. Mi beso contraría los deseos del rey y me he escapado de casa sin permiso. Con la luna nueva vendrán a llevarme a su palacio para que sea su esposa.
Debes llevarme lejos de aquí.
El cazador la miró y dijo:
-Yo soy Naois, el mayor de los hijos de Uisnach.
Nunca había visto semejante belleza y temblaba al hablarle, pues se había percatado de la identidad de la joven a quien tenía en sus brazos.
-¿Acaso no recuerdas la profecía del druida? Todavía te da tiempo a regresar.
-Para mí este momento vale más que diez vidas enteras con Connacher.
A Deirdre le bastó con mirarle a los ojos una sola vez. Naois resolvió allí mismo entregarle su amor.
Huyeron juntos y se reunieron con los hermanos de Naois, Allen y Arden, quienes, aunque acogieron de buen grado a Deirdre, temieron por su hermano. Juntos llegaron a la conlusión de que deberían marcharse esa misma noche, por lo que hicieron acopio de provisiones y partieron a toda prisa, trasladándose por mar a su exilio en Alba, es decir, Escocia.
Naois, Deirdre, Allen y Arden se instalaron en las fuentes del lago Etive. Construyeron una casa de arcilla roja en lo alto de una cascada y le pusieron por nombre Granian Deirdre, que significa "el soleado hogar de Deirdre". Los montañeses de Argyll dieron la bienvenida a los grandes guerreros. Naois atrapaba salmones en el río y ciervos en el valle y Deirdre pensaba que no podría existir nadie tan dichoso como ellos.
Vivieron felices durante muchas lunas.
En Irlanda, el rey Connacher no tenía ya enemigos, pues los había derrotado con la fuerza de las armas o había hecho las paces con ellos, con lo que había afianzado su derecho a gobernar. Su país gozaba de prosperidad, pero él se mostraba inquieto. Dos años después de que Naois se exiliase, acudió una noche a ver a Cathbad. El druida lo escuchó en silencio, pues sabía perfectamente lo que apesadumbraba al rey.
El rey Connacher lo expresó de este modo:
-Nuestros mejores hombres, las tres antorchas gaélicas de Naois, Allen y Arden no están entre nosotros. No es bueno que estén exiliados sólo por causa de una mujer. Pienso enviar a Fergus McRoigh para anunciarles que el rey los perdona e invitarlos a volver a Ehmain Macha para una gran fiesta.
-Que así sea -dijo Cathbad.
Y así se hizo.
Fergus llegó al lago Etive tres días más tarde portando el mensaje del rey y allí Naois le dio la bienvenida. Fergus comentó las noticias de Ulster. Naois, que deseaba volver a casa más que cualquier otra cosa, sintió una gran nostalgia y fue a ver a Deirdre a un campo verde situado por encima del valle con intención de comunicarle la buena noticia.
Al escuchar a Naois, Deirdre se asustó mucho. Siguieron conversando hasta que tan sólo quedó un pálido atisbo de luz en el cielo del oeste, pero Deirdre se dio cuenta de que estaba decidido a marchar y de que nada podría hacer para impedirlo.
-Anoche tuve en sueños esta visión: tres cuervos bajaban hacia nosotros desde Emhain Macha. Traían en sus picos tres gotas de miel y se iban con tres gotas de sangre.
-¿Qué significa ese sueño?
-Significa que Fergus viene a ofrecernos una paz dulce como la miel, pero las tres gotas de sangre sois Allen, Arden y tú. Connacher es un adulador y la miel es una trampa mortal.
A pesar de aquella visión, Naois decidió regresar a Irlanda.
-Dejaremos a un lado nuestras diferencias -le dijo Naois a Deirdre-
Zarparemos mañana por la mañana.
Deirdre pasó la noche entre sollozos y casi no concilió el sueño.
Por la mañana se reunieron en la costa y Deirdre subió a bordo. Partieron a hora temprana y la niebla se entremezcló con el cielo, adquiriendo la costa de Alba un color azul y después azul claro hasta que poco a poco fueron perdiéndola de vista.
A media noche brillaba ya la luna llena sobre las velas y el viento tiraba de las cuerdas. Deirdre sacó el arpa y entonó una suave canción. Su tristeza hizo callar a los hermanos, que alzaron los ojos al cielo mientras ella cantaba, tendiendo sus corazones a los astros.
Por fin, pudieron contemplar el amanecer sobre los blancos acantilados del norte de Irlanda. Una vez en tierra, Fergus se adelantó a caballo para comunicarle al rey que habían llegado los hombres a quieres había llamado.
-Mostradles ahora vuestra bondad -le dijo.
-No estoy preparado para recibirlos -contestó Connacher- Envíalos a la Gran Llanura, a la Posada de la Rama Roja. Mi casa estará lista mañana.
Los viajeros se instalaron. A última hora de la noche, el rey Connacher mandó llamar al guerrero Gelban Grednach.
-Ve a la Posada -ordenó- en la que se hospeda Deirdre esta noche y dime si conserva su belleza. Debo saberlo enseguida.
Grednach bajó a la Posada a toda prisa. Sin aliento, se asomó por la ventana para verlos a los cuatro y se fijó en Deirdre. Tan grande era su belleza que jadeó, delatando así su presencia. Naois alzó la mirada y vio a Grednach mirándolos. Cogió unos dados que había sobre la mesa y los arrojó hacia la ventana. Uno de ellos alcanzó a Grednach en un ojo y lo dejó tuerto.
Grednach salió de allí dando gritos y volvió corriendo a donde estaba el rey, que caminaba impaciente por su habitación.
Grednach entró con la cara toda ensangrentada.
-¿La has visto? -preguntó el rey.
-La he visto y, mientras me asomaba, Naois me ha sacado un ojo -contestó, encogiéndose de dolor.
-¿Qué aspecto tiene?
-Os diré la verdad. Aun tuerto, de no ser por vuestra urgente petición mi único deseo habría sido seguir allí contemplándola durante toda la vida.
Connacher montó en cólera e hizo que se reunieran enseguida cien valerosos hombres en su salón.
-Id al instante a la Posada. Matad a los forasteros y traedme viva a Deirdre o moriréis todos.
Los guerreros se aprestaron para la batalla. Pero sin que el rey lo supiera, Levercham había estado oculta entre todos ellos y se adelantó a toda prisa para avisar a los hijos de Uisnach.
-Mis hermanos y yo lo impediremos -dijo Naois al enterarse.
Así pues, hicieron rápidos preparativos para la batalla. Salieron al gran llano armados hasta los dientes, avanzaron por el campo y se escondieron tras una hilera de árboles.
Desde que existe el mundo los hombres llevan milenios guerreando entre sí, pero esa noche no había hombres tan en desventaja como los Hijos de Uisnach. Empero, no es menos cierto que tampoco los había de corazón tan noble. De hecho, si hubiera que medirlos por su espíritu, cada uno de los hermanos equivalía a veinte guerreros normales.
Los guerreros del rey aparecieron rápidamente en el lindero del llano y los jóvenes héroes entraron directamente en la lid. Sus espadas refulgían en la oscuridad con ígneos destellos azulados, tan soliviantados tenían los ánimos los que habían sido traicionados.
Con el entrechocar de las espadas resultaba imposible distinguir quién desafiaba a quién y la hierba se empapó de sangre hasta quedar convertida en un gran charcho resbaladizo. Al terminar la batalla, los hermanos habían conseguido abatir a los cien guerreros del rey.
Connacher llegó al lindero del llano y prorrumpió en exclamaciones de ira, pero los Hijos de Uisnach y Deirdre ya regresaban a casa atravesando en la oscuridad la gran llanura.
El rey mandó llamar a Cathbad el druida y, esfonzándose por conservar la calma, le dijo:
-Detenlos o haré que te destierren para siempre.
Sin decir palabra, Cathbad puso manos a la obra e hizo crecer en la llanura un bosque lleno de tupidos matorrales, pero los hermanos lo atravesaron con facilidad, como si no hubiera más que aire.
Convirtió después la llanura en un mar de aguas gélidas. Los hermanos se quitaron la camisa, Deirdre se encaramó a los hombros de Naois y nadaron contra el rugir de la corriente. Su velocidad no disminuyó y los hermanos avanzaron tan aprisa como lo habían hecho antes a pie.
Al ver aquello, el rey frunció el ceño y el druida temió por su vida. Alzó los brazos y el mar se convirtió en piedra, disparándose al aire rocas afiladas como espadas que entrechocaban con gran estrépito, como monstruosas muelas de un enorme gigante de granito.
Los hermanos corrieron sobre las piedras, resbalando y cayendo en múltiples ocasiones. Por último, el más joven de ellos, Allen, lanzó un grito de dolor y Naois lo cargó sobre su hombro derecho, aunque no tardó en morir. Naois no lo soltó sino que siguió llevándolo sobre el hombre. Buscó con la mirada a Arden, pero, para desgracia suya, vio que también había muerto y eso le arrebató el deseo de vivir.
A causa de las heridas o de la pena o, seguramente, de las dos cosas juntas, Naois se desanimó y resbaló entre dos piedras. Tendido entre las hirientes rocas, cayó presa de un total desaliento y murió sin decir palabra. En ese preciso momento, la llanura volvió a ser de hierba.
-Ya se han ido -dijo Cathbad- Los Hijos de Uisnach han muerto y ya no os molestarán más.
Dicho esto, el druida volvió a desaparecer en la noche.
El rey fue a contemplar a Deirdre con sus propios ojos. La encontró arrodillada sobre Naois y sus hermanos, sollozando sin palabras.
Sin dejar que se recuperase de su profundo dolor, el rey ordenó que la llevasen a su palacio y la encerraran. Después hizo cavar una tumba para los hermanos en el mismo lugar en que yacían. Se colocó en aquel lugar un menhir sobre el cual se brabó el nombre de Uisnach.
Cumplida la profecía, Deirdre permaneció una quincena en la residencia de Connacher. No podía comer ni conciliar el sueño. Transcurridos treinta días, llegó el invierno y un suave manto de nieve cubrió el mundo que divisaba a través de su ventana.
Deirdre pidió a un guerrero que le trajese su arpa y allí, sola en su cuarto cerrado, le cantaba a Naois en voz baja, pues sabía que moriría en cuanto Connacher lo ordenase.
Dirigiendo la vista a la vasta llanura vacía, cantaba:
En cielos de gélida nieve
por los que vagan vientos de tristeza
arde débilmente un sol rojizo.
Fuiste mi hogar
allá donde yo iba.
En campos verdes
ahora desconocidos
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Los arroyos no van ya
a mareas de mares lejanos.
Un amor no puede envejecer
sin recuerdos:
tus brazos, mi hogar
en que dormía.
En campos verdes
ahora desconocidos,
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Todas mis lágrimas
se despliegan ahora.
¿Cómo podré ahora
envejecer yo sola?
Vierten sus luces los astros polvorientos
cuando desde la vida
va la muerte en silencio
deslizándose lentamente hacia la noche.
Por la mañana, cuando quiso llamarla el rey, Deirdre estaba ya muerta. El rey la hizo enterrar en las colians en que había pasado su infancia. Pero un pequeño grupo de gente acudió de noche, clandestinamente, y la llevó a la Gran Llanura, a otra tumba contigua a la de Naois. Los aldeanos señalaron las dos tumbas clavando sendas estacas de madera en el suelo.
Dos años más tarde, crecían junto al menhir dos hermosos tejos. Aunque entre sus bases había una separación de dos metros, los troncos habían crecido juntos y entrelazados. Unidos por sus ramajes, formaban un solo árbol.
Aunque el menhir de piedra se convirtió ya en polvo, los árboles siguen aún vivos en ese lugar.
bardos:musicos y poetas:
Según Diodoro de Sicilia, historiador del siglo I a.C., los bardos desempeñaban un papel importante en la sociedad celta: se les contrataba para que escribieran alabanzas de su patrón, pero también para denostar a los enemigos de éste. Se les pagaba por relatar los mitos legendarios de la aristocracia celta en los festejos, bailes y cortejos que solían seguir a un día de caza o guerra.
Igual que los primeros poetas, los bardos estaban considerados como una especie de sacerdotes, encargados de transmitir los misterios de la religión de una generación a otra. Quizá esto explique los numerosos aspectos confusos de su mitología.
Diodoro escribe que "los bardos conversan con pocas palabras y utilizan acertijos, empleando imágenes oscuras para referirse a las cosas, y poniendo una palabra allí donde quieren decir otra diferente, y tienden a utilizar los superlativos para jactarse de sus propios logros y menospreciar los de otros".
Las pruebas de los mitos que han sobrevivido hasta nosotros confirman esta naturaleza exclusiva de los bardos; los poetas suelen cantar canciones de alabanza que sólo otros poetas pueden entender. Al contrario que sus homólogos del mundo clásico, los bardos celtas no conservaban por escrito sus mitos y poemas, sino que los transmitían oralmente de maestro a alumno.
Durante la Edad Media los bardos eran muy bien pagados y respetados socialmente: a menudo trabajaban en las casas de la nobleza celta que había sobrevivido a las invasiones.
También existieron juglares ambulantes, que recibían pequeños emolumentos por sus canciones que sin duda contribuyeron a mantener viva la tradición oral, llevando sus poemas y mitos por toda Gran Bretaña y parte de Europa. Fue en este periodo cuando aparecieron las primeras versiones escritas de esta mitología celta, pero, como la mayoría de escribanos eran monjes, las historias se cargaron de elementos cristianos.
Finalmente, había contadores de historias que desde tiempos remotos relataban sus leyendas a cualquiera que se prestara a escucharlas, bien frente al calor del hogar o en la esquina de alguna taberna. Todavía hoy existen en remotas regiones celtas y sus prodigios memorísticos son proverbiales. Un pescador de Barra, Escocia, dice que escuchó de niño a uno de estos cuentacuentos todas las noches durante quince años, y que en todo ese tiempo nunca oyó dos veces la misma historia...
Además de entretener, los bardos eran profesores, pues el comportamiento de los personajes legendarios proporcionaban a los oyentes modelos e ideales, de forma que se aseguraba la continuidad de una sociedad guerrera.
Estas historias se empleaban en la educación de los jóvenes nobles, facilitándoles modelos de conducta a imitar.
Los bardos celtas eran expertos en la descripción de mundos imaginarios, animales fantásticos y personajes sobrehumanos.
Las principales características de su arte son los brillantes colores y meticulosos detalles utilizados al hablar del paisaje, el aspecto de los personajes y sus vestidos. Este llamativo colorido tiene su réplica en las artes visuales celtas. Las descripciones femeninas tienden al voyeurismo y la fantasía, reflejo del sexo del bardo; por la misma razón, estos contadores de leyendas exhibían los aspectos marciales de sus héroes masculinos.
Aunque con la llegada del televisor hasta las áreas más remotas del mundo celta, la tradición oral está languideciendo, muchos cuentos y poemas celtas sobreviven hoy gracias a los narradores de historias y cantantes que todavía existen. La tradición de los bardos se mantiene viva en los encuentros anuales de Welsh Eisteddfod, y también se realizan intentos en ámbitos menos formales. El cantante y arpista Robin Williamson, por ejemplo, reelabora las historias de héroes celtas de la tradición poética y las acompaña con su arpa celta. El artista bretón Alan Stivell recrea de forma parecida los mitos celtas de Bretaña. Martin Carthy, cantante y guitarrista, es el pionero de la canción folclórica inglesa, y ha grabado una colección de canciones tradicionales de Gran Bretaña y Bretaña.
Aunque algunas de estas canciones y poemas no pasan de ser meras historias, agradables en su sencillez, hay otras que conservan en su alma los grandes mitos y leyendas de la antigua clase celta dominante. Por tanto, la tradición de los bardos sigue hoy viva para aquellos que desean escucharla.
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